Muertes aún no aclaradas, huérfanas de lógica, fueron explicadas como parte de una guerra liderada por Alvarado para avanzar en el territorio y desplazar a Los Monos, asistido en esa empresa por varios policías que persiguieron a la banda rival condenada en 2018. Una violenta disputa de negocios, en suma, que aporta algunas señales sobre por qué en Rosario se duplicó la tasa de homicidios en una década, un asunto sobre el que aún se siguen rastreando claves.
De los cerca de cuarenta casos que Argüelles expuso en un mismo entramado, en el juicio en curso se debaten dos. El crimen del prestamista informal Lucio Maldonado, cuyo cuerpo apareció el 13 de noviembre de 2018 con las manos atadas y cuatro tiros en cercanías del casino City Center y del cual, el GPS de su auto, reveló que había estado cautivo en una quinta de Alvarado convirtiéndose en el primer peldaño que encaminó la investigación hacia la banda.
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El otro es el de Cristian Enrique, un joven secuestrado el 13 de octubre de 2018 en Cabín 9 y cuyo cuerpo apareció tres semanas más tarde en un descampado de Soldini. Una misma logística se usó para cometer ambos asesinatos que comparten rasgos en la ejecución. El resto de los homicidios desentrañados por Argüelles _de los que aquí se exponen los más salientes_ no se tratan en este juicio ni fueron atribuidos en forma directa a Alvarado. Pero a partir de ahora los aportes del mecánico muerto serán investigados por el Ministerio Público de la Acusación (MPA).
Es que la declaración que brindó Argüelles como imputado colaborador fue encriptada por decisión judicial hasta su exhibición en el juicio. Un año y un mes más tarde, en septiembre de 2021, el mecánico era asesinado a tiros frente a su familia a las puertas de su taller de Garay al 3500. Tras la reproducción del video en la sala de audiencias los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra comenzarán a notificar a los fiscales que tienen a su cargo casos mencionados por Argüelles o solicitarán que les remitan esos legajos a su área.
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El mecánico Carlos Argüelles escribía en un cuaderno las cosas que sabía sobre Esteban Alvarado.
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Para los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada la declaración de Argüelles es “importantísima” porque no sólo aportó datos sobre los asesinatos que se juzgan _dijo que Alvarado anunció que matarían a Maldonado, sabía dónde estaba el cuerpo, disponía del arma y planeó maniobras para desligarse_ sino que al exponer la red de muertes explicó cómo Alvarado se abrió paso matando gente y por qué era y es tan temido.
La sombra de Alvarado se presumía en las muertes de Elías Bravo, Luis Medina o Roberto “Tuerto Boli” Padilla, pero en muchas otras no. El atentado a balazos a la casa del ex gobernador Antonio Bonfatti en 2013, por caso, se tiñó de nuevas connotaciones al saberse que el tirador Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval _asesinado en un ataque comando en un chalé de La Florida en octubre de 2019_ visitaba a Alvarado en prisión mientras éste cumplía una condena por robo de autos y además era primo de uno de sus sicarios, Darío “Oreja” Fernández, asesinado en noviembre de 2015.
Matar a un ex amigo
La madrugada del 29 de diciembre de 2013 el empresario Luis Medina y su novia, la modelo Justina Pérez Castelli, fueron acribillados con al menos 18 balazos cuando circulaban por el acceso Sur y Ayolas. El único testigo, un automovilista que circulaba a unos 80 kilómetros por hora por la vía contraria, pudo ver “un auto plateado que se puso junto al auto rojo (el Citroën C3 de Medina) y disparó escoltado por una moto”.
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El doble crimen generó controversia cuando dos funcionarios del gobierno provincial examinaron la computadora portátil de Medina secuestrada en su habitación del hotel del City Center. Se tejieron hipótesis: una venganza pasional de la ex mujer, una venganza de su socio Alvarado por una diferencia de dinero y una deuda de Medina con delincuentes colombianos, pero nunca hubo imputados en la causa. El año pasado fue asignada a la agencia fiscal que investigó a Alvarado al surgir testimonios en su contra.
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Luis Medina fue ultimado a tiros junto a su novia Justtina Pérez Castelli, el 29 de diciembre de 2013.
