El peronismo volvió. En otra asombrosa remontada, cuando muchos se apuraron a darlo por muerto, el peronismo volvió a ganar una elección nacional clave. Sergio Massa quedó muy competitivo para el balotaje, y se convirtió en el favorito para ganar la presidencial del 19 de noviembre. La dramática transición entre un gobierno parcialmente fallido, el de Alberto Fernández, y el del nuevo proyecto gestado desde sus propias entrañas con Cristina Kirchner como factótum, y con Sergio Massa como candidato, acompañado del rosarino Agustín Rossi, entró en la consideración positiva de una parte importante de la población, sumó 10 puntos porcentuales respecto de las elecciones Paso, y quedó cerca de ganar en noviembre.
Aun con 140 por ciento de inflación anual, y el dólar a 1000 pesos, Sergio Massa obtiene un triunfo nacional con el sello Unión por la Patria (UxP), que deja a una reconfigurada expresión del campo nacional popular / peronismo, a un paso de ganar la sexta elección presidencial del siglo XXI (con la única derrota del peronismo en 2015), la décima desde la recuperación de la democracia desde 1983.
Con la caída inexorable de uno de las dos grandes expresiones electorales que dominaron la representación política durante los últimos 20 años (JxC, el PRO acompañada por la UCR y otras fracciones menores), el sistema de representación argentino cambia. Emergió una ultra derecha negacionista que creció de golpe en la Paso, pero encontró su tope en la noche del domingo. Con la derecha resquebrajada, y expresada al menos en dos grandes expresiones, o tres, considerando el relativo crecimiento de una versión conservadora del populismo filo peronismo (anti kirchnerista) como lo es Juan Schiaretti, el peronismo se vuelve a fortalecer con dos puntales muy relevantes: Sergio Massa como presidente emergente.
Y Axel Kicillof, con una extraordinaria elección en la provincia de Buenos Aires, clave en el triunfo nacional del peronismo.
Un peronismo pasó del infierno a la celebración; tendrá un candidato a presidente competitivo para noviembre, con un perfil de centro, de unidad nacional, de equilibrio entre los factores de poder, y con gran capacidad de gestión, y tendrá una segunda figura clave, tutelando la provincia de Buenos Aires con el sello más nítido del peronismo kirchnerista, de la izquierda peronista, Axel Kicillof.
En las cuatro semanas que restan hasta que sea nominado el nuevo presidente, sólo resta observar cómo se produce el desguace de las fracciones de tradición radical o peronista que abonaron a Juntos por el Cambio desde 2015, que terminarán abonando al proyecto Massa presidente, y que en esta noche encontraron un final abrupto a esa trayectoria. La hipótesis de que el libertario construya una mayoría para el balotaje, si bien es matemáticamente posible, hoy no tiene posibilidad política. Con todo, los partidos se ganan en la cancha, y nunca en las vísperas.