Entre las evidencias recopiladas por Socca hay mensajes de Whatsapp. Diez días después del crimen de Leones seguían hablando sobre desactivar a competidores. Se desprende del diálogo las lógicas de un negocio perverso en el que los territorios tienen dueños presos con poder económico y verbal para que otros defiendan sus intereses a los tiros. “Hay que ir —dice el jefe— están vendiendo faso ahí, cumpa. Hace como una semana están y no puede laburar nadie en ese barrio. Haceme el favor boludo, acercate y deciles que no pueden laburar más. Si quieren laburar que sea para mí. Aparte hay una banda de criaturas y no da para sarparlo. Si ellos se quieren parar de manos contra nosotros yo piloteo. Pero que saquen las criaturas del medio porque les voy a hacer cualquiera”.
Al día siguiente se registró un intenso intercambio de mensajes al parecer motivado en que los de Joel habría secuestrado a un allegado a Camino. “Quiero activar. Me lo secuestraron al Popo ese que anda con la Erica”, cuenta Pablo en el primero, a las 14 del 22 de marzo de 2021, sobre una maniobra que atribuye al “gato tuerto de Joel”. El Mono pregunta: “¿Qué querés hacer?”.
—Me secuestraron al viejito, amigo, ¿qué voy a hacer? Quiero caer —dice Pablo como si le fuera posible cumplir con su deseo de salir de su celda e ir a gatillar.
—Me baño y estoy a pista —se apresta el Mono, que para las 15.30 ya estaba listo con su amigo “El D”, de 16 años. “Hoy tiene que ser la fija, uno tiene que caer”, dice el sicario.
“Quiero al Tuerto o Julio” pide Camino. Sus órdenes son bien específicas: “Quiero un piloto y tres gatillos. Hagan punta con la escopeta. Enchalecados y atrás al costado con las picos (pistolas). Hay que ser más rápidos que ellos. Usá la inteligencia, hermano, sé más inteligente. Vamos, compramos, al ratito pasamos de vuelta. Hay que usar instrumentos en la calle, cumpa: bici, moto, caminando, lo que sea. Hay que ser más inteligentes que ellos boludo. Están re perseguidos, tienen un 147 azul, una cripton azul y una YBR azul. Esas son las únicas movilidades que tienen. Se están dando vuelta en el barrio, pero no salen de la cortada de ellos”.
—Hacé bajar esa FMK3 que los hacemos mierdaaaa —se entusiasma el gatillero.
—El otro día se perdió una, quedó una sola. Pero eso no es para esta gente. Este es un tuerto que no tiene ni bicicleta hermano. Vos me decís «vamos a meternos en la casa de los Bassi, Alvarado, o los Funes, cualquier pinta que vos quieras cartelear, vamos con una FMK3, boludo. Pero estamos yendo con tres pipas, una escopeta, enchalecados, a matar a un tuerto que no tiene ni bicicleta. Ni ojo tiene. Si yo estuviera afuera me iría en bici, le diría «eeeeh amigo, dame una bolsa» y tengo un arranque y empiezo a los cuetes re mal, pam pam pam, donde entró un plomo en el cuerpo cae. Todos los que van tienen que tener puntería. Supuestamente el wachín que vas a pasar a buscar cerca de tu casa dice que es re bueno con la punte. Supuestamente el “D” es re bueno también, vos también. Entonces dejá de hinchar las bolas, hermano. Un ojo menos tiene”.
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Pasa un rato y Pablo decide cambiar la estrategia: “Vamos a llevar uno solo de los wachines. Si vamos en dos motos van a ser hormigas corriendo por todos lados, cumpa. Y ya sé lo que va a pasar, como el otro día que fueron dos motos y empezaron pam pam pam. La moto no va, porque cuando vean un auto o motos raras, ya saben que ellos se la mandaron y van a disparar. Y en donde disparen vamos a tirar y vamos a fallar de vuelta. Yo pongo esa moneda pero si le pegan a Julio o Carly. Si le pegan a otro no. Siempre lo mismo”.
El gatillero responde que “la moto es para salir de vuelo, la dejamos acá y vamos caminando”. Y le cuenta que ya tiene un “wachín” que los mantiene tanto sobre los movimientos del objetivo a atacar. Además, el encargado de organizar el ataque en el territorio le explica al jefe preso las contras de usar el auto que tienen. “Está re quemado. Apenas lo frenamos en mi casa empezaron a aparecer investigaciones, furgonetas frenando en la puerta de mi pasillo. Aparte es de tres puertas, hasta que bajen los de atrás es un re maneje. Caemos caminando con la escopeta en un carrito de ciruja”, propone Gonzalo.
