La edad de Joe Biden y su inocultable pérdida de facultades se ha convertido inesperadamente en el centro de la campaña presidencial de Estados Unidos. Biden tiene 81 años. El fiscal especial Robert Hur investiga la sustracción de documentos oficiales por el jefe del Estado y concluyó que no hay motivos para acusarlo de haber cometido un delito. Pero en su informe hace varias referencias a la mala memoria del presidente.
El sector más trumpista de la oposición republicana ve el informe de Hur como una nueva fuente de munición contra Biden. "Merrick Garland (el fiscal general) tiene el deber de invocar la 25 enmienda ante sus compañeros del gabinete. O procesar a Biden. Si no lo va a procesar, entonces que invoque la 25 ahora", exigió el senador Josh Hawley en X-Twitter.
La enmienda 25 de la Constitución prevé que miembros del gabinete pueden apartar al presidente de sus funciones en caso de que lo consideren incapaz de desempeñar el cargo. La actual vicepresidenta, Kamala Harris, sería quien asumiría la Presidencia hasta las próximas elecciones de noviembre.
El informe de Hur se describe a Joe Biden como "un agradable anciano con buenas intenciones y mala memoria", que, al ser entrevistado como parte de la investigación, "no recordaba cuándo había sido vicepresidente", ni tan siquiera el año en el que falleció su hijo Beau, cuya muerte por cáncer en mayo de 2015 fue un durísimo golpe psicológico para él. Así que no vale la pena juzgarlo por la sustracción de documentos secretos, porque un jurado "lo contemplaría con simpatía".
Dado que el presidente debe dejar el cargo para ser responsable desde el punto de vista legal, "sería difícil convencer a un jurado de que le condenara -para entonces, sería un ex presidente bien entrado en la octava década de vida- de un crimen grave que requiere [para ser cometido] un estado mental capaz de realizar acciones de manera intencionada" escribe el fiscal.
El informe de Hur, que ocupó un alto cargo en el Departamento de Justicia con Donald Trump, es una exoneración legal pero una condena política de primer orden, debido al ensañamiento con el que el fiscal especial, que fue nombrado por el propio fiscal general (y secretario de Justicia) de Biden, Merrick Garland, se ensaña con el mandatario: su supuesta pérdida de facultades mentales. Y lo hace de una manera tal que la conclusión lógica sería abrir el proceso de inhabilitación de Biden, que cumplió 81 años hace poco más de dos meses.
Angry President Biden confuses Mexican and Egyptian presidents
Biden confundió al dictador de Egipto con el presidente de México. Fue durante la conferencia de prensa que dio para defenderse del fiscal Hur
El resultado ha sido una tormenta política en el agitado clima político de Estados Unidos. Biden dio una rueda de prensa para contradecir a Hur, en la que el presidente, siguiendo sus instintos políticos, se enzarzó en una disputa verbal con los periodistas en la que volvió a cometer otro error, cuando se refirió al dictador de Egipto, Abdel Fatah al-Sisi, como "presidente de México".
Hur nueve veces se centra en la memoria de Biden, que califica como "borrosa", "con limitaciones significativas", "limitada", "mala", y "peor". Hur afirma que Biden "no era capaz de recordar ni tan siquiera el año aproximado en que su hijo Beau murió".
En su comparecencia, a las ocho de la noche, una hora en la que los estadounidenses ya han cenado, Biden no ocultó su furia con el fiscal especial. "¿Cómo demonios se atreve a sacar ese tema? No necesito que nadie me diga cuándo falleció", declaró un furioso Biden. "Tengo buenas intenciones, soy un anciano, y sé qué diablos estoy haciendo. Soy el presidente y he puesto a este país en pie otra vez. No necesito su recomendación", dijo Biden en referencia a Hur. La Casa Blanca exhibe los datos de la economía en plena y robusta recuperación, con la inflación en caída y los salarios y el empleo en suba. Sin embargo, en todos los sondeos, por ahora el único candidato firme de los demócratas, pierde ante Donald Trump en la elecciones de noviembre próximo.
La Casa Blanca le envió una carta al fiscal Hur en la que afirma: "No creemos que el tratamiento [que da el informe] a la memoria del presidente Biden sea exacto ni adecuado", especialmente en un informe oficial de un fiscal especial. La oficina del presidente insinúa un doble rasero, ya que Hur acepta sin mayores problemas que uno de los abogados de Biden, John McGrail, "tenga una memoria borrosa" respecto a sucesos que acaecieron ocho años de ser interrogado, mientras que Biden queda con un senil.
Pero Biden sigue confundiendo nombres casi a diario. El fin de semana pasado dijo que el presidente francés es François Mitterand -que falleció en 1996- y no Emmanuel Macron. Otros errores terribles son confundir la ciudad de Mariupol -en Ucrania, escenario de un feroz cerco por los invasores rusos en 2022- con Faluya -en Irak, en la que los invasores y quien impuso el cerco fue EEUU. Pero no son nuevas. Ya en 2008, Biden pidió en un mitin a un parapléjico que se levantara, y dos años más tarde pronunció un elogio fúnebre de una persona que estaba viva. Ese mismo año de 2010, Biden dio un discurso tan ininteligible que el entonces presidente, Barack Obama, que habló a continuación, arrancó diciendo: "No sé de qué hablaba Joe, lo que no es inusual". En 2018, Biden admitió: "Soy una máquina de meter la pata".
Trump no se queda atrás
Donald Trump, de 77 años, también tiene su historial de despistes, que le han abierto un flanco vulnerable a los ataques de su rival en la nominación republicana, Nikki Haley. En las últimas semanas ha confundido a la mujer a la que violó, E. Jean Carroll, con su segunda esposa, Marla Maples; a Biden con Obama; a Obama con Hillary Clinton; a Haley con la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi; a Hungría con Turquía; y a la Segunda Guerra Mundial con la Tercera (que todavía no ha empezado).
Durante su presidencia, Trump mezclaba a directivos con el nombre de sus empresas. Llamó a Marillyn Hewson, consejera de Lockheed Martin, "Marillyn Lockheed", y al de Apple, Tim Cook, "Tim Apple" (Cook reaccionó con humor e incluso cambió su nombre en la red social Twitter). Trump también creó el país africano de "Nambia", presumiblemente situado en algún lugar entre Namibia y Zambia.
En la historia de EEUU no es inusual que el presidente esté debilitado física o mentalmente. Ronald Reagan empezó a sufrir los efectos del Alzheimer en los últimos dos años de su mandato. Richard Nixon se agarraba unas borracheras brutales en la Casa Blanca. John F. Kennedy sufría una enfermedad crónica que limitaba sus capacidades físicas y le obligaba a usar cortisona, una hormona que puede alterar la personalidad.
También debe decirse que la continua agenda pública de los presidentes de EEUU es mucho más cargada y exigente desde el punto de vista de la exposición pública que la de sus pares europeos o de América latina. Un presidente o gobernador estadounidense está de hecho en campaña permanente. El desgaste y las permanentes declaraciones hacen mella en muchos de ellos, que han superado los 70 u 80 años. El caso del decano de los senadores republicanos, Mitch McConnell, de 81 años, es bastante conocido. La fallecida senadora demócrata por California Dianne Feinstein, que resistió en su cargo hasta el final y falleció en 2023 a los 90 años, luego de ocupar el cargo desde 1992, casi obliga a los demócratas a defenestrarla.