Música a todo volumen, vestuarios y maquillajes con colores estridentes, luces en constante movimiento, payasos ruidosos y acróbatas con una destreza impresionante conviven en una función de circo. Una fiesta de estímulos, donde el público es sorprendido una y otra vez por la magia de los artistas. Es un tipo de espectáculo atractivo que, sin embargo, no es apto para todo tipo de público. ¿Existe la posibilidad de adaptar la propuesta y hacerla más inclusiva, sin dejar de lado su espíritu? Una experiencia piloto del Circo Servian buscó responder ese interrogante.
Este jueves, Argentina vivió su primera función de circo “distendida”, adaptada especialmente para personas con neurodivergencias, como trastorno del espectro autista (TEA) o trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Esta propuesta inclusiva, inédita en el país, se realizó nada más y nada menos que en Rosario, en la gigante carpa blanca ubicada en la rotonda de avenida Francia, sobre el parque Scalabrini Ortiz, lugar donde el Circo Servián está instalado hace más de dos meses.
La respuesta de los asistentes fue palpable. Familias emocionadas por poder participar de actividades que habitualmente dejan fuera a sus hijos. Madres celebrando que desde el mundo artístico se contemple y abrace la diversidad.
Todo en la función de este jueves del espectáculo “El gran sueño” estuvo adaptado: desde las luces, pasando por la música y los vestuarios, hasta a la coreografía y números artísticos que realizaron los bailarines y acróbatas. En la previa a la función, Alan Trippeli, coreógrafo del circo, expresó, en conversación con La Capital, que desde la organización deseaban que “la magia del circo pueda llegar a todas las familias”.
“El gran sueño” es un espectáculo de dos horas, pero la versión “distendida” duró una hora, con un intermedio de cinco minutos. Durante todo el show se mantuvo la luz de sala, y se eliminaron los juegos de flashes y luces, algo que puede resultar sobreestimulante para los adultos y niños dentro del espectro autista. En la misma línea, la música se mantuvo en un volumen bajo, agradable al oído y por momentos parecía incluso “música de fondo”.
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Dentro de la misma carpa, apartado del sector del escenario, prepararon un “rincón de la calma”, un espacio lejos de los estímulos, donde los niños y niñas pueden recurrir en caso de “desorganizarse” durante la función
Foto: La Capital / Marcelo Bustamante
En cuanto a los artistas, los movimientos de los bailarines y los acróbatas eran suaves, sin sobresaltos, con expresiones faciales relajadas y un porte que rozaba lo etéreo. Los payasos se movían casi como mimos, sin gritos ni movimientos bruscos. Además, se eliminaron varios números, entre ellos la “rueda de la muerte”, el espectáculo en el que un grupo de motociclistas se desplaza dentro de una esfera de metal entrelazado, uno de los números más peligrosos en el arte circense.
Para poder realizar la función “distendida”, los performers del Servian se prepararon más de tres meses, y adaptaron desde las coreografías hasta las expresiones de los cuerpos. “Nosotros teníamos movimientos muchos más aguerridos, con más fuerza y tonicidad muscular, pero trabajamos mucho para disminuir estas cuestiones, y bajarle un tono a nuestra corporalidad”, expresa Tripelli.
La respuesta del público fue igual a la de cualquier función de circo "convencional": brillaban las caras de ilusión y sorpresa. Los niños saludaban a los payasos y ellos devolvían el saludo. Todo el show transcurrió en un ambiente agradable, una atmósfera cuidada, familiar y lista para actuar ante cualquier eventualidad.
Además de las modificaciones en la puesta en escena, dentro de la misma carpa, apartado del sector del escenario, prepararon un “rincón de la calma”, un espacio lejos de los estímulos, donde los niños y niñas podían recurrir en caso de “desorganizarse” durante la función, según explica Camila Dupoux, la psicopedagoga que estuvo a cargo de adaptar el show y capacitar a los performers. En este rincón de calma había elementos como orejeras y juguetes sensoriales que podían ayudar a apaciguar una crisis. El Servián planea mantener este espacio disponible en el resto de los espectáculos.
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Foto: La Capital / Marcelo Bustamante
La función “distendida” del Servian es un proyecto inédito dentro del mundo del circo. Y no solo dentro de ese mundo: es una realidad que las propuestas de entretenimiento adaptadas para personas neurodivergentes no son comunes. “Los niños con TEA o TDAH sólo habitan la escuela o terapia, pero toda la parte lúdica y social queda excluida”, afirma la psicopedagoga del circo, y añade: “No hay propuestas adaptadas masivas ni a nivel país”.
Quizás por las características inéditas de esta propuesta inclusiva, en esta primera prueba piloto del Circo Servian la asistencia del público es tímida, y se limita a una serie de familias. Cuando comienza la función, este diario se mezcla entre la audiencia y charla con los asistentes. En los diálogos que mantuvo La Capital con las madres presentes, todas confirman que este show es una rareza: al menos en Rosario, no hay ofertas de ocio o entretenimiento para niños neurodivergentes.
“Uno piensa que la discapacidad es solo silla de ruedas o ceguera, pero son muchas otras cosas, hay muchas personas neurodivergentes que quedan por fuera, no hay ofertas para ellos, y también tienen muchos problemas de sociabilización, y esto no ayuda”, dice Beatriz, una madre de una niña con un grado de TDAH.
Beatriz es voluntaria en un programa que busca visibilizar la discapacidad en la multinacional donde trabaja. Se enteró de la función adaptada por un compañero de trabajo, que también participa del voluntariado. Ella ya había asistido a la función “convencional” con su hija, pero la niña tuvo que usar tapones de oído durante todo el show. En la “distendida”, espectáculo con una hora de duración, no necesitó esa herramienta.
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Durante todo el show se mantuvo la luz de sala, y se eliminaron los juegos de flashes y luces, algo que puede resultar sobreestimulante para los adultos y niños dentro del espectro autista
Roxana, madre de un niño de 9 años dentro del espectro de la neurodivergencia, terminó la función llorando de la emoción. La mujer le cuenta a este diario que desde que recibieron el diagnóstico de su hijo, no lo puede “llevar a cualquier lado” y que “no hay nada” en Rosario adaptado para él. “Esto es hermoso. No lo puedo llevar ni al cine porque la música está fuertísima”, continúa.
En ese momento, otra madre se da vuelta y le cuenta que en el Cine Lumiere pasan funciones con música y luces adaptadas, “para que lo tengas en cuenta”, le dice.
Roxana pone en relieve otra cuestión. No solo no hay oferta cultural para la neurodivergencia, sino que, al salir de casa, también hay que lidiar con “la mirada del otro”, específicamente, con la mirada de los otros padres. “Acá (en la función distendida del Circo Servian) todos los niños gritan, hacen ruido, al igual que mi hijo, y nadie los juzga”, dice la madre, y añade: “Acá esto es ‘normal’”.
Una vez terminado el show, una abuela se acerca a las organizadoras y les agradece: “Esto es maravilloso, muchas gracias”, le dice, emocionada, la mujer a una de las responsables de prensa.