Madrid.- Son historias políticamente incorrectas que hablan de morir, de matar y
hasta de un cierto erotismo infantil. Pero en esta ocasión, el peruano Mario Vargas Llosa y el
español Arturo Pérez-Reverte no se dirigen a sus lectores habituales, sino a un tipo de lectores
mucho más difícil de convencer: los niños.
Los escritores presentaron hoy en Madrid los dos primeros cuentos que escribieron en su vida
para los más pequeños. Abren una nueva colección de álbumes ilustrados de la editorial Alfaguara
bajo el nombre de “Mi primer Mario Vargas Llosa” y “Mi primer Arturo
Pérez-Reverte”, una serie de historias originales para niños escritas por grandes nombres de
la literatura de adultos que ya está a la venta en España y que para septiembre estará en México y
otros países de América latina.
En “Fonchito y la Luna”, el peruano se adentra en las emociones del primer amor y
del descubrimiento de que no hay nada que uno no pueda hacer por un ser querido, incluso si éste te
pide la Luna.
Pérez-Reverte, por su parte, lleva a los más pequeños en “El pequeño hoplita” a
descubrir la historia de la batalla de las Termópilas, con un niño como testigo de los
acontecimientos y una importante misión que cumplir.
Ambos van acompañados de bellas ilustraciones a cargo de Fernando Vicente, en el caso de
“El pequeño hoplita”, y de Marta Chicote Juiz, en el de “Fonchito y la
Luna”, que hacen que la historia entre también a los niños mediante las imágenes y los
colores.
“El cuento para niños es un género enormemente difícil”, describió Vargas Llosa
sobre un trabajo que personalmente le ha supuesto un gran reto, porque “exige el rigor que
sólo la poesía exige: uno no se puede ir por las ramas, está obligado a poner sólo los elementos
esenciales”.
Lo había intentado ya hace años, en México, con una editora que lo convenció para ello. Pero
tuvo que rendirse a la evidencia: “El género era demasiado ajeno a lo que hacía. No creía una
palabra de lo que estaba haciendo”. Así que lo dejó.
Pero esta vez ha tenido éxito narrando la historia, que transcurre en Lima, de Fonchito, un
personaje que ya existía en obras suyas como “Elogio de la madrastra” o “Los
cuadernos de Don Rigoberto”. Sólo que ahora “Fonchito es más niño que en esas
historias”. Habla de ternura, imaginación, “erotismo infantil”, según
Pérez-Reverte, astucia, desafío...
Vargas Llosa se dio cuenta de que su cuento funcionaba cuando se lo leyó a su nieta Aitana,
entonces de 8 años, y la pequeña fue capaz de contárselo después con todo lujo de detalles y una
única crítica: “¿Por qué la niña que aparece tiene ese nombre tan raro, Nereida?”, le
preguntó.
La idea de la colección se debe a Pérez-Reverte, que además de escribir uno de los dos primeros
cuentos ejerce de coordinador de la serie y ha seleccionado otros 10 nombres que en el futuro se
irán uniendo a la iniciativa, entre ellos Antonio Muñoz Molina, Javier Marías y Eduardo Mendoza.
Anualmente irán saliendo dos títulos.
Según describió Vargas Llosa en una presentación convertida en conversación entre dos grandes,
Pérez-Reverte aborda en su cuento el amor a la libertad, el heroísmo y “las causas que
justifican que se entregue lo mejor que tenemos: la vida”.
“Son cuentos políticamente incorrectos. En Estados Unidos, un niño que besa a una niña
como en el cuento de Vargas Llosa puede ir a la cárcel”, dijo con ironía el autor de
“El asedio”. “Son argumentos que no son frecuentes en los libros para
niños”.
Y es que el escritor y periodista detesta, según dijo, “los libros escritos para niños
como si fueran bobos”. Para él, “el niño es el lector ideal por su imaginación
portentosa”.
Ambos recuerdan su toma de contacto con la literatura. Vargas Llosa, con los cuentos que
acompañaban a dos revistas, una argentina y otra chilena, que llegaban hasta la ciudad boliviana de
Cochabamba, donde vivió un tiempo. Pérez Reverte, una colección de cuentos troquelados. Y de ahí, a
“Los tres mosqueteros”, de Alejandro Dumas, que los “conmovió
profundamente” y lo marcó para siempre.
Porque “un cuento bien logrado marca profundamente a un niño lector y puede ser un factor
decisivo intelectualmente”, dijo Vargas Llosa. Y ésa, según el peruano, es una batalla que
hay que dar: “Que las nuevas generaciones no renuncien a la literatura. Porque la literatura
puede desaparecer para el gran público y eso sería un extraordinario empobrecimiento para la
Humanidad”.