La excursión de Central a Córdoba terminó como un viaje de estudios donde la agencia de turismo contratada cumplió con solo la tercera parte de lo prometido y después todo se derrumbó. Es que los canallas, con sus virtudes en ataque y sus grandes defectos en defensa fueron un equipo competitivo solamente en la primera media hora. Donde el primer gol de Talleres fue injusto, teniendo en cuenta el desarrollo del partido, ya que antes del penal que convirtió Maximiliano Lovera, los canallas habían pateado seis tiros al arco contra dos de los locales, convirtiendo al arquero local Guido Herrera en figura.
Lo único positivo, es que este plantel mostró un grado de madurez con el 1-4 ya consumado y con media hora por jugar. Porque tuvo la cabeza fría para pensar en lo que viene, terminó con los once protagonistas en cancha y los amonestados (Ortiz y Sández) los tuvo en los primeros diez minutos de juego.
Miguel Ángel Russo ya está sentado en la mesa de los grandes. Viene de salir campeón, está invicto en los clásicos, es el segundo DT con más partidos en la historia del club y ningún resultado aislado como el 1-4 del sábado va a cambiar esa situación.
Pero el sábado ante Talleres dejó de lado el camino que recorrió en esta etapa para sumar un triunfo o un empate. Agarró por otro lado, lo asaltaron y lo dejaron sin nada.
Cuando apareció la placa con la formación inicial, se suponía que en defensa iba armar una línea de 5 cuando no tenía la pelota. Con Elías Ocampo y Alan Rodríguez como laterales, y tres centrales como Komar, Mallo y Quintana. Y que iba a utilizar la línea de 3 solamente cuando estaba en posesión del balón. Pero no. Apeló a ese recurso con y sin la pelota, hasta que ya fue tarde cuando quiso cambiar y volver a la línea de cuatro.
Quien escribe estas líneas cree fervientemente que todos los futbolistas que llegan a jugar en primera división tienen condiciones de sobra para hacerlo. Que en este nivel no existen los malos jugadores. Que sus rendimientos, sean buenos, regulares o malos, son consecuencia de que por el contexto y la necesidad, los utilizan para hacer algo que no están acostumbrados (léase los casos de Kevin Ortiz, Elías Ocampo, Sández y O’Connor) o no tienen el suficiente acompañamiento para realizar su tarea (léase Martínez Dupuy).
Central no tiene los intérpretes para jugar con línea de tres. El domingo las estadísticas que entregan los analistas de datos mostraron uno inapelable para fundamentar este concepto: los canallas en el rubro recuperaciones terminaron en 0, mientras que los de Ribonetto tuvieron 15 recuperaciones.
¿Por qué se dio esto? Porque Kevin Ortiz jamás se metió entre los centrales como marcan los manuales en este tipo de sistema; Ocampo no tiene oficio para jugar como defensor porque en inferiores lo hizo siempre del medio hacia adelante y en función defensiva, donde ya fue rehén en el gol de Atlético Tucumán porque se pasó en una jugada y habilitó a todo el mundo, se lo nota un poco desconcertado; O’Connor se formó en la cantera auriazul como enganche y no como doble 5; y Martínez Dupuy siempre necesitó de otro atacante para potenciar sus virtudes.
Desde lo subjetivo se pueden hacer dos lecturas de la goleada que sufrió Central. Russo, quien tiene una gran espalda para hacerlo, quiso probar algo distinto y se terminó de convencer que el camino a seguir es el de siempre. Con una línea de cuatro, haciendo de la paciencia un culto y en condición de visitante entregarle la responsabilidad al equipo local de turno de ser protagonista.
O que Miguel ya hace tiempo que está convencido de que los canallas deben ser un equipo corto, empezado de atrás para adelante y el sábado le haya querido dar un mensaje a los que lo critican y le piden más osadía jugando fuera del Gigante de Arroyito. Donde les demostró que el plantel está preparado, por lo menos como visitante, para ser un equipo más mezquino, porque sino es peor el remedio que la enfermedad.
Hay que darse un baño de realidad. Este Central carece de un volante de contención clásico que se dedique exclusivamente a recuperar como tuvo Russo en otros planteles como Cristian Daniele, Daniel Quinteros y Mariano Herrón. Lo que le permitía al actual técnico canalla descansar en ese 5, no sacrificar a otro volante en funciones más defensivas que ofensivas, y armar una mitad de cancha, como hizo por ejemplo en la gran campaña de 2003, donde a Herrón lo acompañaban tres enganches como Mariano Messera, Ezequiel González y Pablo “Vitamina” Sánchez.
“Son momentos, son decisiones”, es una de las frases de cabecera del DT canalla. Ahora es el momento de decidir. ¿Le dará una nueva chance a Kevin Ortiz, quien ya cuenta con 58 partidos como titular más otros dos en el banco de suplentes, o apelará a Franco Ibarra?. ¿Seguirá con Elías Ocampo en el lateral derecho o mandará a la cancha a Emanuel Coronel que hizo la pretemporada con Banfield y aparentemente puede ponerse ya la camiseta?. ¿Contemplará, teniendo en cuenta la localía de que Jaminton Campaz sea titular y que juegue hasta que el físico le diga basta?. ¿En cuánto tiempo integrará a Jonatan Gómez y Abel Hernández?
Son respuestas que solo el técnico, que convive los siete días de la semana con los jugadores y sabe detalles que los periodistas desconocen, puede dar. Lo cierto es que Central debe dar vuelta la página, dejar en la vitrina la Copa de la Liga olvidándose que fue campeón, sumar de a tres ante Independiente Rivadavia el próximo jueves para no perder el tren en el torneo local, pero principalmente debe volver a las fuentes.