Estefanía Pozzo resignificó la famosa frase de Bill Clinton “es la economía, estúpido”, y la usó en clave feminista para darle nombre a su libro: “Es la economía, vos no sos estúpida”. El trabajo de la periodista especializada en temas económicos _editado por Paidós y prologado por Luciana Peker_ propone “muchas cosas al mismo tiempo”, señaló la autora. Por un lado, abordar con “espíritu docente” cómo funciona el sistema económico y cómo las mujeres pueden moverse en el mundo de las finanzas y la inversión, y por otro lado, un conjunto de ideas sobre “cuál es nuestro vínculo con el dinero”, dijo.
“Las narrativas que tenemos alrededor del dinero hablan poco de nuestra vida cotidiana”, apuntó Pozzo y señaló que “si no hacemos el ejercicio de pensar cómo definimos al dinero o qué importancia tiene en nuestra vida, difícilmente podamos describir de manera consciente qué significa para nuestro propio proyecto de vida”. Según dijo, “hay muchas cuestiones pendientes para construir en ese vínculo con la plata que nos ayude a decidir con libertad, la que debemos tener para hacer las cosas que deseamos”. Esa libertad fue la respuesta mayoritaria que la autora recibió cuando en una encuesta en Instagram indagó sobre las posibilidades que daba el dinero a las personas, que está relatada en el libro.
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El libro fue editado por Paidós.
Con una prosa ágil y clara, Pozzo aborda los temas más duros de la economía, como el funcionamiento del Banco Central, presupuestos, las reservas, el Producto Bruto Interno, pero ingresa a través de vivencias personales, como aquella que la recuerda con 8 años pidiéndole dinero a su padre para comprar un helado, con la intención de que nadie decida sobre su deseo, y con la cual da el puntapié a su trabajo. “Charlar de guita puede ser un buen plan para que el dinero no nos vuelva a dejar secas, ni de deseos ni de palabras”, dijo Peker en su prólogo en el cual señaló que “lo interesante de este libro es que propone un feminismo financiero para ganar sin que otras pierdan”.
“Hablemos de dinero, nos propone Estefania Pozzo. Y nos resalta que es sexy, como canta Cazzu”, reflexionó Peker.
“Me fui a buscar en otros libros, otros estudios, qué decía la teoría sociológica respecto de nuestros vínculos con la plata, y algunos tips de cosas que fui pensando sobre mi propia experiencia sobre el dinero y qué estrategias tengo para que me sirva para tomar algunas decisiones”, dijo Pozzo y “eso es lo que intenté transmitir con la obsesión de que se entienda”, agregó.
El objetivo se cumple claramente. La escritura de Pozzo permite una lectura no convencional, donde el lector puede elegir el capítulo por el cual empezar, sin temor a perder el eje central del libro.
Uno de los aspectos novedosos que aborda la autora es el vínculo del dinero en la pareja, en el último capítulo que lleva el nombre de «Lo tuyo, ¿es tuyo?». “Sabía que el tema del dinero en la pareja era ineludible porque es muy importante en nuestra vida y además sobre el cual no hay reglas escritas”, dijo la periodista nacida en Córdoba. “Allí hay preguntas, una recopilación sobre qué dice la legislación, algo que considero muy importante, porque aunque no querramos hablar de regímenes patrimoniales, hay que saber que la ley regula los vínculos amorosos, formales o no”, apuntó.
De todos modos, reconoció que la escritura del libro arrancó por la inquietud sobre las mujeres y el manejo de las finanzas. “Comencé por lo que está contenido en el capítulo 7 que habla sobre finanzas”, dijo. “Sentía que había mucho relacionado a tomar decisiones sobre el patrimonio propio que necesitaba estudiar y eso significó que tomara clases e incluso comenzara una maestría sobre el tema”, agregó.
“Esa fue la puerta de entrada, y al tiempo me di cuenta que había muchísimo por hacer en ese campo, que las mujeres somos muy inseguras en materia de decisiones financieras de inversión”, señaló al relatar que esa inquietud partió incluso desde otra vivencia personal. “Si esto me pasa a mí, que soy una periodista que hace 11 años trabajo en temas económicos y tengo determinada información para analizar variables macroeconómicas a la hora de tomar mis decisiones financieras, no quiero imaginar qué le pasa a cualquier otra persona que no la tiene”, reconoció. “Me cayó una ficha muy grande, y dije «tengo mucho para aportar en este campo» y a partir de allí comenzó la escritura de este libro que “me cambió la vida”, aseguró.
—¿Incluye el tema del endeudamiento, particularmente en las mujeres en cuanto a cómo funcionan las relaciones de poder?
—Sí. Las preguntas que yo aporto sobre el endeudamiento son sobre los motivos por los cuáles se produce. Hay que empezar a preguntarse si nos endeudamos porque tenemos ingresos muy bajos y necesitamos cubrir un hueco todos los meses. Si pagamos el mínimo de la tarjeta de crédito, si pedimos prestado, y no podemos levantar cabeza con la cantidad de deudas. Hay que empezar a preguntarse los motivos de esas deudas asfixiantes y en función de eso, empezar a ordenar. Hay algo clave en la administración del dinero en el hogar y en la vida personal que es el orden, porque nos permite tener más de claridad en las decisiones que queremos tomar. Por orden no hace falta que sea algo súper metódico, como tener una planilla de Excel, sino a tener algún grado de conciencia sobre cuáles son nuestros presupuestos y cómo armarlos. Eso es importante a la hora de clarificar el tema del endeudamiento. Hay que preguntarse ¿realmente necesito seguir gastando determinada cantidad de plata en tal cosa? ¿Puedo modificar mis gastos o generar algún tipo de ingreso extra para cubrir las deudas? Todos son preguntas que tiene que estar antes de tomar decisiones.
—¿Las mujeres tienen una mirada diferente de la economía?
—Hay una mirada diferente si esa mujer es feminista. Porque siempre va a mirar el sistema económico incluyendo las desigualdades de género dentro de su análisis y eso me parece lo más virtuoso.
—En una parte del libro señalás que cuando consultas como periodista a economistas, los hombres responden a todo y rápido, mientras que las mujeres se toman más tiempo ¿Por qué?
—Una mujer economista responde más lento y con más inseguridad que un varón porque tiene mucho menos habilitada socialmente la palabra y también la mediocridad. Un varón no necesita saber todo y ni tener grandes ideas, ni siquiera ideas propias, para responder en una entrevista. Por lo general, las mujeres somos muchísimo más exigentes, se nos exige más, se nos agrede más y frente a un error, la mayoría me decía que tenían pánico al archivo. Pero además, en general las mujeres están cuidando, haciéndose cargo de la comida en su casa, ocupándose de sus hijos por más que sean profesionales y tienen menos tiempo disponible para poder destinar, entre otras cosas, a una nota periodística.