El miércoles pasado fue un día frenético en una ciudad que parece haber perdido la capacidad de asombro. Alrededor de las 16, la Unidad Especial de Investigación de Crimen Organizado detuvo a Emanuel Damián O., de 21 años, como principal sospechoso del homicidio de Sergio Rubén Giménez. El crimen ocurrió la tarde del domingo 24 de noviembre de 2019 en medio de un partido de fútbol, en una cancha de Pujato al 8000. Giménez recibió dos balazos en la cabeza. Tenía 41 años y era hijo de Catalina Aquino, una mujer de 63 años que fue ejecutada este miércoles por la tarde, dos horas después de que Emanuel O. fuera detenido. ¿Casualidad o causalidad? Hasta el cierre de esta edición no existían evidencias de que la detención y el asesinato estén vinculados. Lo concreto es que Catalina Aquino murió sin saber que el asesino de su hijo había sido capturado.
Emanuel O. fue acusado por el asesinato de Giménez en una audiencia del viernes. Se lo imputó como autor de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego y calificado por la promesa remuneratoria y el concurso premeditado de dos o más personas, delitos que prevén prisión perpetua. También se le imputó la portación de arma. El juez Hernán Postma dispuso prisión preventiva por el plazo de ley, es decir al menos dos años, para el acusado.
En la audiencia sobrevolaron los fantasmas de una encarnizada disputa que comenzó a principios de 2014 y que tiene como protagonistas a integrantes de la familia Giménez y las huestes de Claudio “Morocho” Mansilla, un hampón reconocido por el gran público del género policial por ser el último prófugo recapturado tras la bochornosa fuga de la cárcel de Piñero del 27 de junio de 2021.
Mansilla, quien ya tenía una condena a 25 años por un doble crimen, fue nuevamente penado esta semana por la Justicia Federal a 12 años de prisión como jefe de una banda que vendía droga desde el barrio Santa Lucía. Una causa que nació de un recrudecimiento de la violencia callejera durante 2019.
Esa escalada provocó una saga de tres asesinatos en cien días: Sol Jazmín Delgado, una chica de 21 años asesinada el 5 de agosto de 2019 durante una balacera contra una vivienda en pasaje Serén al 7700; Sergio Carlos Birri, cuñado de Giménez, la noche del 19 de noviembre de 2019 en el patio de su casa de Estudiante Aguilar al 7700; y el del propio Giménez, ejecutado con dos balazos en la cabeza el 24 de noviembre de 2019.
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Seren al 7700. Allí fue asesinada a balazos Jazmín Sol Delgado en agosto de 2019.
Tres días antes del crimen de Delgado la casa de Catalina Aquino, madre de Giménez, había sido atacada a balazos. El ataque estaba centrado en Felipe, alías “Tartita”, uno de los hijos de Aquino, quien había salido un día antes tras pagar con rejas una condena. Además de “Tartita” otro hijo reconocido es Fabio Giménez, quien purga una condena a 13 años y fue acusado por instigar el crimen de Nicolás "Fino" Ocampo, ocurrido el 16 de abril de 2021. Ocampo había sido condenado a 3 años de prisión por integrar la banda de Esteban Lindor Alvarado.
Línea de tiempo
La línea de tiempo de la disputa entre los Giménez y el “Morocho” Mansilla y su gente está marcada por balaceras y asesinatos. En esa secuencia se advierte el proceso de construcción de un hampón y cómo se generó el miedo a su figura. Según se repasó en la audiencia que tuvo como eje a Emanuel O., las batallas dominadas por el odio entre las partes comenzaron el 17 de marzo de 2014 cuando Tartita Giménez junto a Miguel Angel “Rulo” Giupponi atacaron a balazos a una familia e hirieron a uno de sus integrantes.
La familia dijo ser amiga de Julio César Pereyra, un hombre baleado días más tarde y que 15 meses después, el 23 de mayo de 2015, sería asesinado a balazos en el interior de su auto en el pasaje 1756 al 2200, en cercanías de Circunvalación y 27 de Febrero, barrio Santa Lucía. Tartita Giménez y Rulo Giupponi firmaron procesos abreviados por hechos vinculados a ataques contra Pereyra pero no por su asesinato. Rulo Giupponi fue ejecutado el 13 de febrero de 2021 en el barrio El Fachinal de Pérez.
