Los abuelos son una metáfora viviente de la ternura, la paciencia y la dulce complicidad. En torno a ellos se reúnen, viniendo desde el ayer, sueños y realidades; horas alegres y tristes, esplendores y desencantos. Además, disfrutan la dicha presente que les regalan los nietos. El día para venerar al abuelo en la Argentina es el tercer domingo de agosto; en tanto que el dedicado a la abuela es el segundo domingo de noviembre. Hay otra fecha sugerida para festejar o evocar a estos cálidos y queridos personajes y es la del 26 de julio, porque en dicha fecha la religión católica recuerda a los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, es decir Santa Ana y San Joaquín. Pero como sucede con otras figuras entrañables de la vida familiar, el respeto y el cariño por los abuelos los lleva cada uno en su corazón, más allá del día instituido para su especial homenaje. Por razones de edad, los chicos y los jóvenes son quienes más posibilidades tienen de disfrutar la gloriosa compañía de los abuelos; aunque como la expectativa de vida se ha extendido en los últimos años, hay personas mayores que también pueden hacer suyo el placer de compartir momentos hermosos con ellos; con los “abue”, como los llaman hoy. Como decía, el segundo domingo de agosto ha sido instituido como el Día de la Abuela; día que aún no alcanzó gran trascendencia. Teresa Parodi le ha cantado a las inundaciones del Litoral y a los personajes correntinos; pero una vez, la mariposa de su inspiración se posó suavemente en la figura de la abuela Emilia. Escuchando esa canción (uno de sus primeros éxitos), quienes ya no tenemos la dicha de contar con la presencia terrenal de nuestras abuelas, sentimos que la nostalgia, los recuerdos y la emoción nos envuelven el alma.