Garibaldi al 200 es un punto en rojo en el mapa de calor de la (in)seguridad en Rosario. Mientras el Estado hace equilibrio en la zona, las bandas dirimen a sangre y fuego sus conflictos y los vecinos siguen contando muertos. En los últimos tres meses, desde la Navidad 2019, en Garibaldi al 200 se produjeron tres asesinatos con múltiples balazos. El último fue Gustavo Domingo Godoy, de 50 años. El hombre fue sorprendido en la puerta de su casa, en el pasillo donde residía, y fue fusilado con al menos un cargador calibre 11.25. Once orificios quedaron en su cadáver. La misma cantidad de huecos en la puerta de chapón color negro de ingreso a su casa. El crimen sucedió a metros de un lugar sindicado por los vecinos como un punto de venta de drogas. Un lugar apuntado hace al menos tres años como boca de expendio.
El denominado “Cordón Ayacucho” —cinco manzanas de tierras fiscales comprendidos entre Ayacucho, Patricias Argentinas (prolongación de Colón), Doctor Riva y Uriburu— es un territorio acostumbrado a las pujas callejeras. El Cordón es “La U”, una zona condenada a prestar su geografía a las crónicas policiales, la mayoría en el contexto de la narcocriminalidad y los homicidios. Históricamente fue conocida por las disputas de la “Banda de Ameghino” con los de “La de Centeno”, a las que con los años se fueron sumando riñas entre narcos, transeros y berretinudos. Allí un asesinato puede nacer desde una mala mirada, una traición, por aproximación a algún personaje que haya quedado en la mira de uno de las grupos en pugna o por el contexto de la narcocriminalidad. En la zona la frase más escuchada, que nunca pasa de moda y funciona como latiguillo, es “los balazos son de todos los días y a toda hora”.
Garibaldi parte al Cordón en dos jurisdicciones policiales: la de la comisaría 11ª (al norte, con epicentro en Saladillo) y la 16ª (al sur, Tablada y Villa Manuelita). Dos seccionales sospechadas históricamente de complicidad con participantes en las contiendas callejeras dirimidas a sangre y plomo.
Desde hace tres años al menos, sólo por citar una brecha de tiempo en que están documentados incidentes de balaceras por el control territorial, Garibaldi entre Patricias Argentinas y Ayacucho es un lugar común a la hora de citar intercambio de disparos con heridos o muertos en el marco de las bandas de “Los Funes”, con Lamparita como líder en sus épocas de su hermandad con René “El Brujo” Ungaro, y la del asesinado Ariel “Tubi” Segovia en su junta con Alexis Caminos.
Microemprendedores
La caída en desgracia vendedoras del calibre de La Gringa Ramona A., señalada como “gerenta” del “Brujo”, generó en la zona un efecto multiplicador de vendedores “independientes”. Un gesto que fue leído de las mejor manera por las marcas que daban cobertura a esas bocas de expendio. Una superpoblación de vendedores en un campo de batalla.
Con este telón de fondo las mecánicas de los asesinatos y las balaceras parecen repetirse. Crímenes calcados en las que pibes jóvenes matan o mueren empuñando un arma a repetición. Historias con mucho muertes y pocos presos. En los últimos tres meses fueron al menos tres los asesinados. El lunes 23 de diciembre pasado, el cuerpo de un pibe apareció acribillado a balazos, al menos cinco disparos, en el ingreso al pasillo donde se dice existe un quiosco que vende drogas. Se llamaba Maximiliano José Acevedo. Tenía 25 años.
Luego fue el turno de Angel Adrián “Pilín” Avaca, un hombre de 32 años, hijo de un policía condenado por pasar información a la banda de Los Monos, quien fue acribillado el lunes 13 de enero. Ahora fue el turno de Gustavo Domingo Godoy, a quien como a su hijo se lo reconoce por el apodo de “Bicho”.
Entrenar entre leones
Godoy vivía al fondo de un pasillo que recibe al extraño con pintadas contundentes: “Si querés ser un león, debes entrenar con leones” y “Centeno presente”. Serpenteando unos 50 metros de la vereda, donde yace un desvencijado viejo sillón, se llega a la casa de Bicho. Una puerta de chapón con una docena de impactos de grueso calibre cerrada con cadena y candado. A Godoy sus vecinos lo describieron como un hombre que alternaba la albañilería con el lavado de autos y que no tenia broncas directas. “Era un buen vecino, el problema no era él. Era el hijo que tiene más broncas que la mierda. El loco cagó a uno de los transeros y ahora está condenado. Es un muerto que camina. Hace unas semanas que no se lo ve. El padre era buena gente”, explicó un vecino.
Los residentes aseguran que todo sucedió alrededor de las 22 y que los asesinos llegaron “del lado de Centeno”. Que eran al menos tres que se movían a pie. Sobre cómo fue ejecutado hay al menos dos versiones entre los vecinos. Unos aseguran que primero los asesinos dispararon contra la casa y “se aguantaron” hasta que el hombre se asomó. Y ahí lo fusilaron.
Ejecución
Otros contaron que “le patearon la puerta de la casa, se le metieron y lo fusilaron” dentro de la vivienda. ¿Quién está detrás del crimen? Unos aseguran que es “gente de los Funes, que están dando el mensaje que todavía están vivos” o que el ataque era por parte de René Ungaro, separado hace un año de su antiguo socio Lamparita Funes. A Godoy un vecino lo llevó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez pero llegó muerto. En la escena los peritos recolectaron cuatro vainas calibre 11.25, la vieja 45.
La investigación quedó en manos del fiscal Luis Schiappa Pietra, quien comisionó a efectivos de la AIC para procurar testimonios de posibles testigos y relevando la existencia de cámaras de videovigilancia públicas y privadas, que a simple vista no se observaban.
Alerta vecinal por la fuga de “Chiqui”
Otro hecho que no pasó por alto, en el diálogo con los vecinos que hablaron con la prensa, fue la fuga del apodado “Chiqui”, como se reconoce a Gabriel Iván S., de 23 años, quien se evadió de los calabozos ubicados en la parte operativa de la Agencia de Investigación Criminal (AIC, ex PDI). “Ojo con ese que es peligroso mal. Es un tiratiros que labura al mejor postor. El que le paga lo tiene. Sabe laburar para René, pero si viene otro le pone la teka (plata) labura para ese”, explicó un vecino que conoce la movida. El sábado, tras una serie de allanamientos, Chiqui fue detenido junto a dos adolescentes en la pesquisa del asesinato del “Gordo Milhouse”, como se conocía a Franco Navarro asesinado el pasado 29 de enero en Isola al 300 bis en los monoblocks del Parque del Mercado. Chiqui no estaba relacionado con el crimen pero como se le halló una pistola 9 milímetros, iba a ser imputado el domingo por su tenencia ilegal. También era investigado por amenazas y ataques a balazos a un centro comunitario —”Alas para crecer”— de Garibaldi al 200 bis, al que acusaban de denunciar la actividad de búnkeres. Chiqui no llegó a ser imputado porque se fugó. Nueve agentes de la ex PDI quedaron bajo la lupa por la evasión.