Central hoy es un equipo que transita el torneo, que lo camina con una liviandad absoluta y eso le sucede porque no es un equipo que esté preparado para cosas importantes. Es más, le faltan algunas materias importantes para alcanzar el título de “equipo competitivo”. ¿Hubo que llegar hasta el partido contra Racing para darse cuenta de eso? En absoluto, pero esos 90 minutos en Avellaneda colaboraron para reordenar y reforzar un montón de ideas que andaban desperdigadas por ahí. Y cuando se dice que Central no termina de ser un equipo serio o cuanto menos un equipo competitivo tiene que ver con esos males de los que no logra desembarazarse, como por ejemplo el de disputar sólo una parte del partido y la otra regalarla o, de mínima, oponer la menor resistencia. En Avellaneda, Central fue otra vez ese equipo de medio tiempo como tantas otras veces: Boca, Argentinos Juniors, Estudiantes y Patronato, por ejemplo.
Este tipo de reincidencias obviamente generan un dolor de cabeza e impiden que el crecimiento tome cuerpo y forma. Y frente a esa reincidencia hay una alta cuota de responsabilidad del entrenador, sin dejar de lado, por supuesto, la postura de Central como equipo que protagonizan los propios futbolistas.
Porque en esto hay de todo. Hay una lectura que los mismos jugadores debieran hacer y, también, una lectura fallida de parte de quien imparte las directivas. Lo que hizo Central contra Racing fue un eslabón más en esta cadena de desaciertos. Porque ese mismo equipo que de a ratos demuestra un mínimo de competitividad al toque se obnubila y desaparece. Y da lo mismo que primero aparezca la falencia y después la corrección o viceversa, pero generalmente hay de las dos dentro de un mismo partido.
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Ante Argentinos Juniors, Central estuvo ausente en el primer tiempo y mostró algo de reacción en el segundo.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Por eso no extrañó ese vaivén futbolístico que el canalla mostró en el Cilindro de Avellaneda, que fue algo de lo que ya en muchas otras ocasiones había protagonizado.
La frase “si entramos en puntitas de pie nos cuesta” que tiró Tevez tras el empate ante Estudiantes fue bastante gráfica respecto a los males que atosigan a este Central en los últimos tiempos. Porque eso que sucedió frente al pincha había sido similar a lo que había vivido una semana antes, contra Argentinos Juniors. Y frente a esa necesidad de formatearse los errores jamás pudieron corregirse.
La diferencia que hubo entre el Central del primer tiempo y el del segundo contra Argentinos fue similar a lo que ocurrió frente a Talleres. Ya antes había sucedido algo de eso contra Boca y ahora se vio ante Racing. Esto es, a Central le cuesta horrores mantener una idea de juego sostenida en el tiempo y no a lo largo del torneo, sino dentro de un mismo encuentro.
Creer que sólo se trata de la elección de tal o cual nombre implicaría un simple reduccionismo, porque con ese criterio sólo es cuestión de que el entrenador afine la puntería a la hora de la elección de los intérpretes. Y, se insiste, ese no sería el único o el mayor problema.
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Carlos Tevez no logra que Central muestre un funcionamiento constante, con resultados que lo avalen.
Marcelo Bustamante / La Capital
Una cosa es que Central no pueda cumplir con el sometimiento pleno frente a un determinado rival, sabiendo lo difícil que eso resulta, más en el fútbol argentino. Pero otra muy distinta es lo que le pasa a este Central, que parece condenado a la desconexión cuanto menos parcial en cada uno de los partidos. Y lo verdaderamente llamativo es que esas desconexiones se tornen frecuentes.
A Central ya casi no le quedan objetivos por cumplir más que terminar el torneo de la manera más decorosa posible, lo que implicará, entre otras cosas, lograr el mayor oxígeno en la tabla de los promedios para la próxima temporada. Por lo que sea y por lo que pelee, Central está obligado cambiar el chip y a lograr que la carga futbolística tire algo más de tiempo. Si no lo logra, el ya utópico anhelo de Copa Sudamericana, el terminar lo más arriba posible, el lograr el afianzamiento del proceso o lo que fuere estarán próximos a la quimera.
Y esto no es nuevo, porque ya le pasó en varios partidos, en los que los altibajos dentro de un mismo encuentro fueron evidentes, lo que habla a las claras de un problema todavía en vías de solución.
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En el partido con Estudiantes el canalla reaccionó en el complemento y gracias a eso logró el empate.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Este Central no está para regalar nada porque no le sobra absolutamente nada y cada obsequio que haga irá contra sus propios intereses.
Hoy una de las excusas que más se escucha es que Tevez hace lo que puede con lo poco que tiene, pero, se recuerda, el Apache manejó gran parte de este libro de pases y la conformación de este plantel le compete casi de manera exclusiva, con decisiones (ante Racing no completó el banco de suplentes y en el mismo no había jugadores para todos los puestos) de su autoría.
Sin tiempo ni margen para las relajaciones, y a esta altura casi que resultaría tardío el planteo, el Central de Tevez necesita más que nunca transformarse en un equipo full time.