El "cierre del gobierno" federal estadounidense parecía un hecho anoche a última hora, luego de un día marcado por una auténtica guerra parlamentaria en la que Senado y Cámara de Representantes se desafiaron una a otra con iniciativas que no lograban la aprobación de ambas. Los republicanos, que dominan la Cámara de Representantes, moderaron a última hora sus exigencias de que se postergue la reforma de salud del presidente Barack Obama a cambio de dar financiación esencial para las dependencias federales. Pero tanto Obama y como los demócratas que dominan el Senado rechazaron la propuesta tan pronto se presentó anoche, pasadas las 23 hora argentina. Ante el cierre del año fiscal con el último día de septiembre, desde hoy el Estado federal se hallará sin fondos. El único que puede autorizar ese dinero es el Congreso.
El Senado votó así por segunda vez en la jornada para "matar" una nueva oferta republicana que metía la tijera en la ley de salud de Obama, el llamado Obamacare. Los senadores mandaron de vuelta la pelota a la Cámara de Representantes a menos de dos horas de la medianoche, cuando comenzaba a regir el "cierre del gobierno" por falta de fondos.
La última iniciativa republicana ofrecía un año de postergación del núcleo de la reforma sanitaria —el así llamado mandato individual— a cambio de financiar al gobierno federal hasta el 15 de diciembre. Una iniciativa que nació muerta, dado el seguro rechazo que habían anticipado tanto el Ejecutivo, pronto al veto, como el Senado.
Mientras los legisladores seguían en su batalla, el presidente Barack Obama hizo una reunión ampliada de gabinete en la Casa Blanca e instó a los republicanos a abandonar exigencias concebidas para "salvar su prestigio luego de hacer promesas imposibles de cumplir a la extrema derecha de su partido", esto es, el Tea Party. En cuanto al Obamacare, que ampliará sustancialmente la cobertura de salud para gente de bajos recursos, Obama fue enfático: "Esta financiación ya está lista. No la pueden anular". Es por esto que precisamente los republicanos intentan frenarla mediante el instrumento que tienen a mano: la prórroga del financiamiento, herramienta exclusiva del Congreso.
El líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, respondió unas horas después en el pleno. "El pueblo estadounidense no quiere un cierre del gobierno; yo tampoco". Boehner se ha visto presionado por el ala derecha de su partido. Sin embargo, añadió que la nueva ley de salud "tiene un efecto devastador", por lo que "debe hacerse algo".
Pese a la postura desafiante de los republicanos, fue evidente que el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y sus correligionarios tenían la ventaja en un juego político cuyo final se acercaba rápidamente. Los republicanos estaban anoche a punto de irse con las manos vacías tras un duro forcejeo con Obama. Algunos republicanos, tanto moderados como conservadores, se mostraban dubitativos sobre los pasos a seguir.
El representante por Georgia Phil Gingrey dijo percibir que los republicanos estaban emprendiendo la retirada, en vista de sus exigencias a la baja. Por primera vez desde hace más de una semana, cuando empezó la contienda, surgieron muestras públicas de disenso hacia la estrategia republicana enarbolada ante la insistencia de legisladores del Tea Party. El representante republicano Charles Dent se mostró dispuesto a votar por una legislación que mantuviera operando al gobierno y que no contuviera provisiones relacionadas con la reforma de salud. "Apoyaría eso, y creo que hay votos en la Cámara de Representantes para aprobar eso en este punto", dijo el congresista. Dent reconoció que los republicanos serán culpados por la población. El fantasma de 1995/6 sobrevuela a los republicanos. Ese fin de año, los republicanos radicales liderados por Newt Gingrich forzaron un cierre gubernamental masivo. El efecto terminó siendo devastador para los propios republicanos, que fueron percibidos como unos extremistas irresponsables que dejaban sin servicios públicos básicos a la población.
Anoche, el Senado votó por 54-46 en contra de una medida aprobada por Representantes, que habría mantenido abierto el gobierno pero a cambio de posponer un año la reforma de salud y de revocar un impuesto que ayuda a financiarla. Los republicanos en Representantes buscaban anoche, liderados por Boehner, una última instancia para negociar una salida, a menos de una hora del temido "shutdown".