Adriana Lestido es una figura fundamental de la fotografía argentina. Su obra revela una mirada amorosa y descarnada sobre el cautiverio, la maternidad, la marginalidad y las pulsiones humanas más primitivas. En el documental “Yo y la que fui”, la cámara gira para retratarla desde la intimidad de la amistad. Dirigido por Constanza Niscovolos, se podrá ver en Rosario en el Cine El Cairo el viernes 3 a las 20, sábado 4 a las 22.30 y el domingo 5 a las 20.30.
La función del viernes estará antecedida por la proyección gratuita, a las 18.30, de “Errante. La conquista del hogar”, ópera prima cinematográfica de Lestido, una magnífica experiencia visual registrada durante cinco viajes al Círculo Polar Ártico. Tanto Adriana como Constanza estarán presentes en esta jornada para dialogar con el público.
“Yo y la que fui” se estrenó en abril en el marco del Bafici (Buenos Aires Festival de Cine Independiente) y desde entonces se presentó en la sala del Malba, la misma en la que “Errante” estuvo en cartelera de manera ininterrumpida durante un año. En Rosario, se programan por primera vez en conjunto, generando una oportunidad única de zambullirse en el universo de Lestido.
"Conozco a Adriana hace más de 25 años. Fue mi maestra, es mi amiga, madrina de mi hija y una de las personas fundamentales en mi vida”, dice Niscovolos, también reconocida fotógrafa. “Mi primer acercamiento a la fotografía fue en el primer taller que ella dio, cuando yo tenía 19 años”, agrega en diálogo con La Capital.
“Las ganas de hacer este documental surgieron hace muchísimos años, cuando Adri sacó el libro ‘Lo que se ve’, un libro retrospectivo de su obra. Viendo ese libro, se me despertó algo y pensé que me encantaría hacer un documental con Adriana. Esto fue en 2012, yo no había hecho nada con imagen en movimiento todavía”, cuenta sobre el origen del que terminó siendo su primer largometraje (en el medio, realizó el mediometraje “Tirar del Carro”, y el corto “Elcira”).
Un documental íntimo
Recién entre 2017 y 2018, ese deseo se transformó en un proyecto concreto. A lo largo de varios años, Constanza registró a Adriana en distintos contextos, con la voluntad paciente de retratar en imágenes a una obrera de las imágenes.
“La idea era hacerlo con tiempo, sin prisa pero sin pausa, tomándonos las licencias de ir y volver sobre las ideas, encontrando la forma. También tomamos la decisión de priorizar la cercanía y la intimidad por sobre la técnica. A mí obvio me encanta que la técnica esté bien y no la subestimo para nada, pero nos pasaba que grabar con un equipo con sonidista y más cámaras, implica un montón de gente y rompe con esa intimidad que buscábamos en el relato. Era una cosa o la otra”, detalla Niscovolos.
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El principal desafío, según dice, fue lograr la distancia justa: sostener la cercanía que le da valor agregado a su mirada, y generar espacio para que aparezca naturalmente ante la cámara la Adriana que Constanza ya conocía de sobra. “Nuestro mayor miedo era que, por esta cercanía que por un lado era una ventaja, se volviera algo críptico”, apunta la realizadora.
Para sortear esa complejidad, tuvo un rol clave e inesperado Julia, la hija de Constanza. La mayor cantidad de entrevistas para el documental se hicieron durante un viaje especial a Ushuaia que ambas compartieron con Lestido y Elizabeth Wendling Larraburu (montajista de la película y coequiper de Niscovolos a lo largo de todo el proceso).
“Cuando nos fuimos a Ushuaia, Julia tenía quince años. Juli tiene una relación súper cercana con Adri, es su madrina, y le empezó a preguntar cosas que yo ya sabía, que quería abordar en el documental y no sabía cómo sin que fuera forzado. Adriana cuenta algunas cosas con mucha naturalidad porque se las está contando a Julia. Eso fue hermoso”, detalla la directora.
Es que además de una obra riquísima, Lestido tiene una historia personal que merece ser contada. Su compañero Willy Moralli fue desaparecido en 1978 por la última dictadura cívico-militar. Un año después, Adriana sacó una de sus fotos fundacionales y hasta hoy más icónicas: “Madre e hija de Plaza de Mayo”, la cual se convirtió en un ícono de la resistencia contra el terrorismo de estado.
“Yo y la que fui” retrata a Adriana, hoy de 70 años, mientras transita su sexta década de vida, y una intensa búsqueda de nuevos horizontes, a veces literales. En ese marco temporal, por ejemplo, viajó cinco veces al Círculo Polar Ártico. Pasó un año y medio sola ante esos paisajes deslumbrantes e inabarcables, y los filmó con una
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“Sólo sabía que quería estar en esos lugares, registrar el tiempo transcurriendo en la imagen, y el sonido de la imagen. Pero por sobre todo lo que me interesaba era la experiencia de viajar alrededor del Círculo Polar Ártico. Estar sola en lugares extremos y desconocidos”, dijo Lestido a La Capital el pasado mes de abril, cuando vino a Rosario a presentar la obra completa resultante de esa experiencia: la película “Errante” y dos libros (uno de fotos y otro de diarios de viaje).
Ese profundo vínculo con la naturaleza fue una de los rasgos característicos que Niscovolos quiso dejar plasmados en su retrato. “Yo tenía muy claro desde el principio que quería mostrar a Adriana con el agua. Esa imagen se repite en la película, en distintos lugares. Adri contemplando el mar, Adri armando su carpita en la playa”, narra Constanza.
Por supuesto, la obra de Adriana también aparece en el documental. “También sabía que quería mostrar fotos de ella, pero acompañando lo que ella va narrando sobre los distintos momentos de su vida. En algunos casos, habla puntualmente sobre las fotos. Fue un trabajo de artesanía de ir mechando en la edición todas estas puntas que teníamos”, agrega Niscovolos.
“La mirada de Adriana nos perfora y nos hace saber que eso somos y que, a veces, el desencanto tiene la capacidad de transformarnos. De ahí surge la necesidad de hacer este documental, que pretende ser un retrato familiar mucho más que una biografía, y un abrazo mucho más que un homenaje”, cierra la realizadora en la descripción del documental, y sintentiza