Un documental sobre el origen de Los Redondos El filme documental “El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota” cuenta parte de la vida del influyente grupo rockero. Sus autores, el Comando Luddista, lo elaboraron incluyendo escena de la génesis de ese colectivo artístico desde el Diplodocum Red & Brown y la Cofradía de la Flor Solar.
La película —que se dará a conocer este fin de semana en Mar del Plata— corrió por cuenta de un grupo de estudiantes de cine y amantes de Los Redondos autodenominados Comando Luddista, en homenaje a Ned Ludd, un héroe de la clase obrera británica de 1810 que incendiaba fábricas y maquinarias de empresas que explotaban a los trabajadores.
Para repasar la historia del grupo liderado por el Indio Solari y Skay Beilinson, se recurre a una confección notable que contiene documentación nunca vista de la banda, desde los shows iniciáticos del Diplodocum Red & Brown en los teatros de La Plata a finales de los años 60, a largometrajes y cortos realizados por la dupla.
El Comando Luddista está integrado por Hidroman, Walter Blanco, Capitán Balurdo y Miguel Funes quienes charlaron con Télam sobre este trabajo realizado en ocho años que estrenaron en el Cosquin Rock 2014 y que van llevando por todo el país en acuerdo con organizaciones sociales, centros de estudiantes, clubes de fans y hasta clubes de barrio.
-¿Cómo surge el deseo de hacer un documental?
—Arranca desde las ganas de ver un documental de Los Redondos bien hecho, porque los Redondos son un movimiento social prácticamente, por lo que generan en la gente.
—¿Que parte de la historia de los Redondos querían contar?
—Queríamos recuperar la que tiene que ver con sus inicios, una etapa muy rica que reivindica la idea cultural y rockera del happening artístico.
En el documental pueden observarse imágenes de los ensayos y shows del Diplodocum en las Galerías Rodrigo y conciertos en donde tocaban Skay Beilinson en bajo, Guillermo Beilinson en voz, Topo D”Aloisio en guitarra, Bernardo Rubaja en teclados e Isa Portugheis en batería.
La banda cultivaba un rock latino psicodelico, y compartía los shows con bailarines, actores y gente que subía al escenario a realizar cualquier actividad, que fueron grabados en súper 8 con una cámara propiedad de Guillermo Beilinson.
Pero además, el tecladista Bernardo Rubaja guarda los audios de todos los shows y de muchos ensayos, incluyendo la primera etapa de Patricio Rey sus Redonditos de Ricota, y los presto para este material.
—¿Hay un documental antes y después de Guillermo Beilinson?
—Si, a Guillermo lo buscamos, le dijimos que queríamos que viera lo que estábamos haciendo. Estábamos desgrabando entrevistas y en un momento todos nombraban a Guillermo Beilinson y nosotros dijimos “hay que hablar como sea con este tipo”. Luego de dos llamados, nos contestó. Le dimos lo que teníamos filmado y nos llamó para hacer la nota. Cuando terminamos nos dio material fílmico, una caja llena, nos habló unas horas en su casa, confió para que digitalicemos eso porque eran copias únicas y a él le interesó nuestra forma de encarar el proyecto, confió en eso.
El documental recorre también como el Diplodocum se fusiona con el colectivo artistico La Cofradía de la Flor Solar, donde conocen a Ricardo Mono Cohen, Rocambole, realizador de todas las tapas de los discos de Los Redondos. Pero también al guitarrista Kubero Díaz y a otros que se suman a la banda que pasa a tener tres guitarristas, bajistas que pasaban y volvían y diferentes bateristas.
Es ahí cuando se suma Carlos “Indio” Solari, que según apuntaron desde el Comando Luddista, “en un primer momento era uno más y después se convierte en el Indio. Congenia inmediatamente con Skay y con Guillermo. Con Skay confía en la musicalización de sus letras y con Guillermo le da rienda suelta a su veta literaria y fílmica”.
En plena dictadura militar y ya con Los Redondos como fuerza motriz del grupo artístico, hay filmaciones de un viaje a Salta en micro, para compartir experiencias con otra comunidad y fotos y sonido de un show en el cabaret del Polaco.
Rubaja, tecladista de la banda, recordó que ese show fue “en un lugar donde había prostis, fiolos, empresarios, jueces, y varios servicios de inteligencia del Ejército que nos querían llevar presos. Pero lo más lindo fue que en una mesa estaba sentado un señor pelado al que fui a saludar porque lo reconocí y era el Cuchi Leguizamón”.
“El Cuchi me dijo que estaba de incógnito porque lo buscaban los grupos de tarea, que le habia gustado la locura que hicimos y que saliéramos con cuidado porque el lugar estaba lleno de servicios de las Fuerzas Armadas”, añadió Rubaja.