Un día de 1962, junto a su extinto marido, el panadero italiano Antonio Macellaro, empezaron a organizar viajes en colectivo para los hinchas de Newell's Old Boys. Desde hace 56 años Amelia Montero, que ahora canta sus vitales 94, continúa con el trabajo de su vida en el club de sus amores y por el que fue reconocida en 2010 cuando bautizaron como Vieja Amelia a la filial de Buenos Aires; en 2011 como socia honoraria y en 2012 con una tribuna, la del codo entre la platea de la visera y la popular del Hipódromo.
"Al principio íbamos en tren, pero no iba nadie, íbamos pocos hinchas. Entonces, como teníamos teléfono y lo conocíamos al jefe de Deportes de La Capital, Francisco Lorenzo, empezamos a publicar gacetillas en el diario y a sacar un colectivo con hinchas para seguir a Ñubel", recuerda Amelia, una mujer diminuta y de ojos vivaces enfundada en una camperita con los colores de su club. La hincha más emblemática recibó a Más en el comedor de su casa, en el corazón del barrio Hospitales.
Nacida el 25 de septiembre de 1924 en una casa de Moreno y Güemes, Amelia es hija de Erlinda Montero, una lavandera que paraba la olla, y del italiano Nicolás Racciatti, un mecánico italiano de la zona sur de Rosario, en épocas en las que las mujeres casi no pisaban la cancha. Su historia como organizadora de viajes de los hinchas, con los que recorrió el país y medio continente, surgió a comienzos de la década del 60 en los bravos tiempos en los que el equipo trajinaba la vieja Primera B.
Porque mi tío Orestes, que jugaba en la Liga Rosarina, que entonces jugaban en la cancha de Racing, me llevaba a la cancha cuando tenía seis años y el (director técnico) Alemán Celli me tocaba la carita y me decía "¿Cómo andás, Negrita?".
La cancha de Racing —que estaba en la manzana de avenida Pellegrini, Crespo, Montevideo y la vía del tren paralela a Vera Mujica— era en el siglo pasado una de las tantas que poblaban los barrios del Rosario futbolero, con arcos de tirantes de madera ubicados de este a oeste, como la de Central Córdoba. Era casi totalmente de tierra y cuando llovía tapaban el barro y los charcos con aserrín, como se estilaba en el siglo pasado. A mediados del mismo funcionó allí el Ateneo Paulo VI donde nació el Club Juan XXIII, en terrenos de la Iglesia rosarina.
¿Cuál fue el primer partido que vio?
No me acuerdo, era muy chica.
¿Cómo eran aquellos viajes en tren?
Había un chico hermano de una amiguita, que se llamaba Antonio, igual que mi marido, con el que subíamos al tren y nos sentábamos cada uno en una ventanilla de cada lado, esperábamos que pasaran el inspector y cuando se iba sacábamos un pañuelo por la ventanilla para avisarles a los chicos que podían subir para colarse.
¿Cómo hace para organizar los viajes en colectivo?
Yo le hablo a cada uno y le digo: te llevo, pero a la primera que hacés, te bajo. Y me respetan. Lo mismo que la policía. Un día en Buenos Aires la policía nos bajó del colectivo y a los chicos empezó a sacarles las botellas de fernet. Las que estaban llenas las apoyaban con cuidado, pero las que tenían un poco las vaciaban. Entonces le saqué una botella a un cana y me la mandé de un trago. No sabés cómo me picaba... Otra vez nos paró la policía porque una mujer denunció que le robaron una bondiola y una mortadela. Les pedí a los policías que me dejaran hablar con los chicos, me devolvieron los fiambres y fui a hablar con la dueña del negocio. Le pregunté cuánto valían y cuando me dijo el precio se los tiré en el mostrador y le dije: "Tomá, vos sos más ladrona que los pibes, que tienen hambre".
¿Es verdad lo que dice David Oliveri, gerente de Newell's, que nunca ingresó a una cancha con una entrada y es la que más las mangueó para los otros?
Sí. Cuando era chiquita porque no pagaba, después porque siempre fui socia, y afuera porque se las daba a los chicos y me quedaba sin entrada para mí. Cuando llegaba a una cancha le decía al portero: "Yo te los cuento y después te digo cuántos son y te traigo las entradas". Entonces cuando entraban todos le decía: "Esperá que voy a hablar con aquel". Y cuando subía me rajaba con todos.
¿Una vez en Brasil fingió un desmayo para que entraran todos?
Sí, ese día no podíamos entrar, entonces Mario Lapresa me dice: "Amelia, ¿te animás a desmayarte?". Me desmayé, los chicos empezaron a gritar que había una mujer descompuesta y los porteros nos decían "Bem, bem". Y así pudimos entrar.
¿Quién fue el mejor jugador de Newell's que vio?
El Tata Martino, porque no le pegaba a la pelota, la acariciaba. Del tiempo de antes, Cantelli, porque era un señor cómo le pegaba a la pelota. Pero antes no se pegaban como se pegan ahora. Y de ahora, la Fiera (Maximiliano Rodríguez), que dijo que pronto va a volver y porque peleaba con el linesman y con el juez por los jugadores. Y Pomelo (el ex volante Diego Mateo), a quien quiero por su gran humildad.
¿Maxi Rodríguez le dijo que pronto va a volver?
¿Cuándo nos van a devolver a la Fiera y a Scocco?, le pregunté al vicepresidente. "Posiblemente la Fiera vuelva pronto, pero Scocco no", me contestó.
>> Leer más: Newell's está de luto: murió la Vieja Amelia, histórica hincha leprosa
¿Quién fue el mejor técnico de Newell's?
Bielsa y el Tata (Gerardo Martino), un técnico excelente, a pesar de que antes era de los otros. Con el Tata pasó igual que con el otro que era delantero y estuvo con el barbudo (el wing izquierdo Sergio Omar Almirón, que integró la comisión directiva del presidente Eduardo José López): los dos se fueron allá primero, pero no los quisieron, vinieron para acá y se quedaron. Yo soy así: a los porotos fritos. Me importa tres pitos. Una vez, donde vivía antes, pasaba al lado de un muchacho que tenía la camiseta rayada, entonces hice "ajjjj"... Y el pibe se dio cuenta y me dijo: "No importa, Amelia, yo te quiero igual". Entonces le dije "disculpame".
¿Quién fue el mejor presidente del club?
Botti. En 27 años nunca faltó nada, ni un mango. Los jugadores estaban bien pagos y me daba las entradas todos los domingos, cada 15 días.
¿Lo vio jugar a Morosano?
Claro, si voy a la cancha desde los seis años. Morosano era el padrino de mi hija Miriam y era amigo de mi marido, Antonio. Los vi jugar a Cantelli, Morosano, Pontoni, Kairuz, "Bicicleta" Ferreyra y al arquero Musumessi.
¿Es cierto que rechazó un montón de propuestas de matrimonio para seguir a Newell's?
Un montón. Esto siempre fue difícil para una mujer y en aquella época tuve muchas propuestas, pero yo me casé con Ñubel. Es feo quedarse sola, no lo aconsejo, pero yo quería ir a la cancha y viajar para ver a Ñubel. Y hace 88 años que voy a la cancha.