La decisión del gobierno de Javier Milei de emitir una fuerte señal de cara al Día de la Memoria, con el objetivo de fijar su posición sobre la última dictadura cívico militar y activar una batalla cultural al respecto, abre interrogantes sobre si están en riesgo los consensos democráticos sellados en los últimos 48 años en la Argentina.
Oscar Blando, profesor de Derecho Político y Constitucional, aseguró a La Capital que “están en cuestionamiento los consensos fundantes” de la posdictadura y, en ese sentido, recordó que las elecciones fueron ganadas por un presidente que “no pudo contestar si creía en la democracia".
“Milei no habla con el lenguaje de la democracia que supone pluralismo, búsqueda de consensos, diálogo y respeto por el otro y, especialmente, por el que piensa distinto o es opositor”, advirtió, para luego subrayar que el mandatario, “partícipe de la dialéctica amigo-enemigo, dividió el campo político ideológico entre la «gente de bien» y los otros, la casta”.
Por eso, también alertó acerca de que “hay miedo y autocensura” frente a un presidente que pretende gobernar por decreto con la suma del poder público y facultades extraordinarias, al margen de la Constitución y del Congreso, que “es un órgano de colaboración democrática que supone control y límites”.
Para Blando, “hoy están en cuestionamiento aquellos consensos alcanzados como el «Nunca Más», el rechazo a la violencia política como forma de resolución de los conflictos, la observancia irrestricta del Estado democrático y constitucional de derecho, la convivencia social y política y el respeto incondicional a los derechos humanos (todos, no sólo el de la propiedad)”.
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El gobierno tiene previsto pronunciarse con un video sobre la dictadura en paralelo a las múltiples movilizaciones por el Día de la Memoria.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital.
“Incluso, Milei pretende destruir el consenso democrático posdictadura alcanzado por todos los partidos políticos, incluyendo a los mayoritarios de entonces, la UCR y el PJ, sobre el rol de las Fuerzas Armadas (FFAA) y la no intervención en seguridad interior”, esto último, eje de debate frente a la ola de violencia extrema en Rosario.
Asimismo, Blando sostuvo que “la historia suele ser un territorio de disputa en cuanto a su lectura y relectura, interpretación y sentidos, pero lo que no se puede hacer es negarla”.
“En nuestro caso, se niega que haya existido terrorismo de Estado («fue una guerra»), campos de concentración, torturas, robo de bebés, violación de mujeres, etc. Es decir, refutan los hechos acabadamente probados en juicios, con derecho de defensa, frente a magistrados civiles, en procesos orales, con testimonios e inspección de centros clandestinos”, detalló.
Fue entonces cuando Blando enfatizó: “Lo grave es que, a 40 años de la recuperación de la democracia, ese discurso negacionista se haya convertido, como nunca antes en el país, en la prédica oficial del gobierno”.
“Hanna Arendt (filósofa e historiadora) advertía esa dificultad al afirmar: «somos incapaces de perdonar aquello que no podemos castigar e incapaces de castigar aquello que se ha vuelto imperdonable»”. Pero Theodor Adorno (filósofo), respecto del nazismo, dio una pista: el mandato fundamental es que Aushwitz no se repita”, rememoró.
En esa línea de razonamiento, Blando hizo hincapié en que “en la Argentina la alternativa es profundizar la cultura de la memoria y evitar no sólo que la historia se repita sino que se la niegue”.
Impacto relativo
Al analizar los consensos democráticos posdictadura, el consultor político Carlos Fara resaltó a este diario que “una cosa se rompe o no en función de la potencia que tenga quien pretende generar un quiebre y, hasta acá, ese poder es relativo en un gobierno de turno”.
“No creo que (la posición del Ejecutivo) modifique cuestiones institucionales de largo plazo. Además, luego debería romper la opinión pública sobre ese proceso, algo que tampoco me parece que esté cambiando en la actualidad”, puntualizó.
Tras limitar el riesgo de fractura de los pactos democráticos, Fara indicó: “No digo que el posicionamiento del gobierno implique un quiebre en una línea pero, en los efectos prácticos, sólo la opinión del Ejecutivo y sus relatos sobre los hechos históricos no necesariamente modifican una situación”.
Frente a un gobierno que luce decidido a contar su propia versión de la historia oficial, advirtió que “todo dependerá de cuánto éxito tiene Milei, porque en medio de la crisis económica es un tema que queda relativizado”.
En paralelo, Fara resaltó que “solamente si el gobierno tuviese mucho éxito habrá que ver cómo reacciona la opinión pública en ese aspecto en particular, que por ahora no refleja modificaciones”.
“Otro punto clave es la agenda de cambios institucionales que posee el gobierno al respecto. Porque una cosa es que Milei la tenga y otra que sea aceptada por el Congreso, ¿no? Construir un relato o fijar una posición pública no modifica una situación estructural”, concluyó.