Apenas un día pudo resistir Matías Nahuel Paredes, de 32 años, la gravedad de las heridas de bala en la cabeza que recibió al anochecer del sábado en el cruce de Vuelta de Obligado y Savio. El muchacho, que vivía a pocas cuadras del lugar donde lo balearon, falleció la noche del domingo en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. En la zona del hecho algunos vecinos vincularon el ataque a una bronca relacionada a la venta de drogas y otros indicaron que Paredes pudo ser una víctima indirecta de ese conflicto que configuró la vida de una barriada reducida a un par de cuadras a la redonda.
"Acá hay mucha falopa viste, a cuatro manos. En cualquier momento la ligamos cualquiera de nosotros", dijo a este diario un vecino que la mañana del lunes se aprontaba para salir a trabajar. Esa dicotomía que separa a un mismo vecindario entre "ellos" y "nosotros" grafica la compleja trama social que fue escenario del crimen de Paredes.
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El barrio, compuesto en su mayoría por monoblocks, está rodeado por la acumulación de casas precarias que se levantan sobre las vías paralelas a calle Flammarión. Cruzando las vías, sobre calle Margis, una hilera de casillas en su mayoría de madera y chapa se extienden varias cuadras tanto hacia el sur como hacia el norte. Hacia el oeste y el este las calles se abren con viviendas de material que acentúan el contraste.
"¿Sabés a cuántos pibitos que yo conozco desde chiquitos los están pudriendo metiéndolos en la falopa?", preguntó el vecino. "Allá por Lamadrid vas a ver un kiosquito bien pintadito, ahí se ven un montón de autos nuevos que paran todo el tiempo", agregó. En esa descripción la dicotomía del "ellos" y "nosotros" se vuelve difusa ante la realidad del narcomenudeo, transversal a los sectores económicos y sociales que se rozan tanto en el consumo como en la distribución. Pero en las manzanas comprendidas entre las calles Flammarión, Lamadrid, Moreno y Gutiérrez lo que los vecinos dicen ver es el impacto principalmente en los jóvenes y adolescentes.
Tiros y corridas
En esa misma complejidad suelen escucharse tiros casi a diario. "Como esto del otro día no pasa tanto, pero sí hay tiros muy seguido", describió una mujer que vive en los monoblocks de Vuelta de Obligado y Savio. Sobre esa esquina a las 20 del sábado cayó malherido Matías Paredes y un adolescente que no estaba con él pero también ligó un balazo.
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Según la primera versión que surge de la investigación que lleva adelante el fiscal Alejandro Ferlazzo, los autores de los disparos se trasladaban en un auto. Si bien todavía hay pendientes tareas investigativas, para los allegados a la causa los indicios dan cuenta de que la agresión fue dirigida a la víctima fatal mientras que el adolescente fue herido cuando transitaba por la zona.
En el vecindario, a partir de algunos testigos que hicieron correr la voz, se pudo saber algo más. Luego de una primera tanda de disparos Paredes corrió por Vuelta de Obligado desde Lamadrid hasta Savio, donde finalmente cayó herido. En esa secuencia, según el relato de varios vecinos, se escucharon detonaciones de dos tipos distintos de armas: primero la ráfaga de lo que sería una ametralladora y luego los estallidos intermitentes de una pistola.
De esos balazos resultó herido Paredes, quien fue trasladado por su hermano al Heca, donde constataron que tenía dos orificios en el cráneo. En tanto un adolescente de 13 fue alcanzado por una bala que le rozó la cadera, por lo cual fue trasladado al Sanatorio de Niños aunque su salud no quedó comprometida.
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"Cuando escuchamos los tiros salimos todos los vecinos a ver qué había pasado y el muchacho ya estaba ahí. También estaba el chiquito y su mamá desesperada", contó una vecina. "Unos minutos antes yo estaba con mi mamá, estaba por salir y no sé qué me dijo ella y me quedé charlando. Si no capaz que quedaba yo en la mitad de la balacera porque iba a la casa de mi nieto", agregó la mujer.
En ese sentido un joven de la cuadra agregó otro punto de vista sobre lo que pudo haber pasado con el ataque. "No lo corrieron a él, corrieron a uno pero a él no. Al nenito le pegaron en la esquina cuando empezaron a tirar desde Lamadrid, pero ellos no estaban juntos", contó. Luego, y dando lugar a otra dicotomía que describe la situación del barrio, especificó en la bronca entre "los de este lado" y "los del otro lado", en referencia a grupos antagónicos separados por las vías. Sobre "los del otro lado" mencionó la posibilidad de que el ataque fuera obra de la banda de "Los Gorditos", pero como suele ocurrir primó la cautela. "Puede venir de ahí, pero no se pueden decir esas cosas", agregó el joven.
Una familia vecina
Matías Nahuel Paredes vivía con su familia en Gutiérrez al 1900, casi en el cruce con Vuelta de Obligado. Su padre, Carlos, un veterano de la Guerra de Malvinas, contó a este diario que no estaba en casa cuando lo llamaron para avisarle que su hijo había sido baleado. Cuando concurrió al lugar del hecho ya se lo habían llevado al Heca.
"Gente que vio todo me contó que quedó en el medio de una balacera", le dijo el hombre a este diario. "Los vecinos vieron todo y me contaron. Él para nada estaba amenazado", agregó Carlos. Matías trabajaba de albañil y hacía dos semanas había quedado desocupado.
Bay y Los Gorditos
A unos cincuenta metros de la vivienda de Paredes, sobre Vuelta de Obligado y Gutiérrez, hay un mural que recuerda a dos jóvenes asesinados en marzo de 2012. Fabio Acosta e Irina Rojas, de 16 y 17 años, fueron baleados por error cuando estaban con amigos a la salida de una fiesta. En ese entonces los familiares de los chicos mencionaron a personas vinculadas a "los Cantero" como los autores del crimen.
La violencia en esa zona que delimita los barrios Tiro Suizo y Las Delicias se mantuvo al paso de los años y puso en escena a nuevos participantes. Entre ellos, desde hace al menos seis años, aparece la banda conocida como "Los Gorditos", comandada por Brando Bay, motivo por el cual el joven de 27 años cumple condena en la cárcel de Piñero. Bay además fue imputado en marzo pasado por instigar un homicidio ocurrido en 2019 en San Lorenzo.
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En el mundo del narcomenudeo "Los Gorditos" se abrieron lugar en esa zona del sudoeste rosarino pero también alcanzaron ramificaciones en San Lorenzo y Puerto General San Martín. En las distintas investigaciones que pusieron el foco en Bay y su banda quedó claro el nivel de violencia que despliegan no solo como modo de competir con sus rivales sino también para instalar temor en sus zonas de influencia.
"Hay que avanzar matando gente inocente", es una de las frases que le atribuyeron a Bay los investigadores que intervinieron el teléfono con el que el joven comandaba a su grupo desde la prisión.