El sábado 16 de abril de 2021 Nicolás “Fino” Ocampo, un hombre condenado como integrante de la banda del capo narco Esteban Lindor Alvarado, fue ejecutado frente a su casa de Ocampo al 6600 a bordo de una camioneta Toyota Hilux modelo 2012. Junto a él estaba uno de sus pequeños hijos, de dos años, que resultó ileso. Por ese crimen cuatro personas recibieron prisión perpetua. Uno de ellos es Fabio Alejandro Giménez, un privado de la libertad de 34 años que desde prisión gestionó aprietes, balaceras, extorsiones y homicidios según se desprende de al menos una decena de carpetas judiciales abiertas en su contra por diferentes fiscales.
Claro que en la vida nada es gratis o barato. En su vida de delincuencia callejera Giménez perdió al menos a tres familiares que murieron asesinados: su cuñado Sergio Carlos Birri, la noche del 19 de noviembre de 2019 en el patio de su casa de Estudiante Aguilar al 7700; su hermano Sergio Rubén Giménez, asesinado en medio de un partido de fútbol la tarde del domingo 24 de noviembre de 2019 en una cancha de Pujato al 8000, y su madre, Catalina Aquino, ejecutada en su casa de Misiones al 2100 el 17 de agosto de 2022.
Resabios cubiertos con mortajas fruto de una encarnizada disputa que comenzó a principios de 2014 y que tiene como protagonistas a integrantes de la familia Giménez _Felipe, alias "Tartita", en otros_ y las huestes de Claudio “Morocho” Mansilla, pesado hampón del oeste rosarino reconocido ante el gran público por ser el último recapturado de una bochornosa fuga de la cárcel de Piñero en plena reclusión por la pandemia.
Giménez es un cuentapropista del delito. Una especie de gerente de violencia que se maneja al mejor postor que recibe encargos y los terceriza entre sus gatilleros. Una de las más recordadas imputaciones de Fabio Giménez se dio en junio de 2022, un año después de que este hampón fuera acusado como instigador del asesinato del Fino Ocampo. Tras la detención de Samanta Joana Vilches, su novia por aquellos días, luego de que lo visitara en Coronda el jueves 26 de mayo de 2022, el dueño del departamento que la mujer ocupaba en Villa Gobernador Gálvez recibió una llamada la noche del domingo 29 desde un número de celular desconocido.
"Hola amigo”
"¿Vos alquilás una casa que fue allanada?” le preguntaron. El joven no alcanzó a responder cuando recibió directamente una llamada y una voz de hombre le repitió la misma pregunta. La respuesta fue "sí". También respondió que se habían llevado una moto y nueve balas. “Ya lo sé, porque era mi mujer, que ahora está en cana”, se presentó el interlocutor, Giménez en persona, quien entonces desplegó sus intenciones. “¿Vos entraste a la casa?”, le preguntó Giménez. El dueño del lugar le explicó cordialmente que había ingresado con un plomero para arreglar el calefón y chequear que todo funcionara como debía.
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El preso le preguntó si había entrado al baño. Y cuando el muchacho le dijo que sí, para ver si funcionaba el calefón que habían arreglado, Giménez se despachó con un “vos le faltaste el respeto, cómo vas a entrar al baño, había ropa interior de mi mujer, no tendrías que haber entrado”. Y antes de ponerle precio a tamaña afrenta, le explicó que él también estaba preso y tenía para rato.
Es más, para demostrar que lo suyo era serio le mandó una captura de pantalla del portal Rosario3.com que hablaba de sus logros en el mundo de la extorsión. “La voy a hacer corta, vamos a terminar bien. Quiero 300 lucas y me olvido de todo. No te mando a balear ni nada”, le propuso el preso como solución al flamante conflicto que acababa de inventar.
Con la cabeza repleta de preguntas la víctima le dijo que no tenía más que 50 mil pesos. Pero esa oferta a Giménez no le cerró. Entonces el hombre decidió llamar a un amigo para que le prestara dinero y ofertó 100 mil. A Giménez tampoco le cerró. Quería 150 mil. Finalmente acordaron un pago 150 mil, además de un freezer y un horno como garantía de que juntaría el resto en dos semanas, o la deuda subiría a 400 mil pesos.
