Con absoluta puntualidad, ayer a las siete, la imagen de la Virgen del Rosario entró al "campito" vecino al santuario de Nuestra Señora de la Virgen del Rosario de San Nicolás, seguida de numerosos fieles que, como hace 23 años, cumplen con el ritual de partir en procesión desde la esquina de Arijón y Ayacucho, para caminar durante toda la noche hasta la ciudad bonaerense y allí agradecer, peticionar, cumplir promesas y rendir tributo a las imágenes sagradas.
A las 15 del sábado, los fieles emprendieron la agotadora marcha bajo un clima apacible, que se extendió también a la madrugada, siguiendo como cada año la traza de la ruta provincial 21 —la antigua ruta nacional 9—, liberada del tránsito habitual y habilitada sólo a los peregrinos en su extensión, desde Villa G. Gálvez hasta el arroyo del Medio. A la cabeza de la caravana, una camioneta tipo 4x4 remolcaba un pequeño acoplado que trasladaba, como cada año, la imagen de la Virgen, protegida dentro de una urna transparente y bajo un gazebo.
Esta vez, el lema de la marcha que partió desde el sur rosarino fue "Con María, caminemos hacia la misericordia, Jesús". Los usuales cánticos de alabanza, entonados por jóvenes militantes católicos y un sistema de información permanente por medio de altavoces instalados en algunos vehículos contribuyeron a animar y ordenar la marcha y a informar sobre las contingencias a través de las trasmisiones de las radios FM del Rosario y FM Asunción, de Arroyo Seco. También se fijaron paradas en las localidades de Pueblo Esther, Arroyo Seco, Pavón y Villa Constitución, donde funcionaron postas para asistir a los peregrinos proveyéndolos de líquidos y asistencia sanitaria y el paso de la imagen de la Virgen se convirtió en una fiesta popular.
La 23ª peregrinación Rosario-San Nicolás se enmarcó además en el "año de la Misericordia", impulsado por el Papa Francisco, quien por medio del secretario de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires, Vincenzo Turturro, dirigió una bendición a todos los fieles peregrinos "exhortando a la reconciliación de los argentinos", la que fue leída por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, sobre el final de la misa a los peregrinos.
La larga caravana estuvo integrada también por numerosos fieles de otras localidades como Soldini, Arroyo Seco, Fighiera. Pavón y la más cercana Villa Constitución y de todos los barrios de Rosario. El ingreso de la Virgen al "campito" nicoleño fue anunciado por las sirenas de las motos de la Guardia Urbana Municipal de Rosario, que se superpusieron a estruendo de fuegos artificiales y los cánticos de los jóvenes católicos que colaboraban en la celebración. El municipio nicoleños aportó también un importante operativo de tránsito a cargo de inspectores y policías, así como un gran número de efectivos de la Cruz Roja Argentina.
La imagen fue recibida en el atrio del templo por monseñor Martín y el obispo nicoleño, Héctor Sabatino Cardelli. Como en cada peregrinaje, el agotamiento pudo contra toda formalidad. Así, gran número de fieles ingresó al templo, celebró la llegada de la Virgen desde Rosario con emotivas demostraciones de devoción e inmediatamente después se sentó en los bancos, contra los muros del templo e incluso en los pasillos, a dormir profundamente.
Otra imagen reiterada fue la de numerosas personas que, aunque se apoyaban en improvisados bastones hechos con palos de escoba, mostraban claras dificultades para desplazarse tras la agotadora marcha.
Afuera del templo, a su vez, los numerosos comerciantes ofertaban desde sus salones, o en improvisados puestos, toda clase de souvenirs y objetos de culto ante una escasa demanda de la gente, la que una vez cumplido su objetivo de llegar hasta el santuario, buscaba regresar a su hogar lo más rápido posible por medio de los ómnibus de media distancia, minibuses contratados o vehículos familiares.
Pedido por salud. Karina, de 38 años, y de barrio Arroyito, salió de la misa presurosa por volver a su hogar y destacó a La Capital que su presencia allí era para "pedir a la Virgen por la solución de un problema de salud", en tanto que Sara, de la zona sur de Rosario, vino a agradecer dones otorgados por la Virgen.
La mujer estuvo acompañada por sus hijos, entre ellos la pequeña Azul, que viajó en su cochecito y pese al trajín se mostraba "pasada de sueño y nerviosa". El grupo familiar esperaba un regreso más confortablemente ya que sus familiares la vendrían a buscar.
Agradecimientos. Germán, de Arroyo Seco, salió rengueando por una de las puertas laterales del templo. Su historia conmueve porque su presencia allí obedece al agradecimiento y a cumplir la promesa hecha a la Virgen "por haber sacado de un coma profundo a mi hija de dos años".
Creyente y ex catequista, Germán casi pierde a su pequeña tras un accidente menor por el que debió ser intervenida, generándose un grave problema al ser anestesiada
"Siento una gran paz por haber podido venir", indicó a este diario Gisela Enrique, quien junto con su hermana Romina viajó a Rosario desde Soldini para luego sumarse a la marcha, "Vinimos para agradecer y para pedir salud para los hijos", señalaron, mientras recuperaban energía en uno de los bancos del templo.