Otra vez los tiros en barrio Ludueña se cobraron la vida de un joven. En esta ocasión fue un ataque a balazos desde una moto contra una vivienda de Gandhi al 5900 donde había un grupo de chicos. Uno de ellos, de 19 años, murió producto de los disparos. El contexto que se asoma detrás es una disputa por narcomenudeo, incluso uno de los sobrevivientes del ataque fue detenido porque en la casa baleada había droga fraccionada.
En el vecindario de Gandhi al 5900 un hombre describió con precisión la escena habitual de los últimos tiempos en esa zona. Un grupo de pibes se había acostumbrado a vender drogas en plena calle. "Como los vecinos no los dejamos que se pongan en las veredas, entonces se paran en el medio de la calle. Le venden al que venga, en bici, en moto, a pata", contó.
El relato de este vecino indica que el lunes cerca de las 20 todo marchaba bajo el parámetro de esa cotidianidad en la cuadra. Los pibes estaban sobre la casa de uno de ellos, en la que depositaban la droga, cuando dos personas que llegaron desde una moto abrieron fuego. "Habrán venido disimuladamente como para comprarles y le tiraron. No se la esperó", contó el hombre. "Uno estaba sentado contra la pared y pum pum pum de cheto nomás. Quedó tirado en el piso, donde estaba sentado, ahí nomás quedó", agregó.
El joven que recibió los balazos, Gonzalo Martín Godoy, de 19 años, fue trasladado al Hospital Centenario, donde llegó herido de gravedad y pasó a quirófano aunque murió minutos más tarde. En la escena del crimen quedaron desparramadas 16 vainas servidas. Esa cantidad se condice a lo que un vecino relató: al ataque contra Godoy le continuó la represalia de parte de una persona que salió de la vivienda baleada.
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"Cuando lo matan al pibito sale otro de adentro, se ve que escuchó los tiros y esperó a que los otros se fueran. Se paró en la calle, empezó a tirar a los de la moto y aquellos le tiraban de vuelta", describió. Los balazos impactaron en todos lados. "Tiró sin importarle nada, descargó una 9 milímetros, pegaban en las chapas los tiros. El pibe se metió para la casa del vecino, por eso la ligan los vecinos siempre", agregó.
Un detenido por drogas
Según describieron fuentes policiales, cuando el Comando Radioeléctrico llegó al lugar advirtieron que dos chicos se metieron en la vivienda baleada e intentaron escaparse por el fondo. Pudieron alcanzar a uno dentro de la casa, donde también encontraron, según describe el parte policial, 12 paquetes con droga y una balanza de precisión. Este joven, identificado como Kevin V., de 29 años, quedó a disposición de la Justicia federal.
La casa atacada, en la que vive el joven que quedó demorado, está identificada por los vecinos como el depósito de drogas en la cuadra. De ahí los chicos agarran la droga fragmentada, se paran en la calle y venden al que se acerca. "No pasa ni un comando, y si pasan no son capaces de frenar y revisarlos. Los pibes andan con los paquetes encima, los revólveres", contó el vecino.
Esa imagen se hizo habitual y de por sí no generaba mayores problemas entre los vecinos. "Los pibes andaban tranquilos, pero la bronca es con otros que vienen y tiran. Acá está lleno de gente que vende y por eso tienen broncas", agregó el hombre.
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Señalando un par de coordenadas el vecino identificó varios puntos de venta en la zona. "Venden bolsitas de 1000 pesos, de 500, de 200", contó. Hay en esa descripción un aspecto que grafica qué tipo de sustancia se adaptó en estos lugares a las posibilidades económicas de los consumidores. "Con 200 pesos se compran un saque nomás los pendejos. No les importa si es rica, si es buena o mala, si pega o no pega. Con tal de drogarse se meten lo que sea", sumó el hombre.
"Hay mucha gente que vende así. Compran un poco y le sacan el doble", agregó el vecino. En ese aumento de la demanda que suponen la aparición de nuevos emprendedores -que compran droga, la estiran y la revenden- puede explicarse el incremento de los conflictos entre grupos que incluso son del mismo barrio. Hace rato que en Ludueña suena el mismo nombre después de un ataque vinculado al narcomenudeo: Milanesa, un hombre que está preso pero tiene familiares disputando su espacio en las calles.
Los conflictos de "Milanesa"
El miércoles 24 de febrero Hernán Jorge Almaraz fue asesinado a balazos delante de sus cuatro hijos en el interior de su casa de Gandhi al 600, a escasos 100 metros de donde ocurrió el crimen de este martes. Esta víctima, conocido en el barrio como Coqui, era tío de Franco "Milanesa" Almaraz, señalado como cabeza de un grupo del barrio y preso por el homicidio de un chico de 22 años en julio de 2020.
"Milanesa" es el nombre propio que sobresale en los Almaraz, y aunque hoy está en prisión el comentario en Ludueña es que sus familiares están intentando recuperar parte del terreno perdido en conflictos por narcomenudeo. Se trata de disputas que también implicaron pérdidas humanas en la familia Almaraz: además de "Coqui", ya fueron asesinados el padre y un hermano de "Milanesa".
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El 3 de julio de 2020 fue el asesinato del hermano de Almaraz, apodado "Wino". Al muchacho, de 25 años, lo mataron después de un ida y vuelta de balaceras entre la banda de "Milanesa" y el grupo que tenía como cabeza al "Gordo Gastón". El mismo día, un rato después del crimen de "Wino", se desató la represalia que culminó con el asesinato de Alexis "Pingüi" Ortiz, hecho por el cual hoy "Milanesa" está detenido. Ese crimen fue en Solís y Gandhi, el mismo escenario del crimen de este martes.
Otro pibe asesinado en agosto
El lunes 2 de agosto por la noche Sebastián V., de 17 años, estaba en la esquina de Bielsa y Barra con amigos cuando un grupo de personas pasó en un auto y arremetió a balazos. "Pasaron a los tiros desde Campbell y Bielsa hasta Gandhi Barra", dijo en esa ocasión una vecina. Así precisó la dinámica de un ataque demencial: trescientos metros a los tiros desde un auto.
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El joven que resultó herido falleció unos días después. En el barrio dijeron que la esquina baleada era un punto de encuentro habitual de chicos vecinos que solían juntarse a tomar gaseosas después de jugar al fútbol. "Tiraron para todo el grupo y para los vecinos. Pero le tocó a él, la bala le pegó por atrás", contó la vecina que entonces habló con La Capital.
"Fue para el barrio", dijo sobre la posible intención del ataque. Es decir amedrentar, marcar el poder de fuego de determinado grupo por sobre otros o por sobre el vecindario en general. Algo así como la instalación del miedo que después repercute en el cambio de hábitos de los vecinos: en algunas cuadras deja de haber movimientos antes de que caiga el sol.