En agosto del año pasado los vecinos del pasaje Santa María al 3700, en la zona sudoeste, escucharon disparos y llamaron al 911. Los policías que llegaron al lugar detuvieron a un joven de 25 años que había saltado un tapial y arrojado una pistola, una Bersa Thunder calibre 9 milímetros con la numeración limada. Con el paso de los meses se determinó que esa pistola había sido usada en el asesinato de Jonatan Manuel Almirón, un muchacho de 27 años que estaba en libertad condicional cuando lo ejecutaron con sesgo mafioso el 26 de julio de 2023, a pocas cuadras del Gigante de Arroyito.
Matías Ezequiel C., el detenido con el arma, estaba en prisión preventiva por otros delitos y este jueves sumó una imputación por aquel crimen. El fiscal Alejandro Ferlazzo lo imputó como quien disparó desde una moto, en la que iba con otra persona, al menos dos veces hacia el interior del Chevrolet Onix blanco en el que se encontraba Almirón. Un ataque que ocurrió en la esquina de Ferreyra y José Ingenieros. El fiscal encuadró el delito como un homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Además, el funcionario del Ministerio Público de la Acusación le imputó a Matías C. la portación ilegítima de un arma de fuego y el delito de encubrimiento. Esto último, por haber adquirido la pistola Bersa Thunder con la que se cometió el crimen aún conociendo que provenía de un hecho ilícito. El juez Nicolás Foppiani le dictó la prisión preventiva por el plazo legal de dos años.
Almirón estaba dentro del auto estacionado cuando los dos sicarios en moto se pusieron a la par y le dispararon. Pese a estar herido alcanzó a arrancar el vehículo, pero a los pocos metros chocó contra un taxi y volcó. Uno de los disparos impactó en la cabeza del muchacho, quien murió en el lugar debido a una lesión cráneo encefálica grave.
Un testigo contó que vio a “dos personas robustas” a bordo de una moto negra que frenaron en Ferreyra y Génova y luego se fueron por esta calle.
La víctima tenía en ese momento libertad condicional tras haber sido condenado a tres años de prisión por tenencia ilegítima de arma de fuego. Había sido detenido en una fiesta clandestina durante la cuarentena. La policía secuestró dentro del vehículo 190 mil pesos, algunos dólares y dos cadenas de oro y tres teléfonos.
En la escena del hecho se secuestraron además dos vainas servidas y una bala deformada. Ese material balístico permitiría conectar a C., detenido de manera azarosa dos semanas más tarde, con el crimen de Almirón. Según planteó el fiscal en la audiencia, el acusado fue detenido a las 19.40 del 10 de agosto pasado en el pasaje Santa María al 3700 tras denuncias de vecinos por disparos de arma de fuego. Cuando lo apresaron, la prueba de dermotest resultó positiva.
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Por protocolo, el arma que descartó fue sometida a comparaciones con material balístico recuperado en otros hechos delictivos. Fue así que el Sistema Nacional Automatizado de Identificación Balística (SAIB) informó que el cotejo de la Bersa Thunder en cuestión, que tenía la numeración eliminada, resultó “positivo”. Es decir que hubo absoluta coincidencia entre “las vainas testigo disparadas por dicha pistola y las dos vainas del homicidio”.
Este resultado motivó la imputación de C., si bien se desconoce aún si existe alguna vinculación del joven con organizaciones criminales o la motivación del ataque. El abogado defensor Sebastián Pla rechazó la acusación y pidió que la detención se mantuviera sólo por dos semanas, pero el juez avaló la solicitud del fiscal y ordenó la prisión preventiva por el plazo de ley.