La Jua Jua Juárez sale a las tablas, tira una ocurrencia, otra, y una más. Se oye una risa, al toque estalla el aplauso y después la ovación. Es allí cuando esta comediante rosarina, cuyo último video lo compartió hasta el mismísimo Marcelo Tinelli y lo vieron más de 4 millones de personas, siente un "orgasmo de escenario". Quizá por eso se justifica su nombre, inspirado justamente en la onomatopeya de la carcajada. La Jua Jua Juárez presenta hoy, a las 21, en el Complejo Cultural Atlas (Mitre 645) "Diva de calle San Luis". Habrá monólogos, canciones y alguna que otra mágica sorpresa sobre el final. La risa, claro, estará presente desde el principio.
—Jua Jua es la onomatopeya de la carcajada, ni siquiera de la risa, de la carcajada. Y bueno, va perfecto con mi apellido, o sea que yo creo que de alguna manera nací para ser comediante. La profesión me eligió, jua, jua, jua.
—Todo el mundo me dice diva y yo no me siento para nada en esa posición, al contrario, soy muy activa en redes, suena raro decir eso (risas). O sea, trabajo mucho en las redes sociales y lógicamente subo fotos de shows, de notas y siempre estoy maquillada y vestida para la ocasión, así que todo el mundo me empezó a ver de esta manera y a decirme "sos una diva". Fue ahí que comencé a mostrarme más humana, a cara lavada en mi casa haciendo actividades cotidianas, por ejemplo quemando la comida, otra cosa por la que soy muy famosa (risas). En el tema de la elección del nombre hablamos con Ricardo Alongi, el productor del espectáculo, y me tiró lo de diva para este show. Yo le dije que era el lugar del que me quiero correr, no quiero ser diva, entonces teniendo en cuenta mis incursiones en un negocio de calle San Luis dije "pará, soy una diva de calle San Luis". Esta cosa de que podría estar allá arriba pero está súper humanizada porque todo el mundo va a comprar a calle San Luis.
—En momentos de la defensa de los derechos de la mujer te mostrás como otro modelo de diva y creo que también hay un mensaje allí.
—Una de las cosas que más defiendo yo es la diversidad de toda índole, en mi caso la diversidad de los cuerpos es como mi bandera, porque el año pasado pesaba 108 kilos y ahora estoy en 94.
—¿Puedo mencionar tu peso en esta entrevista?
—Por supuesto, todo lo que yo diga es para ser expuesto. Me quedan todavía 24 kilos para llegar a mi peso y un poquito más. Estoy bárbara, pero de acuerdo a las palabras de la nutricionista, eso es lo que tengo que hacer. Todo el mundo me dice "vos no pesás 94 kilos". Y yo digo sí, están bien distribuidos digamos (risas). Siempre levanté esta bandera de la diversidad de los cuerpos, de amarse, de la apología del amor propio. Hay algo de eso que habla mi personaje, Marta.
—Contame cómo es Marta.
—Es un personaje adorable, es una vedette gorda y es como mi alter ego. Marta nació hace tres años para una revista, donde me convocaron como capocómica, y nunca pensé el impacto que iba a tener el personaje. Muchos de mis monólogos y los de Marta, obviamente, tienen un juego con el tema del cuerpo. La gente dice "vos te matás, decís cosas hirientes con vos misma". No, yo lo único que hago es exponer en mis propias palabras lo que la gente piensa y muchas veces no dice, o que dice y se toma como burla. Yo pienso que si vos te hacés cargo desde tu humor de alguna cuestión personal no te estás burlando. ¿Cómo me voy a burlar yo misma de algo en lo que estoy inscripta? Me hago cargo a partir del humor y pongo en juego la mirada del otro sobre un cuerpo gordo, en este caso.
—Incluso hay una parodia a la canción "La tonta", de Jimena Barón, que subiste a las redes y refiere a ese tema.
—Claro, hice un tema que se llama "La gorda", Marcelo Tinelli lo vio y lo compartió en su Facebook y lo miró mucha gente, más de cuatro millones de personas. Hay gente que dijo qué divertido y otros pensaron que me burlaba de la obesidad. Y no, insisto, cómo voy a burlarme de algo que estoy transitando. Me lo tomo más livianamente, jamás dije "che, coman hasta reventar, la salud no importa". Yo digo que si vos querés cambiar algo que te molesta, amate primero de la manera que sos y después desde este amor propio lo vas a cambiar.
La Jua Jua Juárez / La Gorda
—¿El humor legitima todo, o sea, se puede decir una barbaridad bajo el disfraz del humor?
—Hay distintas posiciones respecto a esto, yo creo que no legitima, pero suaviza. En mi caso particular no legitima todo, yo tengo una postura muy rara frente a esto: para hacer humor hay códigos. Yo puedo hablar del cuerpo, sí, así y todo me criticaron, pero yo, desde que pesaba 108 kilos, ya puedo hablar de "nosotros los gordos", no los gordos de mierda, los gordos boludos, no. Nosotros los gordos, punto. Así como lo judíos hablan del judaísmo, aunque de todas maneras no es legítimo que un judío de la actualidad se burle de lo que pasó en el Holocausto. Hay temas y temas, de ninguna manera voy a avalar el humor sobre pedofilia y sin embargo hay gente que lo hace, como también el humor machista, jamás. Hay de todo y para todos los gustos y también es cierto que hay gente que comparte o no determinado código, de lo contrario habría humoristas que no tendrían público.
—¿Se puede conformar a todo el mundo en un espectáculo de humor?
—Uno no puede conformar a todo el mundo, pero teniendo en cuenta que mis shows son autorreferenciales, yo lo cuento y si le pasó a alguien más, genial, lo comparto y ahí aparece lo que yo denomino tercer aplauso. Es un momento místico en el que yo cuento algo y alguien me mira desde la platea y me hace "sí, a mí también me pasó".
—¿Por qué le llamás tercer aplauso?
—Es una teoría mía: el aplauso es el primer momento, el segundo es la risa, y el tercero es ese momento de comunión, el espejo, es genial esa imagen, es decir "a mí también me pasó". Es un momento de chispa con alguien, en ese momento desaparece el resto y vos se lo regalaste a él, después volvés al espectáculo para los demás.
—¿Qué te significa hacer reír?
—Es casi como una misión, es genial poder regalarle momentos de felicidad a la gente. Es que en ese momento en donde te salió una carcajada y te entregaste a esa carcajada, fuiste feliz. La gente te agradece porque la hiciste feliz y en ese instante, en el saludo final o en el medio de un chiste cuando la gente corta con una ovación, ahí es cuando yo siento un orgasmo de escenario. ¿Viste cuando el sol pega sobre el pavimento y se ve esa bruma? Bueno, yo veo como una ola energética que te arrastra. Y desde la punta de los pies hasta la cabeza se me paran todos los pelos, eso es un orgasmo de escenario. No te pasa siempre, es este momento que no quiero que se termine. Y se termina, porque es la desgracia y la magia del teatro.