Pero un rato después los planes se demoran por fuerza mayor: “Cumpa, estábamos por activar y estaba toda la yuta. Se metieron por los pasillos, caminando por todos lados”, advierte el sicario. Luego el “D” actualiza sobre la situación en el búnker rival: “Hay dos o tres en la puerta, ¿pero si entramos y no hay nadie? El Tuerto debe estar adentro, pero acá me dicen que salió”.
Oferta laboral
Durante la espera siguen los mensajes y no sólo con el jefe. Con el mismo entusiasmo que tiene para activar una balacera, el Mono chatea con un conocido que le pide trabajo. “Necesito gente que active, amigo. Te pasamos a buscar, todo. La próxima que haya te aviso. Tenés que estar atento, pero tenés que ir al frente”, le explica al interesado.
—Sabés que si hay una moneda piola le gatillo a cualquiera —responde el aspirante a sicario.
—Sí, sí, es por plata. Pero es cuestión de que te ganés la lealtad del loco que nos manda a hacer el laburo. Una vez que agarrás confianza sí vas a hacer una buena moneda —explica el contratista, y le pide: —Te voy a tener en cuenta, lo único que te pido es que no me falles.
—Bueno, vos fijate, si te falta uno yo ando activo.
“Listo amigo, cuento con vos, mirá que sale en cualquier momento, cuando se regala una bronca, llaman y vamos. Así que estate atento”, advierte el Mono, que sigue chateando con su jefe.
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Pablo insiste, ansioso como futbolista que no soporta mirar el partido desde el banco: “Boludo, tengo una bronca bárbara, cómo no estoy ahí. Vamos a hacerla re corta; encañonamos, pum escopetazo atrás de la puerta, patada. Y ojo porque tiene pistola tambien. Cumpa, con esa escopeta que tenés ahí, las pico que tenés al lado. De un bocado lo como”.
El Mono responde: “Sabés la adrenalina que tengo. Unas ganas de activar, de matar a uno. A unos cuantos quiero matar. Los pibes ya vieron foto de todo, a quién tienen que pegarle, a quién no. Esperando el gran momento. Hoy es la positiva, amigo”.
A las 22.20 el Mono manda más precisiones luego pasar por el lugar a atacar. “Hay como seis o siete”, calcula, y describe cómo visten. “Hay una piba medio gordita también, están todos de regalo”, advierte, y pide: “La chata de Erica decile que la tenemos que usar. Que un wachín vaya con Erica y la escopeta, los otros dos vamos en moto empipados. Bajamos una cuadra antes, amigo. Aparecemos caminando. Que la Erica y las motos nos esperen en la otra esquina”.
En el último mensaje registrado esa noche entre Camino y el Mono, a las 22.27, el jefe advierte: “La gordita es la mujer del Tuerto. Ojo las chicas. Nada más”. Sin embargo, no se halló respuesta a ese mensaje por parte del Mono: minutos después caería junto con el “D” de una moto que perdió el control y chocó contra una casa en zona de Rouillón y Amenábar.
Ambos habían sufrido balazos en sus piernas. Sin embargo quedaron imputados del crimen de Leones por el hallazgo, en la escena donde cayeron heridos, de una pistola 9 milímetros que resultó ser una de las armas homicidas. Sin embargo, hasta ahora la investigación de Socca no avanzó en comprobar dónde y cómo fueron baleados o si habían alcanzado a concretar el ataque contra el Tuerto planificado esa tarde.
Erica
Al día siguiente la noticia reflejada en algunos medios indicaba que los heridos arrestados iban secundados por una Ford EcoSport gris “conducida por una mujer de cabello rubio”. Para el fiscal se trataba de Erica M., sindicada como administradora de un búnker en Bajo Campbell. Sus roles oscilaban entre preparar bolsitas de cocaína, controlar la recaudación y rendir cuentas hacia arriba en la jerarquía de la banda. También disponía de vehículos, llevaba a los tiradores a ejecutar balaceras, ocultaba en su casa armas, chalecos antibalas y municiones.
Tras la caída del Mono y el “D” Erica le mandó a Pablo capturas de pantalla de la noticia en la que se habla del tiroteo y la EcoSport gris. “Pasame otro auto porque esta chata ya está muy quemada y me van a parar en todos lados”, plantea el 23 de marzo de 2021.
—Vos hacé plata, que esto pasó a otra etapa ahora. No quiero saber nada con nadie más que tú —responde el jefe. De alguna manera coinciden en que la solución violenta no trae los resultados esperados. “Ya se les termina, de la suerte no se vive”, dice Camino sobre sus rivales.
“Sí, que se termine de una buena vez, amigo. Así trabajamos solos en el barrio y hacemos plata. Lo único que quiero hacer es plata, plata y plata. Deshacerme de todos esos hijos de puta que lo único que saben hacer es romper los huevos. No sé con qué están bendecidos, cuántas veces quisimos atentar contra ellos y siempre nos sale mal”, plantea Erica en ese chat detectado en su teléfono cuando fue arrestada dos meses después.