El médico psiquiatra Reynaldo Perrone es rosarino pero vive en Francia desde hace mucho tiempo. Es un especialista en temas de violencia que todos los años viene a la ciudad a hablar sobre esta problemática, y a encontrar posibles soluciones. Ahora está implementando un proyecto llamado Paz en la Escuela que busca educar a los niños en valores para una convivencia pacífica, y que ya tiene una experiencia local.
Esta vez brindó una conferencia sobre cómo prevenir la violencia, invitado por la Fundación Osde. En diálogo con Más advirtió sobre el impacto de la desesperanza y el estado de “desolación colectiva” que percibió.
“Es como si una gran familia que quiere vivir en paz sufre impactos destructivos inexplicables y toda esa fraternidad de individuos con un a priori positivo de la vida se encuentran perplejos ante manifestaciones de barbarie”, describió al hablar de lo que encontró en Rosario.
Consideró que el uso de la violencia como se ve en Rosario para dirimir distintos conflicto, o en los hechos de robo “es lo más primitivo que hace el hombre, usar la fuerza bruta para satisfacer deseos primarios”.
— ¿Por qué llegamos a esta situación?
— En Argentina se vivieron muchos años en que las costumbres políticas, populares y mediática no advirtieron las consecuencias que podría traer. Se vivió en la inmediatez, en el deseo de obtener votos, de tener audiencia o de conseguir mucho dinero rápidamente. Todo fue una especie de irresponsabilidad colectiva. Nadie se puso a pensar que la prepotencia que se usó y hasta el desprecio de la ética, de las maneras de hablar y sin contar con la herencia de la dictadura, iba a dejar secuelas como las que estamos viviendo.
— ¿Todavía se puede hacer algo?
—Sí. Las personas que tienen responsabilidad deben lograr una semántica anticorruptiva, no una queja de la corrupción, sino garantizar ser puro, transparente, incontaminado e incontaminable. Esto lo está reclamando vivamente la sociedad.
Hay que volver a hacer valer el respeto, por ejemplo dejar de ser captado por una televisión grosera, los políticos deben dejar los discursos donde desprecian al otro, y en lo personal tener la actitud de no responder a un insulto con otro insulto. Parece mentira, pero no está tan lejos esta posibilidad y se lograría cambios grandes. Hay que encarnarlo y si un grupo lo hace muchos lo van a seguir porque es contagioso.
—¿Qué destacaría de la ciudad, en positivo?
— Vi en Rosario, concretamente paseando por los parques un domingo por la tarde, una gran cantidad de gente conviviendo en paz. Esto no sucede en todos los pueblos. No son habituales estas manifestaciones tan espontáneas donde tanta gente comparte sin violencia, sin ataques y sin molestarse un espacio público. Esto muestra el lado muy positivo de los rosarinos y a la vez el reclamo de paz.
—¿En Francia se vive la violencia como por ejemplo se vive en Rosario?
— Allí no hay corrupción de la policía, no hay connivencia con el crimen. Que maten por robar una billetera a una persona que era una riqueza para la sociedad es un fracaso total, y de todos. (Aquí aludió al asesinato del arquitecto Sandro Procopio). Una persona que está dando algo a la sociedad es un pérdida terrible para la colectividad, y todo el mundo lo lamenta. Es obvio que los funcionarios tienen que reaccionar.
—¿Le parece que sirven las marchas en reclamo de justicia?
— Es una manera de expresar la preocupación, y son muy importantes, y sobre todo si la cubren los medios de comunicación y las difunden masivamente. Pero no cumplen esta función si derivan en amenazas o en venganza o en improperios. Son un fracaso cuando pueden llevar al desprecio de la ley o a la veleidad de tomar justicia por mano propia.
—¿Nos enfermamos más viviendo con tanto miedo?
—¡Claro que sí! tanto al cuerpo como al espíritu. Se vive en un estrés permanente y el estrés es una respuesta de urgencia para poder preparar el cuerpo para la lucha. Esto es agotador. Puede manifestarse a veces disminuyendo el sistema inmunitario y también se puede envejecer más rápido. Aparece el desasosiego, la angustia, y la irritabilidad aumentada, la intolerancias. Por eso toda política de salud tiene que tener como objetivo crear una cultura de paz.
