Abajo a la izquierda de la fotografía se puede ver una estructura que persiste hasta la actualidad: la de los Tribunales Federales en bulevar Oroño, en aquel momento llamado bulevar Santafesino. A fines del siglo XIX aquel imponente edificio, inaugurado en 1890, era la residencia de Eloy Palacios, un adinerado comerciante de la ciudad que se dedicaba a la venta de haciendas y terrenos en la zona. Al lado se observa un chalet que ya no existe, en la actual esquina de calle Rioja donde hoy un alto edificio se erige en su lugar.
Vista de la Unidad Penitenciaria N ° 3_C. 1939_Col.jpg
Vista de la Unidad Penitenciaria N ° 3 a fines de la década de 1930. Archivo Fotográfico Museo de la Ciudad.
Museo de la Ciudad
La cárcel en sus inicios
La Redonda estaba en las afueras de la ciudad, lejos de los rosarinos, y por supuesto que ese era el objetivo. Esta misma idea había guiado a las autoridades casi cuarenta años atrás cuando decidieron levantar los muros del cementerio El Salvador en otra zona alejada.
La construcción de un espacio para alojar a quienes quebrantaran la ley era una necesidad que ya tenía varios años. Hasta ese momento los sitios que habían funcionado como cárceles en Rosario fueron la Jefatura Política, actual sede del gobierno de Santa Fe, y el entonces cuartel de gendarmes conocido como "cárcel pública".
La estructura era precaria y no había separaciones entre quienes estaban allí por un delito menor y aquellos que habían cometido un crimen. En una misma habitación se encontraban hasta 70 presos hacinados, y la opinión pública las catalogaba de “corralón repugnante” o bien como “la Inquisición de la cárcel de Rosario”.
Las condiciones de seguridad tampoco eran ideales y encontrarse a un reo caminando por la calle era moneda corriente. Así lo atestiguó una carta del jefe de policía a mediados del 1800 cuando narró su sorpresa al encontrarse a un preso supuestamente enfermo, que había pedido ir al hospital, caminando tranquilamente por las veredas rosarinas. La irregularidad era tal que muchas veces se los dejaba salir confiando en que volverían por su propia voluntad.
>>Leer más: El cementerio El Salvador cumplió 168 años: ¿cómo se relacionaban los rosarinos con la muerte en el pasado?
Ya en 1855 Nicasio Oroño alertaba que era necesario mejorar las condiciones de los presidiarios. Mantener un mínimo de higiene, seguridad y establecer ciertas reglas resultaba necesario para una ciudad que no paraba de crecer. Se estableció, incluso, que algunos presos fueran trasladados a la capital provincial.
Con la puesta en funcionamiento de La Redonda aquellos problemas parecieron solucionarse. En el primer Censo Carcelario realizado en 1906 se describen todas las características del nuevo centro penitenciario. Podía alojar "en buenas condiciones de higiene" hasta a 400 presos. Sin embargo, por lo general, la cárcel estaba habitada por no más de 700 reos.
Además, se detallaba que contaba con diez letrinas y evacuación por cloaca. Había agua corriente y la ración de comida de cada preso constaba de 1.675 gramos de alimento de los cuales 1.200 eran carne. La ración costaba 36 centavos.
Por otro lado, desde 1899 se habilitaron varios talleres. Los reclusos aprendían herrería, carpintería, talabartería, alpargatería, tapicería, pinturería, zapatería, canastería, sastrería, tipografía, encuadernación y panadería. Las jornadas laborales duraban 8 horas y el pago era de 70 centavos. Fueron esos mismos presos lo que, en 1901, cavaron el actual laguito del parque Independencia.
Anexa a los talleres había una escuela que contaba con dos maestros. El censo registró que la asistencia diaria era de 80 alumnos. La penitenciaría tenía también una biblioteca con 2.500 libros. No existía y no se impartían enseñanzas religiosas.
