De a poco ya comienza a sentirse la crisis en el centro. En plena temporada de renovación de contratos, hay algún cambio de manos de locales, pero hay otros que ya quedan vacíos y cuesta que vuelvan a ocuparse. Una fuerte caída del consumo, pocas expectativas de mejora en el corto plazo y dificultades para las negociaciones que extienden los plazos de los inmuebles ociosos, son las claves para entender el fenómeno.
A principios de año, ya distintos referentes del comercio local advertían que el segundo mes de 2024 iba a ser duro, porque se empezaría a ver de lleno el impacto de las medidas económicas del nuevo gobierno de Javier Milei. Es que enero y febrero son los meses en los que terminan y comienzan la mayoría de los contratos, y por ende cuando se vacían y son ocupados por otros inquilinos, o cuando renuevan por otro período los que ya estaban. Este período está mostrando la aparición de inmuebles que quedan ociosos por cada vez más tiempo en el centro de la ciudad.
Diversos actores del centro perciben una coyuntura muy compleja: algunos mencionan un feroz proceso inflacionario con una baja de consumo del orden del 40% en enero, con salarios que en algunos casos están todavía sin ajustarse de la última paritaria de 2023. Le agregan la cuestión estacional, el aumento del combustible y el transporte que se traslada a precios. Otros le suman la desregulación de la economía en general por decreto. Todos mencionan la megadevaluación del 120% en diciembre y la inminencia de la vigencia de brutales aumentos de tarifas en los servicios básicos.
Sin embargo, lo que se está observando, por lo menos en el área central entre bulevares, no es una ola de desocupación de locales o conflictos de prórrogas, sino un incremento en la dificultad para cerrar contratos entre propietarios y nuevos ocupantes. "Hoy la vacancia está prácticamente igual a diciembre de 2023. El escenario, lejos de ser el favorable, está en una situación crítica, pero hay síntomas de vitalidad. Sí hemos notado que muchos locales que se manejaban por dueño directo han recaído en manos de inmobiliarias por la dificultad que adquirieron las negociaciones", apuntó Alejandro Bassini, coordinador del Departamento de Estadísticas del Colegio de Corredor Inmobiliarios de Rosario (Cocir).
¿Esto que quiere decir? Que los locales que están desocupados tardan más tiempo en reincorporarse a la actividad. Previamente, el proceso desde la desocupación a la puesta operativa era relativamente corto, y hoy está costando más inclusive ajustando valores de alquileres iniciales. "Se estiraron los plazos de concreción. Ya es más parecido a una operación de compra-venta que de alquiler. Antes vos ponías un local a 500.000 pesos y se alquilaba. Hoy se arranca en 300.000, se discuten qué mejoras se hacen, cómo se indexa, y desde lo que se ofrece a lo que se cierra hay diferencias", marcó.
Las razones detrás de este proceso, se encuentran para Bassini en el contexto: "El mercado de locaciones comerciales ya estaba desregulado y viene funcionando bien en materia de negociación. Solo cambió que se pueden hacer contratos por plazos más cortos. La cintura del corredor inmobiliario en la mediación es clave. Lo que agudiza el problema es la recesión económica. Es una cuestión causa-efecto: baja el consumo, aumentan los costos, se tira la soga hasta que no se corte y se agudiza el proceso de cierre de las transacciones del proceso", subrayó.
El profesional aclaró que el problema no es propio de los pequeños locales o los grandes, ya que hoy a su manera le toca a todos los niveles, desde el que tiene una gran cadena de electrodomésticos hasta el que tiene un pequeño comercio de ropa deportiva. "Lo que vemos que está muy complicado es el rubro emprendedor, el comienzo del segmento. El que se anima a emprender, a poner un local comercial con todo lo que conlleva, la tiene más difícil", detalló.
Tsunami
Para Nire Roldán, titular de la Concejalía Popular, lo que se está dando tiene que ver con "este tsunami económico actual en donde hay un ataque directo a la pyme comercial y el consumo interno de las personas, que provoca una desolación en los paisajes del centro. El mismo presidente de la República habla de secar la plaza de dinero, hacer una estanflación mediante la devaluación gigantesca de la moneda que hace que las personas que consumen en pequeños y medianos comercios no tengan poder adquisitivo", lanzó.
Su lectura es que "muchos comerciantes, con el sueño de un cambio de economía, firmaron a partir de septiembre del año pasado acuerdos por alquileres de locales con distintas modalidades, a precios que ya en aquel momento eran irrisorios: algunos a valor dólar, con ajustes trimestrales. Si a eso le sumás ahora una caída del 50% en lo que puede comprar un asalariado y las restricciones de transferencias de fondos a las provincias, tenés una caída del consumo en negocios de cercanía y un problema para sus dueños", explicó.
En ese sentido, puntualizó que al mes de marzo van a llegar canones locativos con un 178% de aumento: "La actualización supone una inflación creciente, pero no toma en cuenta que la comercialización se iba a desplomar y se viene cayendo al 20% o el 30% en comparación con los meses de enero y febrero del año pasado. Esto va a ser terrible para los pequeños y medianos comerciantes de Rosario, por eso sería bueno que el intendente, el gobernador y los funcionarios vinculados a estos sectores hablen de asociativismo comercial y productivo para defenderlos de este momento nefasto", reclamó.
Este proceso, en su visión, modifica el tipo de comprador, y genera que se cierren locales porque el valor de la renta es cada vez más alto y es imposible que lo atienda un pequeño y mediano comerciante: "Progresivamente se apunta a que solo sea un negocio para los que tienen alta capacidad económica, y que los tengan grandes franquicias internacionales, que lo que hacen es llevarse de una forma de alta rentabilidad los recursos de un territorio a otro, una fuga de recursos de la ciudad de Rosario centralmente a otros lugares al exterior".
Futuro negro
Fabio Acosta, presidente de la Asociación Casco Histórico, avizora un futuro muy complicado. Si bien afirma que las galerías "todavía aguantan", en muchos casos gastando lo que ingresó por ventas en las fiestas, cree que esto no podrá sostenerse. "Tienen la esperanza de que repunte, pero es muy difícil que suceda. Y si se concreta el tarifazo del transporte por la quita de subsidios de Nación, van a estar en problemas serios", apuntó.
Para el referente, si el boleto se va a 1.000 pesos como advirtió Pablo Javkin se pondría en riesgo "al menos 4.000 puestos de trabajo directos e indirectos en el área central por el riesgo de cierre de comercios o reducción de personal, ya que eso impondría un dramático cambio cultural en la forma en que nos movemos", enfatizó. En ese sentido, advirtió que "será inaccesible ir al centro de compras, pasear o trabajar. Para un empleado de comercio que no puede ir en otro tipo de movilidad, porque además subieron dramáticamente los combustibles, significará el 30% del salario", señaló.