Por eso estoy trabajando en el proyecto Paz en la Escuela, del que fui gestor en Europa y se implementó con el patrocinio de la Unión Europea.
— Usted se reunió con los psiquiatras de la ciudad ¿Qué preocupación notó en ellos?
—Necesitan técnicas para resolver los problemas de los pacientes de la manera más rápida posible en términos de tiempo y de costos.
Cuando una persona está mal, sufre, no puede cumplir con su tarea y sufre todo su entorno. Por esto se ve la necesidad imperiosa de aplicar terapias más cortas y que lleguen más rápido al resultado, contrariamente al psicoanálisis que sostiene que hay que tomar el tiempo que sea y que la cura lleva mucho tiempo, tal vez años muchos años.
La nueva visión de la psiquiatría considera que la terapia debe permitir salir a la persona de su problema sin necesariamente hacer un análisis del pasado. Lo importante es que el sujeto pueda modificar su capacidad por resolver los problemas en el presente y que esto modifique positivamente el entorno.
—¿Cómo son los resultados de estas terapias?
—Se llaman terapias breves y los resultados son muy buenos. Comenzaron a utilizarse en la década del 50 en Europa y no duran más de seis u ocho sesiones. En comparación con el psicoanálisis se logran los mismos resultados sin el costo que significa tanto tiempo de terapia. Se trata de una manera más pragmática de concebir la cura y el tratamiento y por otra parte el objetivo es que el paciente aprenda a resolver el problema.
El proyecto Paz en la Escuela está impulsado por el psiquiatra Reynaldo Perrone y llevado a la práctica por la asociación civil Kumelen, (que significa "ser feliz" en mapuche). Se trata de un programa piloto que se aplicó en una escuela rosarina y en varias más de San Martín de los Andes. Con exitoso resultado en Francia, se está realizando en nuestra ciudad con el objetivo de que los niños, desde primer grado, aprendan a resolver los conflictos apelando al diálogo y a la tolerancia y de esta manera dejar de lado prácticas violentas.╠
La presidenta de Kumelen, Adriana Colussi, conversó con Más sobre la aplicación de este proyecto importado desde Europa.
"El doctor Perrone gestionó el proyecto en Francia. Cada año viaja a Rosario para capacitar a las personas de Kumelen y a los docentes que luego pondrán en práctica el proyecto en el aula", explicó Colussi.╠
Es sencillo de implementar pero antes que nada se necesita el compromiso de los directivos de la escuela, y por su puesto de los docentes, ya que serán ellos mismos quienes transmitirán el programa a los niños.╠
El proyecto ya se implementó en la escuela 1420, Comunidad Educativa La Paz. Quien fue la directora hasta abril de este año, María Fernanda González, contó que fue una experiencia positiva. "Teníamos el desafío de lograr que los conflictos cotidianos se diriman en forma pacífica y no violenta. Algo teníamos que hacer", confesó.
"El equipo de Kumelen, y el propio Perrone, estuvieron al tanto de todo lo que se hizo. Nosotros veíamos que en la escuela, como espejo de lo que sucede en la sociedad, los chicos se pegaban por sacarse un lápiz, o contestaban mal a los docentes o se agarraban a piñas por una merienda. Cualquier motivo era válido para agredir o ser agredido, lo mismo que pasa en la calle cuando la gente se grita, se insulta y no se respeta", destacó González que fue parte activa de la implementación del programa.
Cómo se hace
Paz en la Escuela tiene tres instancias. Se aplica en primer grado y en primer año del secundario porque es cuando los niños y las familias están más permeables para recibir la formación.
La titular de Kumelen explicó que "se basa en tres premisas básicas: la vinculación, la integración y la interiorización de la ley. Ese es el alma del proyecto sobre la cual se va a trabajar en el aula y fuera de ella".