Dos horas después llegó una chica a la que la víctima le entregó 100 mil pesos. Momentos después volvió a recibir una llamada. Era Giménez pidiendo 200 mil pesos más para el día siguiente, cuando sus emisarios acudirían con un flete para llevarse los elementos en garantía. Asediado por la voracidad del extorsionador, el dueño de la casa no tuvo más opción que luchar con sus miedos y hacer la denuncia. Pero Giménez seguía presionando, celular en mano.
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La mañana siguiente, lunes 30 de mayo, mientras el denunciante relataba la situación en Fiscalía, recibió otro llamado: “Hola amigo, no me des el freezer ni nada, dame las 200 lucas. Me das las cosas, borro tu número y se termina todo”, le dijo. Así, acordaron que esa tarde, sobre las 15.30, iría una chica que Giménez presentó como su hija con un flete para llevarse las cosas de Samanta y el dinero. En tres semanas de junio de 2021 Giménez acumuló tres acusaciones por extorsiones realizadas desde la cárcel.
Entrega controlada
El acuerdo desembocó en un procedimiento de entrega controlada. Cuando la víctima se aprestaba a pagar los cobradores fueron detenidos. La chica era hija de Samanta, quien junto con otro muchacho fueron puestos a disposición de la Justicia de Menores. Y otros dos fleteros, si bien fueron imputados días después, luego quedaron en libertad porque no habían participado del plan. Horas después Giménez y Samanta fueron imputados, como estaba previsto, por los hechos que habían originado la investigación y detención de la mujer. Y el fiscal Pablo Socca le imputó a él haber pergeñado el hecho contra quien le alquilaba la casa a la mujer.
En diciembre de 2022 Fabio y Samanta fueron acusados por otro hecho de asesinato, en este caso, el de Verónica Natalia Almada. Se trataba de la hermana de Jonatan, apodado “Peco”, considerado un importante engranaje de la banda que en barrio Ludueña era comandada por Andrés Fabián “Andy” Benítez y Julián Aguirre.
Verónica Almada fue baleada frente a su casa de Urquiza al 6000, en barrio Ludueña, el viernes 18 de febrero de 2022. En el ataque también fueron heridas dos personas, una de ellas el hijo de seis meses de la víctima. La idea de Giménez a la hora de instigar el crimen era asesinar a Peco o en su defecto a Cristian Leonel “Larva” Fernández. Giménez fue acusado como instigador y Vilches como coautora funcional.
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Hasta la semana que termina Giménez acumulaba dos condenas, de 2014 y 2019, que le habían sido unificadas en 13 años y 8 meses de prisión con una declaración de reincidencia. Esta semana le sumó una condena a perpetua por haber instigado el asesinato del Fino Ocampo y por un fallido intento de asesinato contra el empresario de suplementos deportivos Mauricio L. del Laboratorio Nutrilab.
Por este caso el empresario Lucas Farruggia fue condenado en un proceso abreviado a 11 años de prisión como instigador. Cuando se cometieron estos dos delitos Giménez estaba alojado en “La Redonda", la cárcel de Zeballos y Riccheri completando una condena anterior. Posteriormente fue trasladado a la Unidad Penitenciaria 1 de Coronda y de allí a la cárcel de Piñero, donde permanece detenido aunque fuentes extraoficiales indicaron que ha pedido ser trasladado por tener problemas de convivencia con otros internos.
El martes pasado un tribunal _compuesto por los jueces Rodrigo Santana, Mariano Aliau y María Isabel Más Varela_ lo condenó junto a Joana Bernal y los gatilleros Brian “Narigón” González y Uriel Reynoso. Según la teoría del caso Giménez encargó el ataque por una cifra cercana a los 270 mil pesos que Bernal le pagó a los sicarios. Mientras tanto Germán Ponce fue sentenciado por el mismo tribunal a 14 años de prisión por gestionar la tentativa de homicidio del empresario del Laboratorio Nutrilab.