“Quiero que este solo lo haga Cabalén”, ordenaba la voz inconfundible de Litto Nebbia, en su estudio de Buenos Aires, en 2013. “¿Me escucharon? ¡Quiero que lo haga Cabalén!”, remataba el fundador de Los Gatos, con su voz aguardentosa.
Por Miguel Pisano
Los Vampiros. Kay Galifi, Oscar Moro, Marchetti, “Cabalén” Pisano (de perfil) y “Puchi” Arce.
“Quiero que este solo lo haga Cabalén”, ordenaba la voz inconfundible de Litto Nebbia, en su estudio de Buenos Aires, en 2013. “¿Me escucharon? ¡Quiero que lo haga Cabalén!”, remataba el fundador de Los Gatos, con su voz aguardentosa.
Cabalén era el llamativo apodo del guitarrista rosarino Héctor Pisano -integrante de Los Vampiros, unos de los grupos antecesores de Los Gatos -, quien murió de Covid el 25 de noviembre último en Rosario, a pocos días del deceso de Fernando de la Riestra, otro músico de nuestra ciudad de su generación.
Su amigo, el músico rosarino Alberto “Puchi” Arce, confió el origen del extraño sobrenombre: “Tenía una guitarra Framus, que era importada (alemana) y creo que la mejor viola eléctrica que por esa época había en Rosario. Por similitud alguien de la barra de amigos dijo: «¡Este es como Cabalén, tiene la mejor máquina posible! ¡Y listo, le quedó el apodo para siempre!».
“El sobrenombre Cabalén parece que no tiene nada que ver con la música. En la década del 60 Héctor tenía una guitarra Framus alemana nueva, que era una máquina, entonces sus compañeros empezaron a cargarlo y a compararla con el Ford V-8 y con el Ford Mustang que tenía (el corredor de Turismo Carretera Oscar) Cabalén. Y así le quedó el apodo para siempre”, cuentan su hija Julieta y su sobrino Gabriel, también músico, a Escenario.
Por su parte, el músico y cantante rosarino Víctor Poirier narra que “lo conocí a Héctor en el 65 cuando fui a ver tocar a Vampiros en el Cristal Palace, de la calle Córdoba. En esa formación estaban Kay Galifi y (Oscar ) Moro. Los Gatos Salvajes eran otra banda de la época, que se desarmaron por decisión de Kay Galifi. Al desarmarse, Litto le propuso a Héctor armar algún proyecto musical, pero finalmente él decidió no ir a Buenos Aires, posiblemente por cuestiones familiares o laborales. Algunos músicos de Vampiros siguieron tocando un tiempito más en la banda Los Números Altos. Su última actuación fue en Plaza Jewell”.
Con respecto a la historia de Los Gatos, Poirier confía que “la primera foto sacada a Los Gatos, que está publicada en el libro de Litto Nebbia, la sacó Héctor en Buenos Aires. Al parecer es una foto mítica, sacada con una cámara Zeiziko, que yo le había prestado”.
Nacido el 6 de diciembre de 1943 en una casa chorizo de Viraroso 1671, en el barrio Hospitales, Héctor era el menor de los cuatro hijos de los italianos oriundos del pueblo calabrés de Pedace: Asunta y Carlo.
La casa paterna tenía varias habitaciones y en la segunda dormía Héctor, quien a mediados de los 60 se juntaba con sus amigos Ciro Fogliatta, Litto Nebbia y Alberto “Puchi” Arce a ensayar con Los Vampiros.
“Los Gatos Salvajes fue una de las primeras bandas de rock argentino, creada en nuestra la ciudad en 1962 por el pianista Ciro Fogliatta. Hasta ese momento sólo hacían versiones en español de los éxitos del rock estadounidense, pero fueron delineando el camino que los llevó a hacer lo que era, por aquellos años, toda una utopía: el rock cantado en castellano. Litto Nebbia, músico y compositor desde muy corta edad, se sumó al grupo unos años más tarde y luego, junto a Fogliatta, crearon Los Gatos, exitosa banda que compone el tema «La balsa»”, recuerda el fotógrafo Sergio Rébori en una entrevista de la revista Clapps, en ocasión de una muestra sobre el rock nacional en el Distrito Sur Rosita Ziperovich.
LOS VAMPIROS. Puchi Arce, dueño de Utopía Records, cuenta en una entrevista hecha para el Museo del Rock Rosarino: “Eramos una barra de amigos. Todas las tardes a la salida de la escuela nos encontrábamos en el Bar Manhatan, de Córdoba y Maipú, recorríamos las dos o tres disquerías del centro en busca de novedades, que después nos juntábamos a escuchar en alguna casa con devoción. La información era escasa, comprábamos revistas americanas como la Fixteen Magazine, también una que llegaba de Alemania la revista Bravo que si bien no entendíamos nada veíamos las fotos de los grupos o los nombres para tener idea de lo que estaba pasando en el mundo musical”.
