Silvina Salinas
Leopoldo Gamboa fue asesinado en su departamento de Zeballos al 1500.
El nombre del preso estaba anotado en una agenda. Esa pista condujo a un presidiario que el viernes fue acusado de matar con crueldad a Leopoldo Teófilo Gamboa hace un mes y medio en su departamento de Zeballos al 1500. El jubilado frecuentaba la cárcel de Piñero por su labor pastoral y el año pasado llevó un registro de sus visitas al interno Víctor Manuel G., quien obtuvo la libertad en marzo. El día del crimen, el celular robado a la víctima impactó por última vez en una antena cercana a la casa de G. Y en las filmaciones del edificio quedó registrada la entrada y salida del atacante, con quien el detenido guarda un gran parecido físico.
Esa serie de evidencias enumeró el fiscal de Homicidios Ademar Bianchini al imputarle a G., de 31 años, un delito que se pena con prisión perpetua: homicidio criminis causa, es decir matar al jubilado para dejar impune un robo a su domicilio del 19 de junio pasado. El juez Florentino Malaponte le dictó la prisión preventiva por el plazo de ley y dispuso que lo revise un médico forense ante el planteo de la defensora pública Nancy Zulli sobre lesiones que presentaba el detenido.
Dos días
Gamboa tenía 77 años y vivía solo en el edificio de Zeballos 1565 donde el domingo 21 de junio fue hallado muerto en su departamento del séptimo piso. Su hermana Marta, con quien se comunicaba diariamente, llamó a la policía al no tener noticias suyas. Antes una vecina le había dicho que la puerta de Leopoldo estaba cerrada y no se escuchaba sonido alguno.
Marta se acercó al edificio y antes de entrar llamó al 911. La puerta del departamento estaba sin llave y los policías hallaron en una habitación a Gamboa muerto con signos de golpes y torturas. El cuerpo estaba sobre un manchón de sangre rodeado por el desorden típico de un robo. Tenía un corte en el cuero cabelludo y un cable de plancha atado desde el cuello hasta la pantorrilla izquierda. La plancha, con restos de sangre y cabellos, estaba en la pileta de la cocina. De la casa faltó un celular, una notebook y un bolso.
La autopsia determinó un grave traumatismo e cráneo y compresión del cuello. La imputación fiscal atribuyó la muerte al golpe en la cabeza que recibió dos días antes del hallazgo, la tarde del viernes 19. Su hermana había hablado con él por última vez a las 16.41 de ese día. La charla fue normal: Leopoldo le preguntó dónde iba a pasar el día del padre y ella no lo notó nervioso.
Todo lo que se sabía en las primeras horas es que la víctima conocía al asesino. Es que ese día las dos cámaras de vigilancia del edificio registraron cuando el jubilado bajó a recibir a un conocido a las 12.07. Lo saludó con un gesto cordial y lo acompañó al ascensor. Cinco horas después, a las 17.33, el visitante de campera y gorrita bajó la escalera que da al hall central. Llevaba un bolso en la mano y abrió la puerta principal con la llave registrada a nombre de Gamboa.
La agenda
El jubilado era colaborador de la Pastoral Penitenciaria. Sus compañeros de la agrupación católica dijeron que era muy reservado, se movía solo y llevaba un registro de sus visitas a la Unidad 16 de Pérez y la 11 de Piñero. Solía comentar entre sus allegados que lo preocupaba la falta de políticas de resocialización y por eso seguía en contacto con los internos una vez excarcelados o los recibía en su casa. Dos semanas después del crimen, el cuñado de la víctima entregó a los investigadores una agenda del año 2019 con anotaciones de Leopoldo. "364 días con Cristo y mis hermanos", decía en la portada.
Allí había registrado nombres y apellidos de los internos que visitó el año pasado en la cárcel de Piñero. Entre ellos se reiteraba el de Víctor G., del pabellón 1 pero en libertad al momento del crimen. Las sospechas contra él crecieron cuando el Organismo de Investigaciones comparó las filmaciones del edificio con fotos de su legajo.
El 9 de mayo de 2018 G. había sido condenado como reincidente a 3 años de cárcel por un intento de robo con arma blanca. El 22 de marzo pasado obtuvo la libertad asistida con la obligación de presentarse en el Patronato de Liberados cuando cesara el aislamiento obligatorio, pero no cumplió. Entonces fijó domicilio en Guatemala al 1500 bis, alternativo al de Derqui al 7000 que había brindado en un trámite anterior, ambos en zona oeste.
Evidente
La pericia sobre llamadas y tráfico de datos móviles del celular robado a Gamboa arrojó que dejó de usarse a las 17.44 del viernes 19. A las 19.05 impactó por última vez en la antena de Bolivia 1111 de Rosario. En ambos casos, a pocas cuadras de los domicilios del acusado. Al día siguiente de descubrirse el crimen, planteó el fiscal, comenzó a usarse en el Samsung Galaxy J2 robado al jubilado otra línea de celular a nombre de un vecino de Guatemala al 1500, lo que hace presumir que el aparato fue vendido en esa zona.
G. fue detenido el miércoles pasado en su casa de calle Guatemala donde personal de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) secuestró una gorra Nike gris y la campera que vestía cuando les abrió la puerta a los policías. Según el fiscal, la indumentaria es "idéntica" a la de la última persona que vistió a Leopoldo.
Con esas evidencias Bianchini acusó a G. de haber atacado a Gamboa entre las 16.50 y las 17.30 del 19 de junio: "Usted lo ahorcó con un cable de plancha, atándolo al pie izquierdo con el objeto de inmovilizarlo, clavándole a la altura del cuello un elemento con filo y golpeándolo con una plancha en la cabeza. Todo eso para procurar la impunidad en la sustracción de un celular, una notebook y un bolso". El acusado se mantuvo en silencio.