Jorge Sampaoli nunca pensó que Islandia podía complicarle tanto la existencia con un planteo tan primitivo como el que le propuso. Evidentemente, el Zurdo no provocó que el equipo tomara atajos alternativos cuando se dio cuenta de que cada ataque terminaba en el embudo islandés. El técnico argentino leyó pésimo el partido y lo que es aún peor, nunca reorganizó el entramado táctico para buscar desarticular a esos androides que eran los defensores y volantes islandeses. Mala lectura antes, durante y también después del casildense. Porque la declaración más descriptiva que dio en la conferencia de prensa en el estadio Spartak Arena fue que los jugadores islandeses no le permitieron jugar cómodo a Messi. Hasta cuando declara no es el Sampaoli auténtico, como si se estuviese cuestionando a sí mismo constantemente.
En realidad, sabía hasta un chico de cuatro años que a Leo le iban a entorpecer todos los caminos. Lo que no estaba en los planes es que jugara tan mal y le atajaran un penal. Pero ya está. El resultado de Islandia no se puede cambiar y Sampaoli rápidamente debe hacer un curso acelerado para recibirse de entrenador lógico. Basta de tantas improvisaciones y parpadeos para armar el equipo más competitivo porque está en juego seguir con vida en el Mundial. También está prohibido entrenar toda la semana o varios días con una misma formación y en un santiamén desecharla como si nunca hubiera probado. Esto viene a cuento por lo que ocurrió con Giovani Lo Celso en la previa del partido debut. El ex volante de Central era titular y en un par de prácticas pasó de estar entre los once a ni siquiera ingresar algunos minutos contra Islandia.
Aquellos que conocen a Sampaoli, esas voces satélites que siempre tienen los entrenadores, afirman por lo bajo que a Lo Celso originalmente lo tenía anotado para jugar contra Croacia y no frente a Islandia. Si es así, Gio es número puesto para acompañar a Mascherano en lugar de Biglia.
Está instalada la creencia que el juego de Croacia resultará más beneficioso para el desempeño colectivo de Argentina. Pese a que seguro las riendas del partido se pasarán de mano. En algún tramo estarán sujetadas por Meza, Mascherano, Di María, Lo Celso, si juega, y Messi. Mientras que la selección también deberá estar preparada para que Rakitic, Perisic y Modric, un terceto que combina movilidad, pase y mucha posesión de la pelota, le tire sal a cada herida que se abre en la defensa argentina.
Entonces, conviene detenerse en que si juega Lo Celso el equipo ganará elaboración para interactuar con Meza y Messi por el centro. La pregunta del millón o, mejor dicho, de los 40 millones de argentinos es si ¿se animará a sacar a Di María?
Si mira y repasa una y mil veces el video del empate contra Islandia, Angelito está afuera. Pero difícil que tome esa determinación en un partido que ofrecerá segundas oportunidades. Sería mover demasiado el avispero en medio de la competencia y cuando apenas se disputó una fecha. No obstante, Di María tiene una mira telescópica que sigue cada movimiento que realiza en la cancha. A la primera de cambio, se sienta en el banco de suplentes (dejándole su lugar a Pavón o Acuña). El sábado un tibio silbido acompañó su salida y esa sentencia puede tornarse en lapidaria si contra Croacia reincide con malas actuaciones.
Di María parece tener los días contados en el equipo titular. Lo Celso, otro ex Central, parece tener ahora sí los boletos para estar entre los once. Lo único que no está permitido es que Sampaoli repruebe las materias relacionadas al armado del equipo, como se las llevó en la previa de Islandia. Porque contra Croacia no habrá recuperatorio que lo exima.