Puchi recuerda que “por el Manhatan aparecían Litto Nebbia, Ciro Fogliatta, Kay, Víctor Caro (años después integrante de Batallón Mermelada), Moro y otros personajes de la incipiente fauna rockera de Rosario. Fue así que con Héctor Pisano, que venía de tocar con Los Marcels, y Oscar Moro, de Los Halcones, más Santiago Settecase, armaron lo que fue la primera formación de Los Vampiros. La idea era tocar la música que nos gustaba. Así fue que armamos un repertorio con temas de los Rollings, Animals, Manfred Man, Hollies, Beatles, Kinks. Un repertorio que hasta el día de hoy resiste el paso del tiempo. Por aquellos años lo más común era recrear los éxitos del Club del Clan, Los Náufragos, la Joven Guardia, por eso lo nuestro fue diferente”.
Tocaron durante un par de años, del 64 al 66, con bastante continuidad. En 1966 Puchi se aleja del grupo para seguir con sus estudios de contador público y en su lugar entra Kay Galifi. “En un momento me reincorporo por un tiempo breve. Sólo como cantante”, añadió. En aquel momento Los Gatos consiguen un contrato para grabar en Buenos Aires y convocan a los amigos de la barra: Moro y Kay a integrarse al grupo. Ese fue el final de Los Vampiros, pero no de la amistad que hasta el día de hoy siguen manteniendo. “La explosión que causó el éxito de «La balsa» fue para nosotros, los de la barra rosarina, un logro de todos los que habíamos transitado juntos ese viaje”, resumió.
A su vez, el periodista Diego Mancussi escribe en una nota sobre el origen perdido del rock nacional en La Nación: “Para principios de 1967 Sam y Dan tenían repertorio y público pero no tenían banda: con guitarra y bongó uno podía tocar en un bar o incluso en «Sábados circulares», el popular programa de televisión conducido por Pipo Mancera, pero no alcanzaba para salir a ganarse el sustento en los siempre redituables bailes de carnaval. En vista de eso Malnatti convocó a su amigo Ciro Fogliatta, que acababa de separar a Los Gatos Salvajes, y le pidió que armara un grupo de apoyo. “A mí me vino fenómeno ese trabajo”, recuerda Ciro. “Justo me había llamado mi amigo de Rosario, Héctor “Cabalén” Pisano y me dijo: “Voy con Moro”. Yo le dije:«¿Querés tocar en los carnavales? Traé la guitarra». Moro también quiso tocar”.
El conjunto quedó conformado por Fogliatta en órgano Farfisa, Pisano en guitarra, Oscar Moro en batería y el ex guitarrista de Los Gatos Salvajes, Juan Carlos Pueblas, en el bajo, además de Sam y Dan. “Los acompañamos todos esos carnavales, que fueron como nueve días, cuatro o cinco shows por día. Ensayamos muy poco y fuimos directamente a tocar. Y justamente después de esos carnavales alquilé una sala y dije que vinieran los que quisieran anotarse, y así armamos Los Gatos”, cuenta Ciro.
Tras aquella convocatoria, Moro no volvió a Rosario: se quedó en Buenos Aires y, con el tiempo, terminaría siendo parte no sólo del grupo liderado por Litto Nebbia, sino también de Color Humano, La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Girán y Riff, entre otros proyectos.
Su amigo, el pianista rosarino Ciro Fogliatta, recuerda y despide con emoción a Cabalén en su WhatsApp: “Luego, en el 67, vino a tocar conmigo en los Carnavales de Buenos Aires con Sam y Dam (un dúo que había grabado en RCA). La banda la formamos con él a la guitarra, el Chango Pueblas al bajo, Moro en la batería y yo en teclados. Fue muy lindo porque tocamos más de 20 shows”.
Su otro amigo, Litto Nebbia, confía al respecto por WhatsApp que: “Rosario en nuestros tiempos no era como se lo presenta ahora... Era un lugar excesivamente conservador”, dijo el autor de “Sólo se trata de vivir”. Y agrega: “Creo que esta adversidad jugó mucho a la hora de empeñarse uno en ser distinto”.
Por último, Víctor Poirier revela que: “El solo de guitarra de Cabalén era parte de un disco que estabábamos grabando en 2013, en el que participábamos varios músicos amigos de aquella época. Litto se ocupó de grabar las partes instrumentales en Buenos Aires y acá fuimos grabando el resto con Héctor, quien finalmente grabó su último trabajo musical. El disco aún no salió, pero ese tema en el que participa Héctor está pensado que salga pronto junto a otros”.