“A Luis Medina y a Justina los manda a matar él (Alvarado). Me entero por boca de él después de un tiempo que Luis Medina le quería cobrar 50 mil dólares de una avioneta que tenían a medias y lo había amenazado con que si no pagaba iba a matar a la familia. El se encargó de todo”, dijo Argüelles al adjudicarles las ejecuciones a Alvarado (por entonces preso) y explicar un móvil.
Un sicario
La testigo Mariana Ortigala, quien también declaró durante la primera semana del juicio, dijo que fue Alvarado quien mandó a matar a Medina y agregó que quienes cometieron las ejecuciones habrían sido Elvio Arévalo y Darío Sebastián “Oreja” Fernández, un joven de 22 años que era sicario de Alvarado y que el 28 de noviembre de 2015 fue hallado asesinado en un descampado en Calle 1329 al 4500 con un balazo en el parietal izquierdo y signos de tortura. El crimen se consideró una “quema de archivos”. Se cree que alguien lo mató para silenciar lo que sabía.
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El comerciante
“Después se encargó de Tovo, amigo de Luis Medina. También lo mandó a matar en un Renault oscuro. Cuando estaba cerrando su agencia le dieron muerte”, dijo Argüelles en referencia a Germán Gonzalo Tovo, de 42 años y ejecutado de siete balazos la noche del 1º de septiembre de 2014 frente a su concesionaria de autos de alta gama de Ovidio Lagos al 5100. Había sido empleado de Medina en la agencia Lume, de Pellegrini al 5500, en la franquicia del boliche Esperanto, y antes trabajó cuatro años en la concesionaria Reina Automotores, de Oroño al 2700 apuntada por supuestos vínculos con el lavado de dinero. “Era un comerciante esforzado que vivía el día a día”, dijo su familia.
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Oreja por Oreja
Tres años después del doble crimen de Luis Medina y su pareja, la noche del 1º de abril de 2016 el padre de Justina Pérez Castelli fue asesinado en el carrito de comidas rápidas que atendía en Mendoza y Circunvalación. Dos hombres encapuchados llegaron hasta ese lugar en moto y ejecutaron de varios disparos en la cabeza a Gustavo “Baba” Pérez Castelli, de 55 años. Antes de irse le cortaron una oreja. El caso no fue esclarecido. Argüelles dijo que tiempo antes fue a visitar a Alvarado y le comentó que estaba yendo a comer al carrito de Pérez Castelli. “Me dice: «¿Vos sabés que el papá de Justina es el que mató a Oreja?» Se ve que se fue a hacer un tatuaje y le confesó que él había matado al Oreja Fernández”. Después se supo que no tenía nada que ver con el asesinato del Oreja, que estaba divagando porque le habían matado a la hija y tenía al hijo preso en una causa de drogas no muy clara. Sé perfectamente que lo mandó a matar él porque me lo dijo”.
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Los hijos de La Tata
Olga Beatriz “La tata” Medina es una mujer de 53 años que en junio de 2020 fue condenada a cuatro años y medio de prisión en una causa por comercio de drogas. Le atribuyen controlar el negocio del narcomenudeo en la zona norte, con predominio en La Cerámica y Parque Casas. Está citada a un postergado juicio oral junto a Esteban “Pinky” Rocha y Brisa Leguizamón, los novios prófugos tras el triple crimen de una pareja y su beba, acribillados a la salida de la fiesta de casamiento en Ybarlucea en enero pasado. Dos hijos de La Tata fueron asesinados. El 17 de junio de 2011 en Solís al 700 de Granadero Baigorria fue ejecutado Luis Alberto Medina. El joven de 24 años fue a atender la puerta y recibió varios disparos en el tórax. Ocho meses más tarde, el 12 de febrero de 2012, mataron de cinco balazos a Carlos Daniel Medina, de 27 años, que vivía en Blas Parera 1422. Se dijo entonces que ocurrió en medio de una violenta discusión con el concubino de su madre. “A los dos hijos de La Tata Medina, la señora que está detenida por narcotráfico, los mató Alvarado junto con uno de sus sicarios”, dijo Argüelles.
