Estamos andando por un siglo, donde muchas de las formas artísticas que heredamos han sido quebradas, para edificar nuevos paradigmas. En lo que tiene que ver con la música popular, en las décadas finales del siglo XX, se producen fenómenos increíbles, músicas de origen popular trascienden el mero divertimento para transformarse en músicas para ser escuchadas, un privilegio, hasta ese momento, propio de la música clásica. Así, los Beatles comienzan con el rock una revolución que aún no ha terminado. Mientras que el jazz profundizaba el diálogo con músicas de otras culturas y tradiciones. Viaje parecido emprende el tango, en especial de la mano de Astor Piazzolla. Más tarde lo haría la música de nuestra tradición folclórica. Las barreras establecidas entre los géneros musicales se rompen, los géneros se influyen mutuamente y, como consecuencia, hoy estamos ante una riqueza sonora única, en un ámbito globalizado donde las tradiciones ceden y el mestizaje triunfa.
El oyente o el melómano ha cambiado, acompañado a las nuevas tradiciones musicales que se están consolidando. Así como en otras épocas existía el oyente enciclopédico, encerrado en un tipo de música dentro de barreras exclusivas levantadas en torno a la complejidad musical de la obra musical, o la elevación cultural o social del oyente, esas barreras han claudicado, se han permeabilizado y estamos ante un oyente omnívoro.Ese rasgo permite el disfrute aumentado de la música, poder descubrir los diálogos entablados por el artista con otras tradiciones, lo que le da una apropiación intelectual al oyente, y también, la utilización de citas y de relecturas por parte del compositor o del intérprete amplía el panorama cultural inherente de cada obra.
Nadie puede negar que la versión que Sting hace de las canciones de John Dowland, músico del renacimiento inglés, y creador de bellísimas canciones, es sin duda autorreferencial, o que Las Cuatro Estaciones porteñas, de Piazzolla, sobre el auge de la música de Vivaldi, en la década del 60, con la mulitpremiada grabación de I Musici (más de 25 millones de copias vendidas) es una obra pensada para borrar fronteras entre los géneros y busca la referencia del tango con la música clásica. De más esta decir que lo logró.
Por otro lado, escuchar al Chango Spasiuk junto a Raúl Barboza es disfrutar de un placer que tiempo atrás era privilegio del amante de la música de cámara, o del jazz. En cuanto a la música clásica, llega a más público que nunca antes en la historia y nombres como Shostakóvich, Mahler, Glass, Arvo Part, son parte de la cultura popular. Asimismo, la ópera aggiornada en sus presentaciones escénicas, llega mediante Youtube o sitios similares a todos los rincones del planeta, una difusión que no se logró nunca antes en su historia.
Y no es casualidad que la Fundación Héctor I. Astengo en adhesión a los 90 años de su Teatro Auditorio Fundación, presente "Bellangelbond, una Fiesta de la Música". Es una festividad al nuevo modo de entender la música, que trasciende los limites de la industria, que no se rige por compartimentos estancos, ni por falsas divisiones culturales o sociales. Para festejar la música, se presenta hoy, a las 20, un concierto con el Pro Musica Antiqua Rosario; el Conjunto Instrumental Juvenil del Instituto Pro Musica; Dúo Mellizas Castro; Grupo de Niños y Grupo Juvenil del Coro Estable de Rosario, con la pianista Laura Brunetti como invitada. Una verdadera fiesta, en honor de la música, extendida y recargada del siglo XXI, donde los límites han sido rotos para que surja, nuevamente, más libre y gloriosa: La Música.