La pérdida de la inocencia comienza para Elena el día en que llega a la clínica a la que acaba de ingresar moribundo su esposo, Augusto, y descubre a una chica mucho más joven, Adela, fumando desconsolada un cigarrillo tras otro por los pasillos. ¿Quién es esa chica que acompañó a su marido hasta ahí? ¿Y por qué, antes de morir, éste le pide que cuide de ella?
Ese es el punto de partida de “Viudas”, la última película del director argentino Marcos Carnevale, una comedia dramática protagonizada por Graciela Borges (Elena) y Valeria Bertuccelli (Adela) sobre dos mujeres que parecen tener muy poco en común salvo haber amado al mismo hombre y que se estrena en Rosario pasado mañana.
“A mí lo que más me gusta contar son historias de sentimientos”, dijo Borges. La actriz recordó sus últimos trabajos en cine, “Monoblock”, de Luis Ortega, “Las manos”, de Alejandro Doria y “Dos hermanos”, de Daniel Burman, y afirmó que si bien fueron todos “muy felices”, se sentía parada y estaba con ganas de hacer algo “más sobre los sentimientos”.
De hecho, Borges fue el motor detrás de la película, ya que fue ella quien recibió el guión de Bernarda Pagés, se interesó por la historia y convenció de rodarla a Carnevale, quien tiene una larga trayectoria como guionista de televisión y dirigió películas como “Anita” y “Elsa y Fred”, una historia de amor entre ancianos protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre a la que le fue muy bien en la taquilla.
Borges también sugirió como coprotagonista, de entre “varias maravillosas actrices jóvenes argentinas” a Bertuccelli, con quien tenían ganas desde hace mucho tiempo “de hacer algo juntas”, y convenció al director de sumar al elenco al imitador Martín Bossi, que debuta en cine con su papel de Justina, la empleada doméstica de Elena.
En “Viudas”, Bertuccelli compone a Adela, una chica risueña que nunca supo muy bien qué hacer de su vida hasta que conoció a Augusto, a quien se aferraba como a una tabla de salvación. Después de su muerte, su propia vida, que oscila entre un trabajo monótono en el servicio radial de información de tránsito y su poco constante asistencia a la facultad, se torna insoportable y, tras un intento de suicidio, busca refugio en la persona más impensada, Elena.
La única verdad... Es así como estas dos mujeres terminarán conviviendo bajo el techo de Elena, una coqueta documentalista de unos 60 años que desde la muerte de su marido vive sola con su empleada doméstica, Justina, un travesti que guardó celosamente durante años los secretos de su esposo.
En medio de esta situación por demás atípica, la asistente de dirección y amiga íntima de Elena, Esther (Rita Cortese), intenta ayudarla a no perder la cordura.
Con la convivencia, a Elena se le abren cada vez más preguntas. ¿Cuándo se conocieron Augusto y Adela? ¿Por qué su marido, con quien sostuvo durante décadas lo que parecía un sólido matrimonio de dos adultos sin hijos, se enamoró de ella?
“La película tiene una cuerda muy difícil, hay que saber hacer equilibrio. Uno sabe cómo hacer cine, pero nunca los resultados”, confesó Borges. “Sin embargo, no tiene un sólo golpe bajo y está llena de sentimiento”, agregó.