"Luego de tomar examen de literatura, tras terminar los escritos y oir las brillantes exposiciones orales, se entregan las notas y se hacen las actas de exámen. En ese momento, fue que uno de los alumnos me hace una seña y con mucha discreción me entrega un cuadernito escolar, como de 50 hojas", recuerda la profesora Hebe Mabel Garro, de la chubutense ciudad de Trelew.
"Los presos políticos ya estaban en otra situación en 1982, y los profesores íbamos a tomar exámenes a alumnos en situación de encierro que terminaban la secundaria. Había profes que no querían tomar examen en la cárcel, pero a mí me parecía que era un orgullo poder trabajar con ellos, creo que el docente debe hablar con los alumnos y sentía que era poseedora de su confianza", remarca.
"Cuando aquel joven me dio el cuaderno, nos saludamos y me emocioné mucho. Al salir de la unidad le conté a la profesora, con la que fuimos juntas, sobre el cuaderno para que esté tranquila y le aclaré que si nos decían algo, yo daba la cara. Pero mi compañera me apoyó totalmente", remarca.
"Era un orgullo para mí ir a tomar exámenes a la prisión. Son personas con una capacidad extraordinaria, estudiaban con pasión y con un gran nivel, casi universitario", agrega.
También explica que "había unos 30 detenidos, estudiaban solos y luego iban los docentes a tomar las pruebas de evaluación con una parte escrita y luego una charla, durante unas dos horas. Todos eran varones que llegaban acompañados por preceptores, quienes se quedaban presenciando la evaluación. Así completaban el nivel secundario con orientación en bachillerato común".
Sobre ese ambiente de clases, entre guardias y rejas, remarca que "en una oportunidad, mientras rendían, como se estaba realizando una inspección, los guardias pedían que se apuraran. Pero los docentes les dijimos que estábamos en un espacio cultural, educativo y sagrado. Por lo que debieron esperar a que terminara con el tiempo necesario".
Cuaderno en libertad
También señala que en ese día que recibió el cuaderno, "al subir al taxi que nos traía desde la prisión, abrí el cuaderno y vi que eran poemas escritos con biromes, con distintos trazos de letras y colores, pero todos anónimos y sin más datos".
"Los sentí como muy íntimo y no lo di a conocer, era algo muy sagrado que me habían entregado y que lo recibí con mucho amor, como el que sentía cuando iba a clases. No lo di a conocer y lo guardé como algo muy sagrado, no sé por qué me eligieron a mí.
"Cada tanto lo miraba, pero no pensaba que me había tomado como una intermediaria para darle a conocer, sino como algo individual. Creía que no tenía el derecho de darlo a conocer. En ese momento lo sentí como una forma de proteger a esos detenidos", sostiene. También aclara que no fue militante y no lo escondió por temor a represalias, además señala que no se sentía autorizada y que no sabía si ellos deseaban eso. "Por eso los guardé con mucho cariño y seriedad. La literatura es algo que roza lo personal y también suele establecer una relación personal".
Sobre el estilo de los textos, recuerda que "no estaban escrito con bronca y dolor, no mostraban resentimiento ni odio. Eran poesías dirigida a la madre, al hijo por nacer, recuerdos de paisajes, y muchos pensando con esperanza en un futuro, sin rencor y pesimismo, como los cuentos destinados a los niños".
"Luego, con el tiempo, —agrega— busqué saber quiénes habían sido los autores de los textos, pedí actas de exámenes en la escuela y datos en la prisión, pero no estaban esos registros".
El acto
Para el 24 de marzo este año, al conmemorarse el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, "al preparar la conmemoración de los 40 años del golpe cívico militar, desde el Centro de la Memoria, su directora: Cristina San Juan (ver aparte) me pidió algunos textos para leer. Le llevé algunos libros, pero también le dije que me parecía de gran valor testimonial esa poesías que tenía en un cuaderno que había guardado mucho tiempo y que estaban escritas por presos políticos".
El acto, cargado de emoción por el trabajo de esa docente que rescató ese registro y huellas de la memoria de esos hombres detenidos.
Un anónimo colectivo
Sobre ese registro, Hebe admite que "es como una recopilación de un trabajo en conjunto". Y sobre sus autores sostiene: "son anónimos, pero también al hablar, como en nombre de todos, es un trabajo colectivo".
El Centro Cultural por la Memoria situado en Trelew fue declarado lugar histórico nacional y está ubicado a 2 kilómetros al Noroeste de esa ciudad, departamento de Rawson. En el vieja base aérea que allí funcionaba fueron detenidos antes de ser fusilados 19 presos políticos, el 22 de agosto de 1972.
El valor testimonial de la palabra
"Ha pasado mucho desde que se difundió por primera vez la existencia de este cuaderno con poesía de los detenidos. Mucha gente se comunicó luego para aportan datos sobre posibles detenidos y también surgió una chica que guardaba otro cuaderno de un detenido que había sido novio en su juventud de quien hoy es su abuela", indica Cristina San Juan, directora de Políticas de Memoria y Fondos Documentales, de la sureña y chubutense localidad de Trelew.
"Desde que se publicaron notas sobre el cuaderno de poesías de los detenidos políticos en Trelew en la red de periodistas Cosecha Roja, dirigida por Cristian Alarcón y en diario español El País, en mayo de este año, estamos procesando toda esa nueva información y esperamos editar un libro sobre el tema", explicó.
Historias familiares
"Hebe, que también es mi suegra, me dijo que no sabía a quién dárselo, ya que pensaba que sólo era algo particular. Con los compañeros que trabajan en el archivo analizamos el material y advertimos del valor testimonial que tenía, como tantos elementos que se suelen atesorar en forma casera, sin saber o sin darle mucha importancia al valor de pequeñas historias que hacen a la memoria colectiva de un país.
Así también, comenzamos a buscas más historias", indica Cristina, también militante de cooperativas de trabajo, textiles y de la construcción.
"Cielo libre", para imaginar la libertad En el cuaderno atesorado por la profesora, aparece el poema "Vamos andando", que según se comprobó pertenece al ex preso político Isidoro Gelstein. Esa información se confirmó porque con apenas algunas diferencias, también publicó el texto al estar recluso en la Unidad 9 de La Plata, de la cual también fue trasladado a la de Caseros y finalmente a la Unidad 6 de Trelew. La organización Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas recopiló en poesías escritas en las cárceles, que habían salido de forma clandestina y editó en 1981 "Cielo libre. imaginar la libertad", con prólogo de periodista y escrito Osvaldo Bayer. Esos trabajos también se editaron en Milán, y con ayuda de organismos internacionales, publicaron al año siguiente la segunda edición: los textos estaban en castellano y en italiano para profundizar la denuncia en todo el mundo sobre la situación de los detenidos durante la dictadura cívico militar . En relación a los demás autores del cuaderno que le entregaron a Hebe, Susana San Juan explicó que aún no "han sido localizados" y que se sigue investigando.