El crimen de Pereyra pareció sellar la disputa, pero sólo se trató en un oasis en el desierto que se proyectó durante cuatro años. El 2 de agosto de 2019 la casa de Catalina Aquino, en Misiones al 2100, fue atacada a balazos. La mujer era madre de 13 hijos, algunos de ellos ligados al mundo del hampa. La mujer testificó y reconoció entre los tiradores a varios integrantes de la banda del Morocho Mansilla. Por este ataque Alfredo “Edu” Salva Céliz asumió una condena en proceso abreviado a 7 años de prisión. En el mismo expediente fue acusado Maximiliano “Maxi” o “Menor” González, mano derecha de Mansilla, mientras que Carlos Saúl “Carita” Gómez camina hacia el juicio oral con un pedido de pena de 13 años.
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Tres días después del ataque a la casa de Aquino llegó “el vuelto”. Una balacera contra una vivienda en pasaje Serén al 7700, en inmediaciones del barrio 7 de Septiembre, se cobró la vida de Jazmín Sol Delgado y dejó heridos a Carita Gómez y a Edu Salva Céliz. Este último era pareja de la chica asesinada. A partir de este asesinato comenzó un golpe por golpe donde ya no importaba si el objetivo era el buscado. Se pegaba por proximidad.
Así fue asesinado Sergio Birri, cuñado de los Giménez y yerno de Aquino, el 19 de noviembre de 2019. Según la investigación, Birri era ajeno a todo conflicto y la motivación de su crimen fue la proximidad con los Giménez. Por este crimen fue acusado por el fiscal Luis Schiappa Pietra el pasado 23 de abril Ezequiel Rodolfo Romero, alias “Colo” o “Pecoso”.
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El cuerpo de Catalina Aquino es retirado de su casa. Fue el miércoles pasado. Dos horas después de la captura del asesino de su hijo.
Foto: Héctor Rio.
Un camión en la canchita
Y así se llegó a la tarde del domingo 24 de noviembre de 2019. Ese día en una cancha de Pujato al 8000, en barrio Hostal del Sol, se jugaba la segunda jornada de un torneo de fútbol barrial. La organización corría por cuenta de “Los Chaque”, equipo del barrio Stella Maris en el que jugaba Rubén Giménez. Según la imputación de la fiscal Pairola, alrededor de las 16 Emanuel O. y un pibe apodado “Lauti” llegaron en un camión a las inmediaciones de la canchita.
Deambularon varios minutos por los alrededores hasta que tomaron confianza y arremetieron contra Giménez, quien hacía las veces de juez de línea en el torneo. Demoraron alrededor de 30 minutos hasta que, según la imputación, Emanuel se le acercó, le apoyó una pistola en la nuca y gatilló al menos dos veces. Giménez cayó muerto. Emanuel llevaba puesta una camiseta amarilla, alternativa de Rosario Central, aunque se reconocía como hincha de Newell's.
Los sicarios salieron corriendo, perseguidos por un par de compañeros de Giménez. En audios de una investigación de la Fiscalía Federal 2, que tenía en la mira a la banda del Morocho, puede escucharse cómo Emanuel va rindiendo cuenta del asesinato y recibiendo nuevas órdenes. Los atacantes debieron correr siete cuadras porque el “Colo” no los rescató en una Honda Tornado color negra y huyeron en una Honda Wave. En la investigación también queda claro que Rubén Giménez era ajeno a la disputa. Y que se convirtió en objetivo sólo por ser el hermano de Tartita, el hombre al que la banda del Morocho buscaba eliminar.
“Esto es una locura. El miércoles mataron a mi marido y ahora a mi hermano. Ningún fiscal ni juez vino a verme, son todos unos hijos de puta”, dijo a este diario esa tarde Daniela, a unos metros de donde estaba tendido el cuerpo de su hermano. Con mucha bronca y dolor, agregó: “Así matan los narcos. Nadie me vino a ver. ¿Y qué esperan, que me maten a mí o a un hijo?", se preguntó.
Casi tres años después de aquellas palabras, Emanuel O. fue detenido. El arresto no cerró el círculo de violencia. A las dos horas, una moto roja pasó frente la casa de Misiones al 6100 donde Catalina Aquino y Carmelo P. tomaban mates en la puerta. Un hombre bajó de la moto y sin más comenzó a disparar. Esta vez la mujer de 63 años no sobrevivió: murió en el momento. Su pareja, de 58, fue trasladado grave al Hospital Clemente Alvarez. El hito más reciente en una línea del tiempo que parece no tener fin.