Cuatro jóvenes han quedado atrapados en una habitación, víctimas de una disputa entre dos hermanos gemelos. Hay intriga y sed de venganza en un thriller que combina terror y suspenso, y donde el fantasma de la muerte invade la atmósfera. Hay miedo, dramatismo, aunque también conocimiento: la trama avanza sobre acertijos matemáticos. Hasta que finalmente...No, no no, eso sería spoilear. Pero por ahí va el argumento de "Bajo presión", el cortometraje que realizan los alumnos de la Escuela Nº 371 Soldados de la Patria Colombo – Müller, de Esperanza. Y es nada menos que la primera experiencia de rodaje en todo el país, y desde que fue creado en 2014, del programa El Cine Argentino va a la Escuela.
Se trata de una iniciativa impulsada por la Fundación Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), que desembarcó en Esperanza (departamento Las Colonias - 200 kilómetros de Rosario) de la mano de los cineastas Ricky Piterbarg y Dieguillo Fernández. Ambos dictaron un taller de capacitación audiovisual, que se desarrolló entre el miércoles y el viernes pasados. La intención era dictarlo antes, pero en 2020 la pandemia del coronavirus pospuso toda actividad. Se había acordado con los docentes que los chicos escribirían un guión para un cortometraje, y los directores de cine a cargo del taller les guiarían vía zoom, hasta el momento del rodaje.
El Cine Argentino va a la Escuela había visitado en 2019 al establecimiento educativo. Se proyectó la película "Días de vinilo", de Gabriel Nesci, y el actor Nacho Tosselli estuvo en persona para hablar con los estudiantes, que participaron en dos concursos abiertos, con un trabajo escrito y un video que registró la función.
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El grupo. Los estudiantes cursan el 5º año de la Escuela Nº 371.
La escuela resultó una de las dos ganadoras de ese año, y el premio adjudicado fue el taller que se dictó esta semana. Pero esta vez tuvo el sello distintivo de que los mismos alumnos se convirtieron en protagonistas de una producción cinematográfica. Se buscó una locación, una casona que aportó el Club de Leones de Esperanza, la escuela se sumó a la logística para que los chicos y las chicas pudieran rodar. La obra despertó un compromiso colectivo.
Desde adentro
Candela Salzman tiene 17 años, es alumna de 5º año en la especialidad de Artes Visuales. Se desempeñó en el cortometraje como asistente de dirección. "Yo soy la que dice «escena uno, acción»", cuenta, y se ríe. Recuerda que se viene "trabajando desde hace varios meses", después de que "los profesores llegaron con la noticia de que teníamos una capacitación para un corto. Nos dijeron que teníamos la oportunidad de grabar, pero que éramos nosotros los que teníamos que elaborar la historia. Se la presentamos a Ricky y a Dieguillo, y en estos tres días llegamos a concretar la idea. Ricky y Guille siempre estuvieron al pie del cañón, tuvimos muchísima ayuda de ellos, que trajeron los equipos para poder trabajar. Fue una experiencia muy linda, y bien hecha", sintetiza.
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Acción. Los chicos vivieron la experiencia de trabajar con equipos profesionales.
Candela hace un breve resumen del corto, en el que cuatro jóvenes (dos parejas de chicos y chicas) quedan encerrados por el hermano gemelo de un amigo de ellos. El victimario padece trastornos psicológicos y ha sido forzado por sus padres al encierro, lo que alimenta su sed de venganza. Ese personaje, cuya única conexión con el mundo exterior es por su hermano -a quien guarda rencor-, ha vencido la soledad resolviendo acertijos geométricos, y ahora son sus cautivos quienes tienen que hacer frente a estos ejercicios. Hay muchos otros detalles, y por supuesto, un final de película, aunque eso queda para el estreno. "La historia parece larga, pero en el rodaje las escenas se van conectando, y salieron muy bien", asegura la chica.
