Lucas Ezequiel E. tiene 15 años y el sábado pasado se escapó de un instituto
abierto para la rehabilitación de menores donde estaba alojado bajo la acusación de ser quien, el
28 de febrero pasado, mató de un puntazo en el cuello a Juana Amaya, una anciana de 85 años a la
que le hacía los mandados. Dos días más tarde a su fuga, su madrastra lo halló en inmediaciones del
barrio Hindú de Villa Gobernador Gálvez. Sin titubear, la mujer lo llevó a la comisaría 26ª y lo
entregó a la policía. "La familia del chico está preocupada porque lo vuelven a enviar al mismo
instituto del que se escapó y es un muchacho que tiene problemas de adicción a las drogas", indicó
un allegado al pibe.
Hasta el 3 de marzo pasado, cuando el cadáver de Juana
Amaya fue hallado por una sobrina en su casa de Suriguez y Acha 5818 B (un pasaje perpendicular a
Arijón al 1700), sólo un grupo reducido de personas conocían a Lucas. Dos días después del crimen,
agentes de la Brigada de Homicidios lo apresaron en la casa de su padre, en el mismo barrio Hindú
de Villa Gobernador Gálvez. A partir de ese momento Lucas fue conducido a un hogarcito y luego al
instituto "Dios es Amor", un lugar abierto para la rehabilitación de menores, del que huyó el
sábado pasado.
El primer hecho. Lucas no tenía antecedentes penales aunque sí algunos problemas
de adicción a las drogas. Trabajaba en una panadería ubicada a pocos metros de la casa de doña
Juana, una jubilada que vivía sola y que cobraba una pensión y una jubilación como autónoma. Por
eso la conocía y de esa relación surgió el otro trabajo del pibe: le hacía los mandados a la
anciana. Así, el crimen expuso la vulnerabilidad de los ancianos y la problemática de los menores
no punibles involucrados en casos penales.
Una de las últimas personas que la vio con vida, un
comerciante del barrio, lo hizo el sábado por la mañana.
Lucas admitió ante la policía ser el autor material del
homicidio y dio una minuciosa descripción del hecho. El pibe dijo que todo se desató cuando la
mujer lo sorprendió robándole dinero de su casa. Relató que el sábado 28 de febrero le hizo un
mandado a la mujer y que, al regresar a la casa de la anciana, aprovechó una oportunidad y de un
ropero se llevó 400 pesos. Amaya lo sorprendió y le pidió que le devolviera el dinero, producto de
los haberes que había cobrado un día antes. El muchacho se negó y le exigió la llave de la puerta
de ingreso para escapar. En el living se produjo un forcejeo que terminó cuando Lucas le dio un
puntazo en el cuello a la mujer con un cuchillo de mesa. Luego le anudó el cuello con un trapo, la
arrastró desde el living hasta el baño y se marchó. Recorrió una cuadra y arrojó la llave de la
casa en una zanja.
No es punible. Tras ser detenido, Lucas quedó bajo la guarda de la Dirección
Provincial de Promoción de los Derechos del Menor y la Familia. La intervención del área social de
la provincia fue simultánea a la de los jueces de Menores, que se ocupan de investigar los hechos y
definir si los jóvenes tuvieron responsabilidad, aunque por tratarse de no punibles no están
facultados para imponerles penas.
Alojado en un instituto de rehabilitación abierto, huyó el
sábado. Pero el lunes lo halló su madrastra, quien lo llevó a la seccional 26ª. La preocupación de
los familiares de Lucas está centrada en que el muchacho reciba un tratamiento y no sea instalado
en lugares donde pueda evadirse. "El pibe relata el crimen fríamente, como si fuera una novela.
Además tiene que ser tratado de su adicción, porque dice que va a salir y se va a volver a drogar",
relató una