Durante el segundo semestre de 2020 dos grupos del barrio Tablada ligados al narcomenudeo mantuvieron una fuerte disputa que incluyó varios hechos violentos. Una de las organizaciones era comandada desde la cárcel de Piñero por Alejandro "Chuky Monedita" Núñez e integrada por otros jóvenes que en la calle seguían sus órdenes. Varios de ellos tuvieron una participación tan intensa como fugaz. En la investigación aparecen los planes de un intento frustrado de matar a Carlos Arguelles, el testigo protegido en la causa contra el narco Esteban Alvarado que finalmente terminó asesinado. Además se conocieron las conversaciones de uno de los tiratiros de la banda con su madre, que le pedía que se aleje "de esa vida y de esa gente" antes que lo mataran o terminara en la cárcel. Finalmente fue condenado junto a un cómplice a 9 años de prisión en el marco de un procedimiento abreviado.
Un sector del barrio Tablada fue escenario de un conflicto que durante algunos meses de 2020 mantuvieron dos grupos. Por un lado el que, según la Justicia, lideraba desde la cárcel Chuky Monedita, hoy de 27 años y preso desde 2015 en Piñero, donde cumple condena por el asesinato de Cristian "Charly" Machuca. Del otro lado estaba la banda que, también desde prisión, encabezaba Lucas Smith, de 21 años y condenado en diciembre pasado por un robo calificado. Ese grupo era referenciado como "La Planchada" por tener base en el sector del barrio conocido con ese nombre.
En junio de 2021 el fiscal Pablo Socca imputó a Chuky Monedita como líder de una asociación ilícita integrada por al menos otras diez personas que también fueron acusadas como miembros. La organización comenzó a desmantelarse luego de la detención de uno de sus integrantes, Jonatan Ribles, que en octubre de 2020 y tras una persecución fue aprehendido con una moto robada y dos armas. Con el secuestro de su celular comenzó a develarse el funcionamiento de ese grupo que entre sus actividades comprendía la administración de algunos puntos de venta de drogas, lo que por sus dinámicas llevaba al enfrentamiento con otras bandas consideradas competencia. Ribles fue condenado en mayo pasado en un procedimiento abreviado a 12 años de prisión como miembro de la asociación ilícita y como instigador de uno de los intentos de asesinato de Carlos Arguelles.
La caída
Dos semanas después de la detención de Ribles cayeron otros dos jóvenes de quienes en ese momento no se tenía registro de su participación en la banda, algo que comenzaría a conocerse con el avance de la investigación. En aquella ocasión, el 2 de noviembre de 2020, Nahuel Agustín Papiri y Nahuel Sebastián Riveros, hoy de 23 y 24 años, fueron detenidos luego de balear una casa.
El atentado fue cerca de las 14, cuando los dos llegaron en una Citroen Berlingo a Biedma al 100, territorio de La Planchada, para gatillar al menos tres veces contra una vivienda. Mientras huían, en Chacabuco y Seguí comenzaron a ser perseguidos por un móvil policial en un trayecto que duró unas cuadras. Al encontrarse encerrados Riveros se bajó del lado del acompañante con un arma de fuego en la mano y Papiri, que conducía, también se bajó y fueron aprehendidos. Luego se supo que la camioneta en la que iban había sido robada un mes antes en la zona noroeste.
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En un principio quedaron detenidos e imputados por la portación ilegal de arma de fuego de guerra pero con el tiempo se les atribuyó también ser miembros de la asociación ilícita liderada por Chuky Monedita. En sus celulares, así como en la investigación paralela a la banda, aparecieron detalles de su participación en el grupo: desde la pretensión de matar a Carlos Arguelles hasta las fotos que se enviaban alardeando sus armas de fuego.
Venganza
Un día antes de ser detenido Papiri estaba desesperado porque le habían tiroteado la casa varias veces en pocas horas. Temía por sus hermanos menores y otros familiares que vivían con él en su casa de La Paz al 5400. Entonces le pidió a Chuky Monedita que le consiguiera un arma para poder defenderse. "Necesito que me zafes, necesito una pipa", le pidió el 1º de noviembre de 2020 a las 8. "Hermano por favor me cayeron de nuevo tiraron una banda de tiros", le volvió a mandar cerca de las 19 del mismo día. "No tengo pipa boludo, tengo 3 rotas y 2 perdió coso y hay una andando que le voy a dar mañana para el laburo que tengo que hacer boludo", le respondió Chuky.
Mientras tanto Papiri también hablaba con su madre y su hermana. "Te pedí que no te caigas y te caíste, ahora te pido que te levantes por mí y sigas bien como estabas, quiero mi hermano el que no toma drogas, el que no tira tiros ni roba", le rogó su hermana. Él dijo estar harto: "Voy a cazar una pistola y le voy a ir a hacer la guerra a ese gil de goma. Matar o morir". La bronca era con "el gil de Maxi". "Me mató a mi amigo y se hace el personaje conmigo".
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En distintas partes de las conversaciones hacían alusión a Nikito, apodo de Nicolás Ríos, un joven de 17 años que había sido asesinado pocos días atrás, el 22 de septiembre de 2020 en Barra y 27 de Febrero. Incluso el arma que Papiri le pidió a Chuky Monedita era también para vengar a su amigo: "Si vos me habilitás la pipa yo los bajo. A parte ya de paso lo vengo a mi compañero, Nikito era mi re compadre hermano, Nikito era mi re pierna".
"Matar a un viejo por medio millón"
En las conversaciones con su madre y su hermana aparecen más referencias a amigos o allegados que terminaron muertos, heridos o presos. "Sé que no andás bien, sé que te torciste otra vez y siempre tengo miedo de perderte. No quiero que terminés como Pato, tampoco como Joel o llorarte en un cajón", le decían. Papiri parecía no hacer caso, su respuesta fue un fragmento de una canción del trapero Lit Killah: "Yo siempre camino flexin por la street".
Pero hablaba en serio. "Ahora estoy por ir a hacer un maleanteo, vamos a hacer un buen atraco, un millón para mí", confesó. En esos mensajes se evidenció el inmenso contraste entre la ganancia percibida por ciertos hechos delictivos en relación al pago de alguna changa informal. "Me mandaron a hacer un laburo hace como una semana. Hay medio millón. Hoy fui a hacer un flete y me gané 200 pesos. Tengo que matar un viejo para agarrar medio millón", dijo. El "viejo" al que se refería era Carlos Arguelles.
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Su madre no quería creerle: "Mi hijo ya dejó esa vida. Mi hijo quiere salir adelante laburando, vivo, limpio y tranquilo, ¿o me equivoco?". "No, no te equivocás. Si no ya andaría en un re tutu", le dijo él. "Sos mi vida, no me defraudes, te amo mucho", le respondió su madre y la conversación terminó cuando ella le envió una foto en la que Papiri sonreía con un niño en brazos.
Tres días después lo detuvieron junto a su cómplice. Esta semana, en un acuerdo presentado entre el fiscal Socca y la defensa de ambos, el juez Pablo Pinto homologó el procedimiento abreviado y condenó a Papiri y Riveros a 9 años de prisión por portación ilegítima de arma de fuego de guerra y por ser miembro de la asociación ilícita, delito agravado por la participación de un menor de edad.