Un auto negro es el hilo que conecta la muerte de un joven baleado en 2022 cuando salía de un búnker en barrio Godoy con la captura de Claudio Morocho Mansilla, detenido tres meses más tarde a casi un año de su escandalosa fuga de la cárcel de Piñero. Es un Renault Sandero del que salieron los disparos en aquel crimen y que, junto a otras pistas, orientó el operativo policial para detener a Mansilla en la ex Zona Cero. Seis días después del arresto de quien se había convertido en el prófugo más buscado de la provincia, el vehículo fue ubicado en Nuevo Alberdi. Al volante iba su medio hermano, condenado la semana pasada a 4 años de prisión por encubrimiento.
Se llama Nicolás Praitelstein, tiene 24 años y es hermano menor de Mansilla por parte de la madre. Aceptó condena en un juicio abreviado por conducir el auto que usaron quienes mataron a Julián Romero, atacado por la espalda cerca del complejo penitenciario de 27 de Febrero al 7800. El acuerdo incluye una pena por haber robado a punta de pistola otro auto cuando su dueño ingresaba a una cochera de México al 1000. En ese vehículo se hallaron las huellas del condenado.
La sentencia considera Praitelstein parte del círculo más cercano a Morocho que lo protegió durante el año en que estuvo prófugo, cuando rotaba entre algunos barrios del oeste y el norte rosarinos y la tranquila localidad cordobesa de Villa Yacanto. Considerado un violento referente en la venta de drogas en la zona oeste, Mansilla fue el último de los evadidos de la cárcel de Piñero en ser atrapado. El seguimiento policial al Renault Sandero que manejaba su medio hermano fue una de las claves en esa captura.
El auto era buscado desde el crimen de Julián Romero, un joven de 21 años al que le dieron dos tiros en el tórax el 7 de marzo de 2022. Fue un ataque del que poco se supo hasta que, un mes y medio después, falleció en el hospital donde estaba internado.
"Pará, no tirés más"
Apodado Dalsio, Romero vivía con su familia en el barrio cercano al complejo penitenciario de la zona oeste. A las 22.30 de ese día salía de comprar drogas con un amigo en un búnker del barrio, en 27 de Febrero y calle 1716, cuando un auto Sandero negro empezó a seguirlos a baja velocidad.
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Una cuadra al sur, en el cruce de las calles 1706 y 1709, el auto aceleró y el acompañante empezó a disparar frente al alambrado de la cárcel. Romero, que caminaba empujando una bicicleta playera, fue alcanzado por dos disparos en el tórax. “Pará, no tires más”, gritó antes de quedar tendido en el suelo. Su vecino fue herido con cuatro tiros en la espalda, el hombro izquierdo y el brazo derecho. Caminó herido hasta su casa y una ambulancia lo trasladó al Hospital Eva Perón, donde estuvo internado dos semanas.
En la investigación de la fiscal Marisol Fabbro se reconstruyó que esa noche se habían encontrado de casualidad cuando iban a comprar cocaína a un quiosco, en un pasillo sobre el final de la avenida. Al puesto lo atendía Nachi, como le decían a Stella Maris Cháves, una chica de 19 años que se había criado en el barrio, solía vender drogas en un sillón sobre el piso de tierra y siete días después fue asesinada. El puesto era gestionado por Mansilla, por entonces prófugo.
Según la pesquisa, unos días antes Nachi le había avisado a Romero que, por órdenes de Morocho, ya no podría venderle. El joven era sobrino de una mujer que antes había trabajado para Mansilla en ese mismo lugar y a la que éste acusó de estirar la droga. Tras el incidente Mansilla usurpó la vivienda y luego ordenó atacar a golpes a un hijo de la mujer.
Como tenía el acceso prohibido por esa “bronca”, Dalsio le pidió a su vecino que entrara al búnker del pasillo, donde compraron en total cinco bolsitas de cocaína que Nachi guardaba en una mochila rosa.
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El 14 de marzo la chica fue asesinada por cuatro personas armadas que irrumpieron en su casa y la mataron con cuatro balazos, uno a la cabeza, tras encerrar en otra habitación a una mujer que la acompañaba. Los vecinos contaron entonces que Nachi era novia del Morocho. Que habían estado viviendo juntos dos meses en la zona de Nuevo Alberdi hasta que él la ubicó en la casa de ese pasillo. Y dijeron que la chica sabía demasiado sobre los movimientos del lugar. Por ese crimen no hay aún implicados.
