Un clásico puede provocar alivio, pero también tormentos, para cualquiera de los actores de la vida tanto política como deportiva de los clubes, y suele pasar que los entrenadores son quienes más ganan o pierden credibilidad. El caso de Miguel Ángel Russo es un tanto particular en la historia del clásico rosarino, porque se trata de un técnico que tiene sobre el lomo nada menos que 10 batallas disputadas, en las cuales jamás le tocó vivir las penurias de una derrota. Esto, por supuesto, no lo exime de la responsabilidad que tendrá tanto él como el equipo, pero si hay algo que, al menos en la previa, nadie puede hacer es cargarle una mochila extra. Sí estará frente al enorme desafío de lograr que el canalla enderece el rumbo futbolístico de un equipo que viene transitando un proceso de descomposición en lo que tiene que ver con el nivel de juego y, sobre todo, con la pérdida de protagonismo. A priori, Russo no pondrá nada en juego en el clásico del sábado, más que la necesidad de su equipo de recuperar el terreno que lentamente viene perdiendo desde el final del torneo pasado.
Si hay un entrenador en el que el hincha de Central confía a la hora de disputar un clásico, ese es Russo, amén de que cada derbi es una historia diferente. Pero hasta aquí el actual entrenador canalla demostró que en él hay un halo ganador que lo protege en este tipo de desafíos.
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Russo tiene números que lo favorecen en la historia de los clásicos: disputó 10 y no perdió ninguno.
Celina Mutti Lovera / La Capital
La afirmación de esto se halla de manera clara en los 10 clásicos que disputó como técnico de Central, de los cuales ganó cinco y empató los cinco restantes. No debe haber en el fútbol argentino un DT con un aval de ese tipo.
Pero claro, es el entrenador que fue a buscar esta comisión directiva antes del acto eleccionario y en cierta forma pudo haber sido uno de los caballitos de batalla de Gonzalo Belloso en la previa de los comicios. Eso hace también que, en los papeles, se torne poco probable pensar en una drástica decisión de parte de la dirigencia en caso de que las cosas salgan mal.
Russo es el técnico que se eligió para reencauzar la endeblez de procesos anteriores, a quien se le dio la libertad de armar estos dos primeros planteles, con los condicionamientos económicos del caso, pero básicamente en quien se confió para el relanzamiento futbolístico de un club que desde hace un tiempo navegaba en la intrascendencia.
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En el clásico del torneo pasado, Russo dispuso la inclusión de un tercer central. El resultado fue empate.
Héctor Rio / La Capital
En la primera mitad de 2023 cumplió con creces, pero en el último tiempo algunas cosas se le escaparon de las manos, por eso el equipo comenzó a perder terreno. Y allí está el verdadero condicionamiento del DT canalla en el clásico del sábado y también en lo que vendrá. En esa degradación futbolística radica el desencanto que está viviendo el hincha de Central de un tiempo a esta parte, pero que, pareciera, tiene más que ver con el equipo que con el DT, aunque él sea una parte esencial del problema.
En lo que tiene que ver con la planificación de los clásicos, Russo ya dio sobradas muestras de que es un técnico que se siente cómodo a la hora de preparar partidos de esta envergadura. Ejemplos hay unos cuantos. Sin ir más lejos, en el clásico del torneo pasado hizo una apuesta importante cuando decidió visitar el Coloso con la inclusión de un tercer central, en consonancia con lo que había hecho en el último partido de visitante del canalla en lo que había sido la primera (y hasta hoy la única) victoria del equipo en condición de visitante.
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En 2013, Russo armó una ingeniería especial desde la estrategia, con marcas personales y la jugada le salió redonda.
Héctor Rio / La Capital
Un poco más atrás en el tiempo se recuerda, por ejemplo, esa ingeniería táctica que programó para un partido en el que la diferencia desde el juego a favor de Newell’s era evidente, a escasos meses de que el canalla lograra el retorno a la máxima categoría. En aquella ocasión, sentado en los escalones de la puerta de ingreso del hotel del predio de Arroyo Seco, alguien le preguntó cómo pensaba afrontar el clásico y su respuesta fue “estoy pensando algo especial, pero vamos a ver si me decido”. Lo que vino fue el triunfo por 2 a 1 (Donatti y Encina), con los diez hombres de campo haciendo persecuciones personales. Algo similar sucedió en el clásico siguiente, en el Parque (1-0, con gol de Niell). Apenas un par de ejemplos.
En esta ocasión el contexto también lo pondrá frente a un escenario que amerita aguzar el ingenio porque su equipo llega mal pisado, azotado por lesiones y frente a la necesidad de recuperar el terreno perdido. Frente a todo eso Russo trabajará con la obsesión de siempre y seguramente sin ampararse en ese mínimo de inmunidad que su palmarés le otorga como DT de Central en los clásicos.