“Fue una quema de archivos”. Así se refieren los medios de comunicación paraguayos cuando en algunas regiones dominadas por los narcos aparecen personas asesinadas en hechos de claros tintes mafiosos. La explicación es simple. Cada tanto, los varones del poder de la droga mandan a ejecutar a aquellos “empleados” que conocen demasiados secretos comprometedores a fin de sacar de circulación a quienes los pueden entregar o defraudar. Y entonces las ejecuciones se repiten cíclicamente. Algo parecido ocurrió el miércoles en Rosario, más precisamente en Calle 1329 al 4500, en inmediaciones de la cabecera de la autopista a Santa Fe, en el barrio La Floresta. Allí fue hallado el cuerpo de Darío Sebastián Fernández, de 22 años y apodado “Oreja”. Nada se sabía de él desde la noche del sábado 28 de noviembre y apareció con un balazo en el parietal izquierdo.
¿Pero quién era Oreja Fernández? Para los investigadores policiales fue un sicario que supo trabajar para Esteban Lindor Alvarado, un levantador de autos de alta gama que operaba en el Gran Buenos Aires y los traía a Rosario para cortarlos o desguazarlos. Por eso, desde agosto de 2012 espera tras las rejas de una prisión bonaerense que llegue la hora de su juicio. Y Oreja también tenía vínculos con el socio de Alvarado, el empresario Luis Medina, que fue asesinado el 29 de diciembre de 2013 en una emboscada en el acceso Sur y Ayolas. En los últimos siete años se dijo de Alvarado era uno de los pesos pesados de la venta de drogas en el noroeste de Rosario, sin embargo no hay causas sobre él en la Justicia Federal. Para los que supieron convivir con él en el barrio Parque Casas Oreja era un habilidoso jugador de fútbol que con el tiempo se metió “en el negocio y la movía”. No hubo mayores aclaraciones.
Relación de familia. Oreja, a la vez, era primo hermano de Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval, con quien fueron investigados como los principales sospechosos de ser los ejecutores del ataque a tiros contra la casa del gobernador Antonio Bonfatti, en Darragueira y Gallo, la noche del 11 de octubre de 2013 (ver aparte). Por eso, y porque acusado por encubrir ese hecho está procesado un oficial de la policía, la familia de Oreja teme que su muerte esté ligada a un “vuelto” de la fuerza y, en ese marco, le solicitó al fiscal Pablo Pintos que le asigne custodia a Ema Pimpi y a la familia.
“Fernández no tenía antecedentes policiales, no tenía conflictos con la ley penal en la provincia ni en la Justicia federal. Nunca fue convocado siquiera como testigo de un caso y por eso su familia quiere saber qué pasó. Están dispuestos a que este crimen sea investigado a fondo y le pidieron al fiscal Pinto, que es un minucioso investigador, que de ser posible el hecho no sea pesquisado por la policía de Santa Fe sino por una fuerza nacional”, explicó el abogado Marcos Cella, quien asistió a la familia a la hora de realizar la denuncia de averiguación de paradero de Oreja. “Esta familia quiere justicia, pero tienen mucho miedo”, agregó.
Salió con amigos. A lo largo de 2015 varios hombres con prontuario y recorrido en las calles fueron encontrados asesinados en caminos rurales o de poco tránsito. Otros directamente fueron fondeados en el Paraná. La sola lectura de sus prontuarios o de sus historias callejeras, que muchas veces marcan quienes eran, hacen inferir que en los arrabales del hampa se está llevando adelante un reacomodamiento. La pregunta que podría imponerse es ¿quién lo está administrando?
Lo último que la familia de Oreja supo de él fue que la noche del sábado 28 de noviembre había acordado un encuentro con amigos para salir de juerga. Sabían que andaba con plata encima porque había vendido una moto, presumiblemente una Yamaha R1, pero desconocen quiénes eran esos “amigos”. Sus allegados comentaron que Oreja solía “ausentarse” seguido pero nunca dejaba de comunicarse con su familia. “Era reservado en sus movimientos. La familia desconocía donde estaba o en qué andaba. Podía faltar tres meses, pero nunca dejaba de llamar”, explicó un persona de su círculo de confianza.
Pero esta vez, como no lo había hecho desde ese sábado a la noche, una de sus hermanas hizo una denuncia por averiguación de paradero el miércoles 3 de diciembre en la sede de la Fiscalía Regional. Para ese momento el cuerpo de Oreja estaba en el Instituto Médico Legal. El día anterior lo habían hallado en Calle 1329 al 4500, detrás del hipermercado Makro y del camping de Luz y Fuerza, escondido detrás de unos árboles y a unos siete metros la calle. Esa misma tarde el cuerpo de Oreja fue identificado.
Tres crímenes. El apodo de Oreja apareció en las crónicas policiales tras el bestial asesinato de Elías Bravo, un pibe de 17 años con fama de ladrón de búnkers. La medianoche del 15 de octubre de 2011 el adolescente fue ejecutado de 30 disparos calibre 9 milímetros a escasos 10 metros de un quiosco de venta de drogas ubicado en French al 2100. Fue el crimen más cruento de los 164 que hubo ese año. Un anticipo de lo que estaba por venir. La mamá de Elías apuntó de inmediato al apodado Oreja, un muchacho que supo jugar al fútbol con Elías y denunció que era la mano derecha de los encargados de la distribución y comercialización de drogas en la zona noroeste. El entonces juez de Instrucción Luis María Caterina ordenó la detención de Oreja, que por entonces era menor, algo que nunca se materializó.
Tras el feroz crimen de Elías Bravo, un informe de inteligencia de la Unidad Regional II indicó que Oreja había participado del homicidio de Santiago “El gordo” Pérez. Una ejecución de cuatro balazos llevaba a cabo la noche del 15 de septiembre de 2012 mientras la víctima circulaba por Larrea y San Juan en su Peugeot 308 cabriolet que ostentaba una enorme calcomanía de San la Muerte sobre el baúl. Pérez era un importante delivery de drogas que frecuentaba círculos de alto poder adquisitivo al que el informe en cuestión vinculó con Lindor Alvarado. La hipótesis del crimen, según ese trabajo, era que Pérez sentenció su suerte cuando le faltó el respeto a una de las mujeres de la familia Alvarado. Judicialmente el caso chocó con la imposibilidad de documentar los dichos de la calle.
También se escuchó el apodo de Oreja en la pesquisa por el ataque a balazos contra la casa del comisario retirado Alejandro Franganillo, quien fuera titular de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones (DGPCA) durante la última parte del gobierno de Jorge Obeid. Ese ataque ocurrió el 19 de noviembre de 2013 en Granadero Baigorria y nadie resultó lesionado. Otro informe de inteligencia policial indicó que detrás del asesinato de Luis Medina y su novia, Justina Pérez Castelli, en diciembre de 2013, tuvo la participación del ahora asesinado Oreja.