—¿Tenés un vinculo afectivo y amoroso con este país desde que te casaste con un argentino?
—Totalmente, esa fue una gran suerte para mí. De esa historia con este argentino ya vamos por 36 años ¿puedes creer? (risas). Y duró porque la música nos unió, él toca piano, es músico conocido y es el pianista y director musical del espectáculo que vamos a presentar en Rosario. Fue una cosa increíble, porque yo venía para Mar del Plata y tuve un problema con mi maestro de allá, de Brasil, que no pudo viajar por un problema personal. Entonces aquí los productores estaban desesperados buscando una persona que pudiera acompañarme para actuar en el Hotel Provincial. Ahí apareció Víctor, a través de un baterista brasileño que hacía años que vivía en Argentina y lo conocía porque trabajaba en teatro con Alejandro Romay, una época linda en la que tuve la suerte de conocer los teatros de la avenida Corrientes, y eso me marcó mucho. Ahí fue cuando conocí a Víctor y nos integramos perfectamente, él era muy fanático de Tom Jobim y acá estamos. Esto es un homenaje a Vinicius, que es muy especial para mí, porque son tantos los años que canto bossa nova y fue una gran suerte tener un padrino inolvidable como Vinicius de Moraes.
—¿En qué influyó en tu carrera Vinicius y qué modificó en vos?
—Vinicius me cambió incluso mi forma de cantar porque me definió, me dio la mano. Yo no pensaba ni siquiera quedarme en Río de Janeiro. En los años 70 yo tenía un programa en Salvador de Bahía, en mi tierra, y era conocida a nivel local. Era la época de los festivales y él me vio en un festival de Río, en un canal de televisión, me buscó por todos lados, nos encontramos y me dijo «vos sos la que estoy buscando, la voz que yo quería». Las cosas más lindas me dijo, los piropos, como dicen ustedes (risas).
—¿Ahí se fue armando lo que después se cristalizaría en La Fusa?
—Claro, yo vine primero a Punta del Este, después a Buenos Aires para actuar en ese lugar emblemático llamado La Fusa, que fue la época de los café concerts. Era una alegría tocar ahí, porque estabas muy cerca del público, se sentía el calor de la gente, y fue él quien tuvo la idea de grabar justamente ese momento, que fue el disco de "Vinicius de Moraes, María Creuza y Toquinho en La Fusa". Ahí empezó este cambio en mi vida. Así que Vinicius significa todo, es el hombre más carismático y generoso que conocí, además de ser mi compadre, porque es el padrino de mi hija. Vivimos todo en Río de Janeiro, fueron diez años, no pudieron ser más porque él se enfermó y se fue de viaje, como decimos nosotros, en el año 80.
—¿Qué temas son aquellos que no podés dejar de tocar en los homenajes a Vinicius?
—El homenaje a Vinicius será siempre "Eu sei que vou te amar", "Yo sé que te amaré". Es un tema de Vinicius y Tom Jobim, que yo canté por primera vez con él y me marcó mucho. Yo tengo lindas historias con esa canción, inclusive inspirada en un momento de los tantos casamientos de Vinicius, porque era el poeta del amor, se casó nueve veces. Y en esta canción digo la frase que quedó para siempre, esa que dice que el amor "no sea inmortal, puesto que es llama, pero que sea infinito mientras dure". Esa era una frase de Vinicius del "Soneto de la fidelidad". Y en La Fusa, él dice ese poema mientras canto "Yo sé que te amaré". Es una paradoja de la vida del poeta.
—¿A los veinteañeros también les gusta la bossa?
—Los chicos tienen una gran curiosidad. Lo que pasa es que hay una cantidad extraordinaria de información de música extranjera, para bailar, para hacer ruido, ¿me entiendes? Y la juventud va para este lado porque es una forma de vivir, es una influencia de conjuntos ingleses, americanos y rockeros. La bossa es más contemplativa.
—¿La música "para hacer ruido" la rechazás o la aceptás?
