La tesis con que la oposición política y mediática salió rápidamente – tras el atentado de Juncal 1411- a despegar al agresor Fernando Sabag Montiel de cualquier armado político - criminal que lo sustente, se derrumba día tras día. El loquito solitario no estaría tan loco, y mucho menos solitario. Se sumó en estas horas la detención de una nueva implicada en la red que organizó el intento de magnicidio, Agustina Díaz. Una joven de 21 años, que vive en el Conurbano, y que en su teléfono celular (secuestrado por el juzgado) fue descubierto, entre otros elementos, un mensaje lapidario que le envió a su amiga Brenda Uliarte, ya detenida, y acompañante del tirador a la escena del crimen que no fue. “Por qué falló ese tarado que mandaste”, le escribió Agustina a Brenda, a propósito del tiro que milagrosamente no salió en la noche del 1 de septiembre.
Evitando que la paz social y la democracia argentina estallen con una escena dantesca que habría podido ser la cabeza indefensa de la máxima líder política de la Argentina desde el 1º de julio de 1974 hasta hoy, atravesada por una bala a quemarropa.
Es que, en la adversidad, el reunificado y fortalecido Frente de Todos (FdT), crece la hipótesis de que “todo tiene que ver con todo”, y se reprochan sobre por qué dejaron pasar tanta violencia simbólica que impulsaron sectores opositores y mediáticos, que tendrían correlato con hechos criminales.
Por caso, la seguidilla de amenazas de muerte al hijo del presidente, Dyhzy (antes, Estanislao), que dejó pasar como un año para denunciarlas y que luego de hacerlas, finalmente derivó en dos personas detenidas luego de que fueran allanados sus domicilios, encontrando armas y fotografías del blanco de sus amenazas, el hijo del presidente. Y de todo su entorno. No eran meros twiteros los agresores, tenían “fierros” en sus casas, y estuvieron cerca de usarlos. Cuando nació su hermano Francisco, el 11 de abril, Dyhzy publicó una bienvenida al benjamín, teñido por el clima de acoso que sufría en esos días: "Me gustaría enseñarle a mi hermano que la gente va a ser mala con él como lo fueron conmigo, pero que va a estar todo ok porque lo voy a cuidar de esta mierda de gente que sólo odia y va a crecer rodeado de tanto amor que no conocerá el odio", escribió y publicó el hijo de Alberto el día que nació Francisco.
A propósito, Alberto Fernández reconoció por primera vez, en una entrevista hace dos días con un medio extranjero, que recibió amenazas de muerte. “No puedo contarlo porque temo interferir en la investigación que está llevando la Policía Federal”, explicó de modo escueto. Aunque luego amplió, “la lógica libertaria (Milei) no tolera la libertad de los otros, no podemos hacernos los distraídos, es muy grave, tenemos que hacer algo, no puede seguir pasando”, concluyó.
El equipo de abogados del gobierno y de Cristina Kirchner, empiezan a converger en estas horas respecto de una trama común en hechos que hasta hace poco tiempo no se los asociaba. Por caso, el ataque al vehículo de Sergio Massa el día que asumió como ministro de Economía, protagonizado por integrantes del grupo Revolución Federal, tendrían articulación con la banda de “los copitos”, desde donde se llevó adelante el ataque a CFK. Con un agravante, según surge de los peritajes telefónicos, integrantes de estos grupos habitaron el departamento de la vecina de CFK – que colgó banderas contra la vicepresidenta-, Ximena de Tezanos Pinto, quien además, uno de sus hijos, Alfredo Kenny, está relacionado en redes sociales con dos hijos del fiscal anti kirchnerista Carlos Stornelli, Mateo y Julián Stornelli, que formaron parte de la AFI en tiempos de Mauricio Macri.
Entretanto, las agresiones continúan. Se confirmó que CFK volvió a recibir nuevas amenazas. Y por ese motivo, en las últimas horas, se amplió la custodia, que le presta la Policía Federal, que había tenido un mal desempeño en la noche del 1ro de septiembre. “Todo lo que paso no es obra de la casualidad, es resultado de una organización, que actúa de manera premeditada y violenta”, explican. La visión de los defensores de Cristina es que el ataque a Massa termine en la misma causa “madre”, de Cristina, la vecina, “los copitos”, “Revolución federal”, y entre otras causas, aquella cartelería en vía pública que acusó a la vicepresidenta de “asesina” que habría causado 35 mil muertos. Esta última, señalada como la causa de “la cartelería”.
Recién ahora el peronismo cae en la cuenta de que la escalada de las bolsas mortuorias, las guillotinas en la Plaza de Mayo, los megáfonos a grito pelado con insultos contra Cristina en su domicilio de Juncal 1411- que la Policía de la Caba no impidió en su momento-, los discursos mediáticos radicalizados y de odio siempre contra el kirchnerismo, entre otros factores, llevaban a una deriva inevitable: pasar a los hechos, llegó el arma, pero el tiro del final falló.
La conjura de los violentos, para el gobierno, forma parte una trama con una misma raíz, y con similares objetivos: Alberto, Cristina, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Massa, con matices, todos victimas de una misma avanzada. Para el kirchnerismo, la Argentina de hoy no es la misma que la de 1987, cuando Antonio Cafiero se subió al balcón de Balcarce 50 y acompañó al presidente Raúl Alfonsín ante el intento golpista de los carapintadas. Para el FdT, sus opositores reales hoy son; primero los medios de comunicación mayoritarios que lanzaron como primera tesis (luego de la noche del atentado) que Sabag Montiel “era militante de La Cámpora y que estaba todo armado”. La hipótesis del “armado”, fue perdiendo fuerza, con la evidencia. Luego, la “oposición judicial”, que en boca del fiscal Diego Luciani subrayó, en su alegato acusatorio por la causa Vialidad, que CFK “defraudó a sus votantes”.
En un tercer escalón, la oposición política al FdT, que acompañó parcialmente el repudio, firmó y se retiró en Diputados, intentó vaciar en el Senado una sesión por igual motivo, y finalmente, rechazó por “kirchnerista” la misa en Luján, el último sábado. El FdT, entre errores, inconsistencias, y la oscuridad de una carambola milagrosa, parece tener una oportunidad para barajar y dar de nuevo. Y sobre todo, asegurar la paz social, y aislar a los violentos.