En el ya lejano y conflictivo 2001, Juani Fravre (que por entonces era sólo "Juani") editó su segundo disco, "Sos mi tren", un puñado de canciones hermosas que flotaban entre sonidos extraños. Ese CD llamó la atención de Adrián Dárgelos, el líder de Babasónicos, que justo en ese momento saltaba a la masividad con los hits de "Jessico". La intención de Dárgelos era producir un disco del rosarino, pero ese plan estuvo durmiendo durante años hasta que, finalmente, se concretó ahora en "La flor salvaje", el nuevo trabajo de Favre que acaba de llegar a las bateas.
"La flor salvaje" es un disco acústico, a guitarra y voz, que permite descubrir (o redescubrir, según los casos) a Juani como uno de los cancionistas más originales de la última década y un poco más también. El CD combina cinco temas nuevos con versiones desnudas de canciones que figuran en trabajos anteriores del músico, desde la maravillosa "Desandar", de 2003, hasta "La noche" y "El fuego de la paz", de 2013. El disco significa también un quiebre en la trayectoria de Fravre, que siempre militó en el sello independiente Planeta X y ahora edita a través de Pop Art, la productora más importante dentro del rock argentino. En charla con Escenario, el cantante y guitarrista habló de su encuentro con Dárgelos y aseguró: "Este no es un disco fácil de escuchar. La producción es arriesgada".
¿Cómo se gestó "La flor salvaje"?
—La idea del disco nació hace 13 años. Recuerdo que apareció en la revista "Inrockuptibles" una nota sobre "Sos mi tren" (2001), mi segundo álbum. Gracias a esa nota tuve un poco de reconocimiento en el ambiente indie, y el autor de la nota, Gustavo Alvarez Nuñez, le pasó "Sos mi tren" a Adrián Dárgelos. Adrián me escribió un mail diciendo que le había gustado mucho el disco, y después nos encontramos en Rosario a mediados de 2002, cuando Babasónicos vino a presentar "Jessico". Estuvimos charlando un montón y al final me dijo que quería producir un disco mío. Pero en ese momento yo me eché para atrás, tal vez me asusté, y estaba en otra situación. En ese entonces Planeta X estaba muy activo, yo estaba muy comprometido con el proyecto, y no me imaginaba haciendo otra cosa. Además estaba en plena grabación de mi siguiente disco, "Misterios de la energía", y estaba muy conforme con eso. Igual esa cuestión quedó pendiente, y Adrián me siguió mencionando en distintas entrevistas. Cuando grabé "La paz ciencia" (2013) yo intenté difundirlo más y se lo pasé a todas las personas que alguna vez se habían manifestado sobre mi trabajo. Ya estaba más grande y más consciente de que a las oportunidades hay que aprovecharlas. Entonces le mandé el disco a Adrián y le recordé aquel proyecto de trabajar juntos. Ahí nomás él me respondió: "Sí, hagamos un disco, yo te lo produzco".
El sonido del disco remite un poco a tus primeros trabajos. ¿Por qué volviste a lo acústico?
—Adrián propuso hacer el disco a guitarra y voz, grabado en vivo, cantado y tocado al mismo tiempo. Lo grabamos todo en un mismo día de corrido a la vieja usanza, como se hacían los discos en los 60 y los 70, bien directo. Al día siguiente nos tomamos un par de horas para meter unos coros y una percusión electrónica, y un par de meses después hicimos una toma de batería y bajo para el último tema del disco. El formato acústico fue natural para mí. En los últimos años estuve viajando por Latinoamérica y en esos viajes estuve tocando mucho solo con la guitarra. Ya venía muy entrenado, y eso me vino bárbaro para la grabación del disco.
¿Cómo es Dárgelos en el trato cotidiano? ¿Qué sentís que aportó como productor?
—El tiene una impronta fuerte. Se puede ver cuando da entrevistas y también cuando está sobre el escenario, es un performer muy desarrollado. Y es muy genuino en su forma de ser. Me sentí muy identificado cuando vi que llegó al estudio en bicicleta. Yo también soy ciclista, hace años que ando en bici. Y a él le gusta remar, igual que a mí. También descubrí cierta simpleza y humildad en su forma de vida. El tiene mucha seguridad, que es un factor muy importante para ser productor. Tiene claro que a la hora de tomar decisiones no hay que dudar. No es una persona que te va a decir "y...no sé". Es una persona que te dice "hacé esto". Está lo suficientemente convencido como para que las cosas se activen. La producción en este disco me parece arriesgada, porque es una propuesta bastante extrema, no es algo que hoy en día se estile hacer, y menos en un sello de música pop. Es un disco muy crudo. No elegimos los temas por su comercialidad, sino por las cualidades de la canción desde la composición. No hicimos concesiones. No me parece un disco fácil de escuchar, es bastante intimista, es interpelador. Rescato eso de Adrián. Me parece que haber llevado el disco a ese plano tiene que ver con él. Si yo hubiese sido el productor no sé si hubiera tenido esa radicalidad.
Vos venís del sello Planeta X, que siempre defendió a ultranza la edición independiente. ¿Por qué decidiste firmar un contrato con Pop Art?
—Yo venía recorriendo todos los caminos del under, y es algo que charlamos con Adrián. Cuando ya teníamos el disco grabado él me dijo: "Vos ya tenés mucha experiencia en el under, me parece que si estamos haciendo esto no es para ir por ese camino". Y yo también tenía la sensación de que ese camino estaba agotado. La idea de un contrato no es algo que me entusiasme mucho, es algo que me despierta dudas hasta el día de hoy, pero también confío en las personas con quienes estoy trabajando y confío en que era lo que tenía que hacer para seguir adelante. Me parece que otros caminos me estaban llevando a la frustración y al estancamiento. Y preferí elegir una opción que es de continuidad, de seguir trabajando.
En tus canciones hay elementos del folclore argentino, de la música latinoamericana y de los cantautores del rock más intimistas. Esa imposibilidad de encasillarte, ¿dificulta el tema de la difusión?
—Sí. Es más fácil agarrar un género y meterle a fondo, pero yo no tengo esa facultad. Además me aburro fácilmente, no me gusta encasillarme. Si alguien dice que soy tipo trovador mi instinto me dicta hacer lo contrario. Y con el rock siempre me pasó que nunca me sentí realmente rockero. Pero en algún momento hay que dar un paso sobre algún lugar para poder profundizar, y está bueno encontrar elementos unificadores. En este disco lo que unifica es el hecho de haber sido grabado con guitarra y voz. Después las composiciones son diferentes entre sí. A Adrián le entusiasmó que algunos temas tienen que ver con el folclore andino, con música de Perú y Bolivia, que es algo que acá no se está haciendo. Esa música a mí me gusta, pero si en el futuro siento que no aporta nada, que se repite la fórmula, lo dejo. Soy muy exigente en ese aspecto.