—No, sinceramente, no la rechazo. Escucho y veo. Si vale la pena la escucho y si no la paso adelante. Yo cuando escucho un conjunto de jóvenes tocando, siempre respeto y veo primero qué están haciendo musicalmente hablando. Ahí después veo si me llega al oído de una forma agradable o no. Pero en principio no rechazo absolutamente nada. Yo quiero seguir con los oídos abiertos como cantante, incluso para tener la oportunidad de cantar algo que no sea bossa nova.
—Sin embargo, tu música tiene cierto aire nostálgico.
—Yo quiero que la bossa quede firme en el tiempo, que no se vaya, que se quede, pero no en el sentido de nostalgia. Es una cosa que te da placer, es como escuchar una obra clásica de los grandes compositores y seguir amándola. Hay tantas cosas que el arte musical te lleva, esa capacidad de llevar tu fantasía con la música. Yo siento que tengo en mi mano la emoción de la gente, sin falsa modestia, porque ellos pagaron para escucharme. Vienen a saludarme con el corazón en la mano, eso no tiene precio para mí. Van en búsqueda de un momento de felicidad, de contemplación, para que te olvides de las penas, del cotidiano, de la política.
—Ahora que hablás de política, ¿cómo te afectó que Bolsonaro sea elegido presidente de Brasil?
—Ah, no me hables. Todos mis amigos en Brasil estamos preocupadísimos porque este hombre tiene una imagen horrible. Pero te puedo decir que nos decepcionó completamente el PT (Partido de los Trabajadores). Eso hizo que el pueblo de Brasil cambiara tanto y que no prestaran atención a otros candidatos. Así se posibilitó que creciera este líder totalmente opuesto a lo que venía diciendo el ídolo que cayó, que se llama Lula. Eso fue un desastre para nosotros.
—Caetano Veloso dijo en un artículo publicado en New York Times que se queda en Brasil a pelearla para que su música sea "una resistencia permanente ante cualquier rasgo antidemocrático" ¿Coincidís con eso?
—Totalmente, hay que resistir, Caetano es muy amigo mío, somos coterráneos y estamos todos juntos y fortaleciéndonos para exigir lo que tenemos que exigir. Hay que tratar de influenciar en la gente para levantar nuestras banderas, para acercarnos más y ayudarnos mutuamente para fortalecernos.
—¿La bossa también puede pasar de un mensaje romántico a un mensaje social atento a las demandas políticas de la gente?
—Claro, la gente demanda. Yo hago un tema que dice "Se todos fossem iguais a vocé" y otro que se llama "Marcha de Quarta-feira de Cinzas", que enfocan la parte política y social de Brasil. Y Vinicius dice "más que nunca es preciso cantar".
—Vinicius fue un artista muy comprometido y con vida política también.
—Claro, Vinicius tuvo una vida extraordinaria, fue un tipo culto, representó a Brasil en Estados Unidos, fue cónsul en Uruguay y tuvo una vida de diplomático muy fuerte. Pero llegó un momento que no coincidía con la política de Brasil y fue mandado "embora", como decimos nosotros, por su vida bohemia. Hace años ya recuperaron esa imagen con todos los honores que merecía Vinicius de Moraes.
—¿Con tantos años de vínculo con este país, qué imagen tenés de la realidad argentina?
—Mirá, es muy parecida a muchas cosas sociales de Brasil. Yo veo que ustedes tienen una capacidad de lucha bastante grande y que también hay una generación muy preocupada, como los de allá. Aquí hay políticos de muy buena talla, pero hay una mezcla de corrupción también, que eso tendría que cambiar. Hoy están todos pendientes del FMI, del dólar, pero yo veo una Argentina tratando de reaccionar y eso me gusta. Yo vengo acá como cantante extranjera y cuando me reciben de esta manera digo "Meu Dios". Yo tengo que agradecer que la Argentina, que conozco desde los años 70, me abra las puertas con todos los problemas que tenemos.