La bomba estalló en la mañana del viernes cuando Miguel Ángel Russo les comunicó a los jugadores en la intimidad de Arroyo Seco que dejaría de ser el DT de la primera división. La decisión del experimentado entrenador dejó atónitos a todos. Es que lo que se le viene al Canalla es un tramo importantísimo del año y nadie imaginaba este volantazo del DT. Porque tras el juego del lunes ante Gimnasia en La Plata (donde dirigirá de manera interina Matías Lequi) llegará el clásico rosarino en el Gigante y luego la serie a cara o cruz ante Fortaleza de Brasil por los octavos de final de la Copa Sudamericana. Claro que Miguel no es un técnico más en la vida de Central, es uno de los que engalana la rica historia del club de Arroyito, un ejemplo de persona y profesional, un señor con todas las letras. Sin exagerar, se fue el último samurai canalla.
Pero el fútbol no se detiene y más allá de la emoción que generó en el mundo canalla la salida de Russo, la directiva ya activó la búsqueda del reemplazante. La lógica, y como está sin trabajo, fue la consulta a Eduardo Coudet, si se quiere ahora el candidato de la gente. Aunque si no prospera lo del Chacho se abre un abanico de nombres donde tiene fuerza y gusta la dupla de Guillermo y Gustavo Barros Schelotto.
La directiva sabe que necesita encontrar un DT confiable, con consenso de los hinchas y que esté dispuesto a asumir rápido ante desafíos de suma importancia.
La emoción de Miguel
Sobre el mediodía de ayer el propio Miguel explicó emocionado en las redes oficiales del club que “con dolor uno entiende que este es el momento que debo dar un paso al costado y creo que es lo mejor para el club”.
Así, la salida fue triste, pero en buenos términos con la dirigencia, que ahora ya activó el plan de la sucesión y allí ya hay algunos nombres propios arriba de la mesa, que más allá de las complejidades de cada caso, serán sondeados rápidamente. El Chacho y los Mellizos Barros Schelotto gustan y en ese orden serán consultados.
Designar al sucesor no es una tarea sencilla por el propio peso específico del DT saliente. Es que Miguel dejó la conducción técnica de Central con 301 partidos en sus cinco etapas en Arroyito, donde siempre tendió una mano en las complicadas, como hace el verdadero amigo fiel, jugando la promoción, logrando el ascenso, el título en la Liga Profesional y con la imbatibilidad de 12 clásicos rosarinos (7 victorias y 5 empates). Una foja deportiva intachable, pero además desde su don de persona que merece el aplauso unánime.
“Me tocó salir campeón. Eso queda en la historia, ya pasó, el presente es otra cosa. A veces se sufren altibajos, pero sé que esta es mi casa. A la gente de Central le digo que siga creyendo en este equipo y en este club, porque está para cosas más grandes”, sostuvo Miguel al borde de las lágrimas.
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Lo cierto es que los hinchas de Central deben sacarse el sombrero ante el enorme Miguelito Russo. Porque es un DT que siempre volvió al club cuando las papas quemaban y jamás puso excusas.
Desde la simpleza, sin discursos para la tribuna, con mucho trabajo y con un plantel austero sin figuras de renombre, amalgamó un campañón para dar la vuelta olímpica a fines del año pasado. Pero luego el 2024 no fue igual, el equipo bajó su rendimiento, las individualidades en su mayoría decayeron, la Copa Libertadores le dio paso a la Sudamericana, se terminó la Copa Argentina y en el torneo local los números quedaron demasiado raquíticos. Por ello, también la dirigencia notó la merma y el diálogo con el DT fue permanente para intentar revertir la situación. Russo probó con todo, usó todo lo que tuvo a mano y repensó el panorama hasta sentir que era el momento de dar un paso al costado y no forzar los plazos.
Miguel es sinónimo de Central y eso será eterno. Hasta podría seguir ligado al fútbol del club en otro rol. Igual ahora todo está apuntado a conseguir al sucesor. Más allá de todo, el mundo Central le dijo ayer con cariño “gracias por todo Miguel, sos un verdadero guerrero”.
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