Interdisciplinario
Viviana Bogao, vicedirectora de la escuela y a cargo del proyecto, explicó que la 371 tiene orientación en artes visuales desde nace seis años. Con 430 alumnos y varias terminalidades, el establecimiento busca trabajar en proyectos integrados con la comunidad, o que los alumnos sean parte del acerbo cultural de la ciudad.
En cuanto a la película, recordó que la escuela trabajó mancomunadamente y en forma interdisciplinaria. "Si bien es un trabajo de cine, intervienen asignaturas como Lengua, Matemáticas y Artes Visuales. Por eso, por ejemplo, Lengua tuvo mucha participación en el armado del guión, pero en la trama, los protagonistas van resolviendo acertijos matemáticos, mientras que el profesor de Audiovisual tiene más dominio de todo lo que es posproducción y edición", graficó. Y afirmó: "Es una propuesta educativa diferente, donde todas las áreas contribuyeron, ya sea en la escenografía como en los distintos elementos para la filmación. Incluso, el corto tiene escenas dramáticas, pero es un guión basado en conocimientos".
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En el rol. Dieguillo Fernández da las instrucciones para el uso de las cámaras.
De hecho, los profesores que intervinieron en la realización forman parte del equipo, que entre alumnos y docentes se conforma de unas 20 personas.
Primera vez
El cineasta Ricky Piterbarg (quien con Dieguillo Fernández hicieron todo el trabajo previo) participa en El Cine Argentino va a la Escuela desde 2015, pero esta es la primera vez que se realiza una producción cinematográfica con estudiantes de secundaria.
El director de "Venimos de muy lejos" y de "Ikigai, la sonrisa de Gardel", recordó que previamente tuvieron cuatro reuniones por la plataforma Zoom con los alumnos, a quienes fueron acompañando para la confección del guión. "Nosotros vinimos para el rodaje; después, el montaje lo harán los mismos chicos con el profesor de Audiovisuales, y en esa instancia posterior, si tenemos alguna participación o aportamos nuestra mirada, será ya de manera virtual", aclaró.
Piterbarg explicó que, aunque la creación es colectiva y las jornadas tuvieron la modalidad de taller en la que "todos participan y aprenden", cada estudiante tuvo un rol dentro de la película, porque es como se trabaja en el cine. Incluso, los actores y las actrices son del mismo grupo".
Cine en la escuela
El Cine Argentino Va a la Escuela se realiza desde 2014, cuando la asociación de directores recibió varios informes de que muchos estudiantes secundarios no iban a las salas por razones culturales, geográficas y económicas. Entre las primeras está el mayor apego a la televisión, los celulares y las computadoras. Algunos no tienen cines cerca porque muchas salas han cerrado; otros no tienen dinero para ir al cine, y si van, no ven películas argentinas.
La idea de ir a escuelas en lugares recónditos es llevar el cine como si estuvieran en el cine: una pantalla grande, todo en silencio y a oscuras, con un buen sonido, sin que nadie pause la película y en compañía de compañeros y docentes. Después de la proyección se hace una charla debate con alguno de los protagonistas de la película, una actriz, un actor; o alguien que haya participado en la producción: el director, un técnico, un guionista o un productor.
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Juntos. Los chicos debatieron el guión con los directores y se metieron en la obra.
Durante los primeros años, la actividad consistió fundamentalmente en desembarcar en las escuelas, convertir un espacio de cada establecimiento en sala de cine y proyectar una película. Para los promotores, no tiene sentido llevar a los chicos a un sala en otro lugar (como se los lleva a un museo al que después nunca volverán), sino que la misma escuela se convierta en una sala cinematográfica.
Las experiencias se completan con la asistencia de algún protagonista de la película que se proyectó (director, actores) para hablar con los estudiantes. Y se les deja una caja con unas 20 películas argentinas.
Ahora, y a partir de Esperanza, se incorpora esta modalidad: que los estudiantes se metan de lleno en una producción.