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El Tuerto Boli
Roberto del Valle Padilla Echagüe tenía 43 años y era conocido como “El Tuerto Boli”. Su nombre saltó a los titulares a fines de febrero de 2008 cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria detectó la primera cocina de drogas en Rosario, con 10 kilos de cocaína y precursores químicos. Quedó preso y en julio de 2010 lo condenaron a 6 años de prisión en un juicio abreviado. El 5 de diciembre de 2012, mientras cumplía la libertad condicional, dos motociclistas lo emboscaron mientras iba en un Chevrolet Astra gris a metros de la comisaría 17ª y lo mataron con seis tiros. “Al Tuerto Boli también lo mata él (Alvarado). Sale de estar preso, se piensa que la calle estaba como antes y no, lo matan”, dijo Argüelles. Hubo un detenido por el crimen.
"El tuerto boli" conducía un Chevrolet Astra cuando fue asesinado a metros de la comisaría 17ª. (foto: Sergio Toriggino)
"El tuerto boli" conducía un Chevrolet Astra cuando fue asesinado a metros de la comisaría 17ª. (foto: Sergio Toriggino)
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Cuatro amigos
“Eramos cuatro amigos que hinchábamos las bolas con los autos, nada más. Lejos estábamos de una muerte en esa época. Esteban me mató mis amigos. Sus hijos van a la facultad, no andan por el mal camino, son personas de bien. A Gustavo lo mató, a Guillermo lo mató, a Ariel lo quiso matar. Al parecer ni amigos puedo tener”, expuso Argüelles en su declaración. Dijo que a otro de sus amigos “le rompió la rodilla” y a un sexto “le baleó la casa de la suegra” y se tuvo que ir a vivir a España. “Gustavo González era amigo mío _contó Argüelles_. Lo mandó a matar porque tenía los cojones más grandes que él. Fue por una discusión por un auto”. El crimen fue la noche del 9 de enero de 2011 en Pasco al 7300. Los vecinos contaron que González llegó con otras tres personas en un Renault 9 gris que se detuvo frente al 7312 de esa calle (donde funcionaba un “un quiosco de drogas” o un “aguantadero”) y tras una discusión con quienes estaban en la vivienda se desató una feroz balacera. González, de 39 años y varios antecedentes penales, recibió un letal disparo en el pecho. Sus acompañantes lo bajaron del auto en el Policlínico San Martín y dejaron el auto frente a su casa del barrio Santa Lucía.
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El remisero
Guillermo Eduardo Coniverti era un remisero de 31 años con prontuario abierto. La tarde del 18 de marzo de 2011 recibió un balazo mortal cuando iba en su Chevrolet Corsa verde por Casiano Casas al 1300, en el barrio Parque Casas, y dos motociclistas que iban en sentido contrario lo emboscaron. Hubo varios disparos y uno alcanzó en el pecho a Coniverti, quien continuó la marcha unos 300 metros hasta desvanecerse y chocar contra un contenedor de basura. Argüelles dijo que este crimen significó un quiebre en su relación con Alvarado: “Iba a ser el padrino de mi hijo. Un pibazo sin posibilidades, quedó atrapado en medio de todo esto. Tenía cuatro chicos. No me olvido más porque lo mataron el día que se casó mi hermano”.
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Contó que días antes el remisero le había avisado que Alvarado lo acusaba de haber saltado el tapial de una casa de Alvarado cerca del bulevar Rondeau para robar un alhajero con dólares y oro. “El Gordo no podía pasar un tapial porque pesaba 180 kilos. Esa misma noche fui a hablar con Esteban a su domicilio. Estaba con un boxer, me abrió la puerta muy poco. Le dije: vengo a hablar por Guillermo, me dice que vos lo querés matar, es el padrino de mi hijo. El me dijo no te metás y me cerró la puerta en la cara. El día del civil de mi hermano lo corrieron dos sicarios de él y le dieron un tiro fulminante. El le dejó una carta a su familia diciendo lo que le iba a pasar”. Luego, según, dijo, Alvarado intentó matar a un hermano de González por haberlo denunciado y “gracias a Dios sobrevivió. Luego se rectificó en la denuncia”.