Dalsio estuvo un mes y medio internado en el Hospital Clemente Álvarez con graves lesiones en un pulmón hasta que murió la madrugada del 29 de abril. Al mes, el 30 de mayo, el mismo auto del que habían partido los disparos pasó por el barrio. Desde el mismo vehículo arremetieron a tiros contra una casa. “Empezaron a los tiros desde el auto con una ametralladora porque hay otros búnkers que venden y son de la contra”, dijeron vecinos que, en esa ocasión, alcanzaron a tomar nota de la patente: HWU 349.
Larga búsqueda
Un año antes, el domingo 27 de junio de 2021, Mansilla había escapado a los tiros de la cárcel de Piñero junto a otros siete presos del pabellón 14. Contaron con el apoyo de tres asistentes externos armados con pistolas y ametralladoras que cortaron el cerco perimetral con una amoladora. Uno de ellos murió en el tiroteo con los guardias.
Mansilla era por entonces "el jefe" del pabellón. Tras cumplir una condena federal se había convertido en una figura que sembró el terror en Santa Lucía. La semana de la fuga había comenzado el juicio en su contra por el doble crimen de los adolescentes Leonel Bubakar y Kevin Nieri, un caso en el que terminaría condenado en ausencia a 25 años de prisión.
La búsqueda de Morocho duró un año. La provincia ofreció por él un millón de pesos de recompensa. A partir de datos que llegaron a la investigación se ubicó un teléfono que impactaba entre Funges, Rosario y Villa Yacanto, la tranquila villa cordobesa cercana a Santa Rosa de Calamuchita donde se refugió al menos un mes y medio con sus dos hijos.
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Entretanto, a la Fiscalía llegaban referencias de que allegados a Mansilla estaban amenazando con armas a testigos de su paradero. Reapareció la mención al auto negro: los apretadores se movían en “un auto oscuro dominio 348” y residían en la zona de Santa Lucía. Así, en una ronda de vigilancia por el barrio, los policías divisaron el auto en Colombres y Estudiante Aguilar, escoltado por una moto, y lo siguieron hasta perderlo de vista en barrio Godoy.
Al poco tiempo, la noche el 15 de junio de 2022 registraron el mismo auto estacionado cerca de un dúplex de Héctor Palacios al 4100 (Oncativo al 2400), en el barrio Fontanarrosa (ex Zona Cero), donde buscaban a Mansilla, y así ajustaron la dirección donde paraba. Al día siguiente fue capturado con dos pistolas 9 milímetros, droga, municiones y dinero.
En uno de los teléfonos secuestrados ese día había fotos del auto Sandero negro, que finalmente fue ubicado el 22 de junio alrededor de las 15 en Caracas y Ciudadela, en barrio Nuevo Alberdi. Al volante iba Praitelstein, con su pareja como acompañante y dos nenitos en el asiento de atrás. La pareja ya había sido detenida en septiembre de 2021 durante uno de los allanamientos en procura del Morocho en una casa de Vanzo al 7700, en barrio Godoy, donde se hallaron nueve panes de marihuana.
Praitelstein fue acusado de usar ese auto “con aparente habitualidad” y sin desconocer “de dónde provenía, dado que es familiar de Mansilla y el entorno familiar estaba cubriendo sus rastros”.
A punta de pistola
Además fue condenado por haber usado un auto Ford K de tres puertas, negro polarizado, robado a su dueño cuando se disponía a guardarlo en una cochera de México al 1000 la madrugada del 19 de abril de 2022.
Tres asaltantes que bajaron de un auto rojo le apuntaron con un arma en la cabeza, le sacaron el auto y se fueron por México al sur. El auto fue hallado cuatro días después de la caída de Mansilla, el 20 de junio de 2022, en Bouchard al 3000. A los vecinos les llamó ese auto que no era del barrio y estaba perforado a tiros. El Gabinete Criminalístico fue al lugar y logró levantar rastros de una huella dactilar del espejo retrovisor interno y otra del lado de adentro de la puerta del conductor. Le habían cambiado el dominio y las cubiertas
Ligado a esos dos autos, Praitelstein aceptó un acuerdo abreviado entre la fiscal Marisol Fabbro y su defensa. En ambos casos, bajo cargos de encubrimiento agravado por los delitos precedentes. La jueza Patricia Bilotta aceptó el procedimiento y dictó la condena a 4 años de prisión.