En la cumbre del Pan de Azúcar, el emblemático lugar turístico de Río de Janeiro, un mangrullo selva, conformado por un tobogán amarillo y verdes palmeras, mira al mar. Pocos saben que una empresa rosarina lo diseñó, lo fabricó y lo montó en ese paisaje icónico a nivel mundial. Se trata de Crucijuegos, la fábrica de juegos de playa, mobiliario urbano y toboganes acuáticos local, que está en pleno proceso de expansión. Prueba de ello es la planta de 12.000 metros cuadrados, con 2.500 metros de oficinas, que montaron en el nuevo polo industrial de la ciudad, sobre la autopista a Córdoba, a la altura de calle Wilde.
Para llegar a esa cumbre, la firma, que conserva su impronta familiar, recorrió 30 años de historia. Fue fundada en 1992, cuando comenzó a fabricar peloteros “indoor” para su montaje en supermercados u otras grandes superficies.
Ese mismo año, trasladaron esa experiencia a una de las tradicionales muestras agropecuarias, Expoagro, donde instalaron un pelotero sobre un trailer. A partir de allí no dejaron de crecer en el rubro. En el 2000 tenían 18 sucursales.
Sin embargo, la crisis de 2001 los obligó a barajar y dar de nuevo y les abrió la puerta a un nuevo nicho de negocios que hoy les permitió internacionalizarse. “Toda crisis es una oportunidad”, se sinceró Ignacio Imaz, quien junto a su hermano Germán hoy conducen la empresa que en los 90 fundó su padre.
“Tras el 2001 vimos que el negocio de los peloteros no funcionaba y encontramos una gran oportunidad en el espacio público”, dijo. En ese momento “había mucho importado”. Viajaron al exterior, trajeron matricería, incorporaron maquinaria y se capacitaron para poder fabricar los productos en Argentina. “Hoy los productos son 100% argentinos, con algunos insumos importados que no superan entre el 10% ó 15%”, dijo Imaz. Reconoció que la clave del éxito fue “imponer nuestro propio diseño”, algo que los distingue, además del trabajo a medida, que les permite ganar clientes que no son atendidos por los grandes jugadores internacionales, que trabajan en forma más estandarizada.
Así fue como escalaron hasta el Pan de Azúcar. “Fuimos a una exposición en Brasil que nos recomendó una cámara de juegos infantiles y nos encontramos con el CEO del Pan de Azúcar que nos dijo que estaba buscando algo a medida y que en Brasil había cuatro firmas que no le hacían lo que quería. Nosotros le dijimos que éramos especialistas en esto porque tenemos un grupo de ocho diseñadores industriales que atienden clientes para diseñar los productos a medida”, recordó Imaz. Y así, logró poner “en primer nivel al diseño argentino”.
Expansión
Crucijuegos tiene dos unidades de negocios principales. Una es la explotación de salas de juegos, que se pueden encontrar en los centros de entretenimiento de Rosario como en los supermercados Libertad, La Reina, Paseo del Bosque, etcétera. La otra es la fabricación de juegos de playa, mobiliario urbano y toboganes acuáticos.
En esta línea fue que se convirtieron en pioneros de una nueva zona industrial de Rosario. “Hicimos una gran apuesta sobre la autopista porque creemos que es un nudo principal para Rosario”, dijo el empresario.
La intención es seguir creciendo. “Buscamos incorporar mejores materiales” especialmente porque los proyectos se montan al aire libre y “apuntamos en los próximos años a que la empresa exporte el 40% de su fabricación, hoy estamos entre 7% y 10%, y habíamos llegado al 15 % antes de la pandemia”, agregó.
Ese crecimiento se verificó tanto en la fabricación para espacios públicos como privados. En este último sector tuvieron un gran desarrollo durante la pandemia en el rediseño de azoteas. “Muchos edificios de Rosario tienen intervenidas sus terrazas con la marca Crucijuegos”, apuntó Imaz.
Ante la decisión de ampliar su portafolio de negocios evalúan un cambio de nombre. A futuro, adelantó el empresario, la firma dejará de estar atada a los juegos y pasará a denominarse solo “Cruci”.
Imaz reconoció las dificultades que hoy enfrenta la industria por la restricción de las importaciones y las complicaciones de las empresas más chicas para stockearse de insumos. “Estamos en un momento industrial complicado”, dijo y “me gustaría que se libere más la importación, que sea más ágil el tema de la exportación, pero a su vez también aparecen muchas oportunidades”, dijo el empresario quien consideró que “toda crisis es una oportunidad”.
En su sector en particular, el principal cuello de botella es la provisión de hierro. “Nos tiene muy preocupados, ya que lo fabricamos en Argentina y en Brasil está a mitad de precio”, dijo el titular de la compañía, que hoy ocupa 130 empleados en la unidad de negocios vinculada con la sala de entrenamiento y otros 210 en el área de la fábrica y comercialización la fábrica y comercialización.
“Como país tenemos un gran potencial, hay que alinear algunas cosas, pero tenemos muchas posibilidades de exportar productos con diseño y calidad al mundo”, concluyó Imaz.