El retorno de la validez del paradigma nuclear para paliar la creciente escasez de los combustibles fósiles encuentra a la Argentina en una posición privilegiada dentro del escenario mundial. Gracias a una trayectoria de medio siglo en el desarrollo de esta tecnología, el país se ubica dentro del puñado de naciones que domina todo el proceso nuclear, y que va desde la extracción de uranio hasta la construcción de centrales nucleares.
Pero además de ser un dato objetivo, el dominio de ese tipo de energía es hoy para la Argentina “un símbolo de poder a nivel internacional, y un disparador tecnológico en el orden interno”. Así lo expresó el ingeniero nuclear Raúl Racana, ex responsable del departamento de reactores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conae), quien subrayó que si bien los desarrollos tecnológicos casi nunca son rentables en si mismos, se convierten en rentable “por acción de sus efectos residuales”.
Después de Chernobil, el desarrollo de la energía nuclear en el mundo se hundió por el miedo creciente a las consecuencias mortales de accidentes de ese tipo. Pero la carrera de precios del petróleo, así como las consecuencias de las emanaciones de dióxido de carbono, volvieron a poner en agenda la posibilidad de utilizar energías renovables.
Según Racana, quien disertó en Rosario invitado por Defante Maquinarias, en realidad la radiación existe desde 50 mil años antes de Jesucristo, aunque los seres humanos la descubrieron recién a principios del siglo XX. Por fuera de sus efectos más conocidos, como la utilización para armamento de destrucción masiva, lo nuclear es —según el experto— una tecnología con amplias gamas de uso, que incluyen desde la generación de energía hasta su utilización en diferentes ramas de la medicina. “La energía nuclear es un acelerador del crecimiento económico, científico y tecnológico pero muchas veces produce un efecto dual: por un lado, habilita y potencia su uso como sistema tecnológico para desarrollar armas de destrucción masiva con aplicaciones militares, y por otro lado, es una tecnología multidisciplinaria que actúa como disparador del crecimiento en otros campos”, dijo.
Para Racana, los lados oscuros del desarrollo nuclear son los que aparecen como obstáculos para tener en cuenta: “la posibilidad de un desarrollo militar genera suspicacias y contradicciones, y esto es y será un freno importante”. Por eso insistió en seguir una estrategia que sirva como brújula para orientar el desarrollo nacional.
Potencia mundial
Existen en la actualidad 439 reactores nucleares en todo el mundo. Francia es el líder en generación y consumo, ya que el 80% de su matriz energética se explica por lo que elaboran sus centrales. Según Racana, el desarrollo nuclear de ese país forma parte de una estrategia formulada en los años 60 del siglo pasado por el general Charles de Gaulle, quien decidió avanzar sobre cuatro ejes de desarrollo: el nuclear, el aeroespacial, el ferroviario y el automotriz. Y si bien las tres primeras no son industrias rentables, lo que vale es la noción de que la tecnología nunca es rentable en si misma, pero se vuelve así al desplegar un “efecto residual” sobre el entramado científico-tecnológico.
“Los desarrollos para fabricar un submarino o el tren bala deben entenderse como proyectos tecnológicos, y no como negocios en términos tradicionales de costo/beneficio”, afirmó. Destacó además que Argentina es uno de los pocos países del mundo que posee capacidad para completar todo el ciclo de generación de combustible nuclear. Este va desde la extracción del uranio, una actividad de la minería, hasta las plantas de conversión y el proceso de enriquecimiento que permite transformarlo en combustible. En ese marco, hay que recordar que el país producirá desde 2011 uranio enriquecido en la central de Pilcaniyeu (Río Negro) para abastecer los reactores nucleares del país. “Se trata de una decisión trascendente del gobierno”, puntualizó.
Potencias atómicas pero en paz
De la mano de la nueva matriz energética mundial y del peso geopolítico que adquieren los países con altas tecnologías, la cuestión nuclear tomó una nueva dimensión en la región. El proyecto de Brasil de contar con tres submarinos a propulsión nuclear en servicio para la próxima década, por ejemplo, pone en evidencia su vocación de constituirse en potencia global. Con 60 años sobre sus espaldas, y en este escenario, la Comisión Nacional de Energía Atómica volvió a posicionarse como un actor de peso en el entramado académico y científico nacional. En ese sentido, hay que anotar varias decisiones del gobierno nacional que muestran la intención de avanzar más en el campo nuclear, como la propuesta para poner en marcha la nueva central núcleo-eléctrica Atucha II, la construcción del prototipo Carem 25 y el nuevo proyecto para prolongar la vida útil de la central nuclear de Embalse.
Es que Argentina se encuentra a la cabeza de la tecnología nuclear en América latina, y exporta reactores no sólo a Argelia, sino también a Australia, país que tiene acceso a las tecnologías del mundo desarrollado. Esta capacidad, junto con el proyecto de contar con un lanzador de satélites propios, consolida la posición del país en el ámbito de las altas tecnologías. Además, la colaboración con Brasil para avanzar en los desarrollos nucleares abre nuevas posibilidades de negociación de “igual a igual” con el vecino país, tal como la plantea el experto en temas internacionales Juan Gabriel Tokatlián.