El homicidio de Misael Godoy, el adolescente de 17 años baleado en Ludueña el domingo pasado, aún no está claro. Mientras versiones distintas inquietan a los familiares y amigos del chico, que esperan que se eche luz sobre lo sucedido, ellos se mueven para destacar lo que consideran una de las pocas certezas en torno al hecho: las balas no eran para Misael. “Se dijeron muchas cosas que no fueron ciertas, que fue un ataque sicario como si él tuviera alguna bronca y no era así”, dijeron a este diario.
Pasadas las 20.30 del domingo la mamá de Misael, una mujer joven llamada Laura, comenzaba su jornada de trabajo de cuidado de una persona mayor en Granadero Baigorria. Su mundo se desmoronó cuando la llamaron para avisarle que Misael, el más grande de sus tres hijos, había sido baleado cerca de la casa de su novia en las inmediaciones de pasillos estrechos de Humberto Primo y Camilo Aldao.
Cuando estuvo en el lugar, lo más rápido que pudo llegar, se encontró con un vallado enorme y la hostilidad policial que por un momento no le permitió acercarse a ese cuerpo tapado que yacía en el suelo, el de su hijo. Cuando pidió explicación no las tuvo, nadie sabía con claridad qué había ocurrido. Luego trascendieron algunas versiones que rompieron el cerco de lo privado y se plasmaron en las noticias. Fue entonces que la familia y vecinos de Misael vieron que se hablaba de un hombre asesinado en un ataque sicario.
Desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA) indicaron que hasta el momento solo está claro que Misael estaba en la vía pública cuando cuatro personas a bordo de dos motos pasaron a los tiros. Como en el lugar había varias personas, aunque la mayoría de balazos los recibió el chico, los investigadores no tienen claro aún hacia quién fue dirigido el ataque. Hay entrevistas pendientes y otras medidas a fin de esclarecer el hecho. En tanto extraoficialmente trascendió que las balas podrían haber estado dirigidas a una mujer de 35 años que también fue herida en el ataque, a quien hay versiones que la ligan a la venta de drogas en esa zona del barrio. Otros rumores hablaron de una presunta venganza, con blanco errado, por un conflicto que tiene detrás acusaciones por un abuso sexual.
"La gente en internet es cruel"
El mediodía del miércoles varios seres queridos del chico se amontonaron en una casa de Presidente Roca al 6300, barrio Las Flores, para recibir a este diario. “Dijeron que fue un ataque sicario como si él tuviera alguna bronca y no era así. Ahora matan a uno y ya se piensa que andaba en algo. Y después la gente comenta que el que mal anda mal acaba”, dijo un hombre. “La gente en internet es cruel”, sintetizó.
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Familiares y amigos de Misael Godoy piden que se esclarezca el hecho en el cual el chico de 17 años fue asesinado.
Virginia Benedetto
Lo que los allegados de este chico plantearon es lo que en parte explica la complejidad de la violencia urbana en Rosario. No todos los crímenes se reducen a disputas vinculadas a la venta de drogas aunque puedan tener un hilo que los conecte a ese mundo. En este caso se habló de un posible ataque contra una persona que, por error o por mala puntería, terminó con la vida de Misael. Cuando los familiares del chico vieron que había trascendido aquello del ataque sicario entendieron lo que cualquiera decodifica de ese tipo de términos: un asesinato por encargo contra un blanco específico.
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Por inquietud este grupo de vecinos y familiares logró poner sobre la mesa su disgusto por esos trascendidos. Con el temor de que un crimen catalogado como ataque sicario no se investigue profundamente aseguran que insistirán en que el hecho se aclare. Para “que se sepa la verdad, que pague el que tenga que pagar y para que la gente sepa que Misa era un chico laburante”, como dijo a este diario Mariana, una tía del chico.
Contención comunitaria
En ese rincón de barrio Las Flores hay un trabajo comunitario visible forjado entre los vecinos. Los mismos que se reunieron para hablar sobre Misael son quienes siempre que pueden sostienen una olla popular para alcanzar algo de comida al vecindario. Incluso recordaron que Misael participó en ese proceso. “Él iba a la par mía a buscar a los niños de San Martín al fondo, se ponía mal cuando algún chico contaba que su papá estaba preso o muerto”, contó una de las mujeres que encabezan el comedor.
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Laura, madre de Misael, muestra una foto con su hijo.
Virginia Benedetto
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“A este barrio lo tienen como zona roja. Pero por qué dicen eso: porque están todas las casitas así”, dijo otra vecina y señaló hacia las casas humildes linderas a una cancha de fútbol en ese sector de Presidente Roca que se angosta entre las calles Arrieta y Acoyte, a unos 700 metros de Circunvalación. “Acá somos gente trabajadora, gente unida, que no tiene un buen sueldo pero con lo poco que tiene sale adelante”, agregó la mujer.
Misael iba a cumplir los 18 años el 26 de julio y para el festejo su familia tenía pensado terminar de preparar una moto que le iban a regalar. Mientras tanto él estaba arreglando una que le habían dado sus amigos. Estudiaba en la Escuela 407 y los fines de semana estaba yendo a Ludueña, donde se había mudado su novia, para vender choripanes y recaudar dinero para la fiesta de los 15 años de ella. Fue en ese plan que su vida se cruzó con el contexto que le puso punto final, un contexto tan complejo que aún no encuentra explicación.