Tres personas fueron condenadas este miércoles en un juicio abreviado por integrar una asociación ilícita dirigida por un preso que planeaba casarse para escapar de la cárcel de Piñero, decía actuar en nombre del jefe de Los Monos Ariel “Guille” Cantero y se ufanaba de ser el hombre detrás del slogan “plata o plomo”. Ese mensaje extorsivo apareció en balaceras a viviendas y en agosto de 2021 motivó la caída del grupo, al que se le atribuyen negocios violentos, acopio de armas y gestión de un búnker de drogas.
Las condenas a tres de los cinco acusados fueron dispuestas la tarde de este miércoles por la jueza Lorena Aronne, quien avaló un acuerdo entre el fiscal Franco Carbone y los defensores de los acusados. Aceptaron penas a 3 años de prisión efectiva. Camilo Alberto Conti, Laura Alicia Bernachea y María del Rosario Castello fueron considerados integrantes de una asociación ilícita gestionada desde prisión por Luciano Bogado, quien cumple condena por homicidio. El quinto imputado es un hijo de Castello que aún no resolvió su situación.
En un primer momento habían sido acusados de un delito agravado por la participación de un menor de edad porque, según la pesquisa, Bogado incitaba a cometer ataques a tiros a su hermano adolescente. Pero el nexo del resto de los detenidos con este chico de 17 años no pudo probarse. Las escuchas expusieron que el preso le encargaba hechos de abusos de armas y hasta le ofreció plata de Guille para matar a “un guachín de la banda de Los Cochinos”, lo que no llegó a concretarse.
La investigación comenzó a raíz de un hecho del 22 de mayo de 2021, cuando un gendarme denunció en la comisaría 15ª que la noche anterior habían baleado su casa de Garay al 1200 mientras estaba trabajando. La puerta tenía tres impactos y una nota en una arrugada hoja rayada: “Dejen la casa en 24 horas o si no mucho plomo. Atte. La mafia”. Pegada a la nota había una bala calibre 45. Horas más tarde, otro vecino del pasillo encontró disparos en la puerta y una hoja con un número de celular para contactar a los atacantes.
Al intervenir ese teléfono, la fiscalía llegó hasta “Lucho” Bogado, un preso que cumple 18 años de condena en Piñero por el crimen de Roberto “Ñoqui” Álvarez, asesinado la noche del 24 de abril de 2015. Ese día, Lucho le dijo a la hermana de la víctima que Álvarez se tenía que ir del pasillo porque le había pegado al sobrino de «Mareco», un hombre en silla de ruedas que vendía droga, y le advirtió que cuando lo cruzaran “le iban a pegar mal”. Cuando Ñoqui se enteró salió alocadamente en moto. Bogado lo esperaba detrás de un árbol y lo mató de un escopetazo en el abdomen. “Fue Luchito", alcanzó a decir Álvarez antes de morir.
Las escuchas revelaron que Bogado dirigía una banda con planes delictivos diversos y servicios al mejor postor como extorsiones, balaceras, cobro de deudas y ataques a búnkers rivales. “Hablo con Guille y le exploto la casa a cualquiera”, advertía Bogado en sus diálogos. Se jactaba de poseer armas y recaudar de 20 mil a 100 mil pesos por trabajos “de una pegadita”. “Si estuviera en la calle estaría tirando tiros, aplicando mafia”, “no presto más ni pistola ni sicario”, “tengo como diez pibitos y todos tiran tiros”, decía en sus conversaciones.
En las intervenciones también quedó al descubierto su plan de casarse con María del Rosario Castello. Lucho planeaba aprovechar el momento en el que le sacaran “los grillos” (las esposas) para firmar el acta en el Registro Civil del Distrito Oeste, pero el plan no se concretó. Tuvo que cancelar la boda por desavenencias en la pareja y el mismo día se realizaron ocho allanamientos al grupo y a la celda de Bogado en el pabellón 6, donde le secuestraron un celular.
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Entre los detenidos estuvo la propia Castello, de 36 años, quien fue acusada de administrar un puesto de drogas en 27 de Febrero y Gutenberg, en Villa Banana, que un mes antes había sido baleado desde un taxi. En ese ataque perdió la vida Jorge Mario Ferreira, un albañil ajeno al conflicto, y resultó gravemente herida la también condenada Bernachea, de 46, considerada empleada del búnker.
En el caso de Castello, el abreviado plantea que su cooperación fue necesaria para el funcionamiento de la organización, pero se tuvo en cuenta la “relación de desigualdad” en la que se encontraba frente a Bogado, quien tras la ruptura llegó a amenazarla con matar al hijo de la mujer para cobrar una supuesta recompensa ofrecida por la cabeza del muchacho detenido como parte de la banda.
“A vos no te importa de dónde saco la plata. Cuando yo llego tenés que tener mi comida, tenés que tenerme la ropa limpia, tenerlos bien a los chicos. Si no te doy para comer todos los días, ¿con qué te vestís, con qué te calzás, con qué comprás?”, le dijo Bogado en una conversación intervenida. Según la condena, eso es “un claro ejemplo de la violencia psicológica que afectaba su vida, su libertad, su independencia económica y patrimonial y su seguridad personal” porque “se veía compelida a hacer lo que su pareja le decía”.
El tercer condenado es Conti, de 50 años, considerado el encargado de las armas del grupo. En el allanamiento a su local de reparación de heladeras de Necochea al 3500 se encontraron un revólver Colt calibre 38, una pistola Browning 9 milímetros, cartuchos y un cepillo para limpiar el cañón de las armas.