El censo también apuntó cuáles eran las enfermedades más comunes: tifus, gripe, viruela y escarlatina. Había "pocos tuberculosos" pero en caso de presentarse una enfermedad infectocontagiosa se aislaba y recluía al paciente en el Hospital de Caridad, actual Hospital Provincial, ubicado en 9 de julio y Alem, el cual también fue construido en su momento en las afueras de la ciudad. Para enfermedades más comunes la penitenciaría contaba con una enfermería atendida por "un facultativo y un practicante".
La mayoría de lo presos estaban condenados por homicidio. Pero también estaban aquellos culpables de lesiones, hurto, robo, infanticidio, violación, falsificación de monedas y estafas.
EXHIBICION DE UNIDADES EMMTR_FRENTE A LA UNIDAD CARCELARIA Nº3 DE ROSARIO_ARCHIVO FOTOGRAFICO MUSEO DE LA CIUDAD (1).jpg
Los tranvías y la cárcel. Frente a los galpones de EMMTR
Museo de la Ciudad
La cárcel en el presente
La Unidad Penitenciaria Nº 3 se encuentra actualmente en plena zona urbana. El barrio Lourdes es una zona residencial pero las dos avenidas, Francia y Pellegrini, lo proveen de un movimiento constante.
Hace varios años que se escucha el rumor de un proyecto que pretende trasladar la penitenciaria. En mayo de este año, el concejal Federico Lifschitz retomó la iniciativa de reubicar aquel emblemático espacio. Sin embargo, la idea de llevar adelante esta medida también genera muchas preguntas a la hora de pensar qué sucederá con aquellos terrenos.
La iniciativa de Lifschitz, que es acompañada por los concejales socialistas miembros del bloque, Manuel Sciutto y Alicia Pino, contempla que la Municipalidad, “a través de las reparticiones que estime pertinente, inicie un proceso de traslado y reubicación de las áreas y dependencias municipales que hoy funcionan en las manzanas contempladas como Área de Reserva Especial Penitenciaria hacia otros sectores de la ciudad siguiendo criterios de accesibilidad, movilidad y funcionalidad sean más razonables de emplazar”.
En relación a qué podría suceder con los terrenos y los inmuebles, el edil admitió que “hay otras iniciativas previas, proyectos de otros concejales y es una política del gobierno de Santa Fe”. No obstante, aseguró que el proyecto “se está abordando en la comisión de Control, Convivencia y Seguridad Ciudadana con la idea de llegar a un consenso”.
La cárcel de encausados, a la que se conoce como la "Redonda", está en la manzana delimitada por Zeballos, Ricchieri, Montevideo y Suipacha.
La cárcel de encausados, a la que se conoce como la "Redonda", está en la manzana delimitada por Zeballos, Ricchieri, Montevideo y Suipacha.
La idea de quitar la prisión de su histórico emplazamiento no es nueva ni carece de intentos previos. Legisladores y concejales tuvieron la voluntad de pensar qué hacer con esas tierras, con enfoques diferentes pero sin resultados aún a la vista.
En 2012, el entonces diputado provincial por la Unión Cívica Radical Julián Galdeano buscó el traslado de la unidad penitenciaria con el objetivo de mejorar la situación carcelaria, además de mejorar la calidad de vida del barrio.
En ese entonces, el radical proponía construir una nueva cárcel que replicara la capacidad de contención de los reos, mientras que lo que se buscaba era licitar esas tierras para emprendimientos inmobiliarios y gastronómicos. La decisión de dónde ubicar a la nueva prisión debería ser tomada por el Ministerio de Seguridad, entonces ocupado por Marcos Escajadillo.
Por su parte, Ciudad Futura presentó en el 2019 la creación de un complejo de viviendas de carácter público. En aquel momento el traslado de la penitenciaria parecía inminente. Caren Tepp y Juan Monteverde apuntaron que el mejor uso de aquellos terrenos sería construir "el primer Parque Público de Vivienda en Alquiler", un sistema donde el Estado construye no para dar en propiedad sino para poner en locación.
Por ahora la cárcel sigue allí y no se vislumbra ningún cambio. Los muros de la prisión guardan historia y su deteriorada fachada demuestra que no sufrió muchas transformaciones en estos 130 años de vida. Pero lo que sí cambió, y mucho, fue la ciudad de Rosario.