Estos conceptos operan por medio de tres "ritos", y en conjunto con los padres. En el primero se explica a los chicos el valor de la ley, cómo deben cuidarse y cuidar a los demás. Hay tres lemas: cuidarse, cuidar al otro y cuidarnos. Y se realiza entre todos un pacto de paz. En ese momento están todos los padres y docentes avalando el pacto. "Se arma algo visible como un rompecabezas y cada niño se lleva una pieza en su mochila. Esto es lo que les sirve de recordatorio para evitar pelear y buscar soluciones en conjunto", señaló la ex directora.
A mitad de año, los docentes trabajan con los niños conceptos como solidaridad, liderazgo, respeto y autoconfianza para tomar decisiones. Se hace a través del juego de roles. "Se pone a los niños en una situación concreta: se les plantea, por ejemplo, que se van de campamento y en un momento el adulto a cargo se enferma y ellos deben resolver las situaciones. Esto sirve mucho porque así ven la necesidad de armar normas para lograr una buena convivencia y cómo se pueden resolver problemas. Es la mejor forma de que ellos internalicen esas normas", apuntó González. ╠
"En el tercer encuentro, que se hace al finalizar el año, también con los padres y docentes, en el salón de acto citamos a actores de la sociedad civil como jueces, bomberos, policías, médicos que les cuentan a los chicos qué función cumplen día a día. Los niños pueden preguntar y sobre todo quieren saber sobre cómo generan la paz desde su profesión u oficio. Cada una de estas instancias no dura más que una hora y media. Es bien práctico y simple", acotó la docente.
"Terminado esto, los mismos niños que pasan a segundo grado reciben a sus compañeros de primero y allí refrendan el pacto de paz. Es una experiencia emocionante", agregó la presidenta de Kumelen.
El proyecto se trabajará el año próximo en la escuela Santísimo Rosario, en Arijón al 400.
Los resultados
En cuanto a los resultados que tuvo la implementación de este proyecto, que fue supervisado por el propio Perrone, la directora de la escuela 1420 destacó que "bajó el índice de violencia y se notó mayor respeto entre los chicos. Sacaban la pieza del rompecabezas y se decían entre ellos: «No nos peleemos ¡acordate que hicimos este pacto!»".
Además los padres pidieron que se aplique en otros cursos y hasta hicieron consultas para la resolución de conflictos en la familia.
"Para que este proyecto resulte tene que estar convencido el equipo de gestión de la escuela y todos los docentes", advirtió González. "Nosotros nos capacitamos todos: los docentes, los porteros, administrativos y directivos porque todos tienen que acordar con el ideario de paz que se propone a los niños", señaló y destacó que gracias a esto se hizo posible ver cambios en su institución escolar. ╠
González también reflexionó sobre la necesidad de pensar, como adultos: "Nos preguntamos, por ejemplo, si hoy escuchamos o no escuchamos a los chicos".
Esta experiencia fue de sumo provecho para todo el personal. Ahora les queda el desafío de continuarla con los próximos primeros grados.
"Es lo que podemos hacer nosotros para mejorar un poquito el mundo en que vivimos. No podemos esperar que todo lo solucionen los otros, sino que debemos hacer nuestro aporte", concluyó la presidenta de Kumelen que realizan toda esta tarea en forma gratuita en las escuelas que lo soliciten.
¿Qué es Kumelen?
La asociación civil sin fines de lucro Kumelen, nació hace cuatro años en Rosario y tiene una sucursal en el sur que se llama Fundación Catalinas. El lema de la institución es una frase de Eduardo Galeano: “Cambiar la mirada y mirar al otro como una promesa y no como una amenaza”.
Trabajan sobre todo en el aprendizaje para lograr reinsertar a los chicos en el sistema escolar.
Además de Paz en la Escuela cuentan con el proyecto Ida y Vuelta que está funcionando en el barrio Qom de Travesía y Almafuerte. Allí realizan actividades deportivas, talleres de carpintería y de oficios con el fin de sacar a los jóvenes de las adicciones y de la violencia. “Siempre trabajamos para que se creen vínculos de manera que se genere confianza y a través de esto transmitir valores para una convivencia pacífica”, destacó la presidenta Adriana Colussi, quien trabaja junto a Viviana Berardo, Paulo Vetronile y Nanci Torres.
Para contactarse escribir al e-mail: [email protected], o llamar al 156-948477.