Un chico de 17 años fue acribillado en un pasillo de Humberto Primo y Camilo Aldao, en el barrio Ludueña, en un ataque ocurrido el domingo por la noche. El joven no era del barrio, vivía en la zona sur y se cree que el ataque iba dirigido a otra persona, posiblemente a una mujer de 35 años que también resultó herida pero sobrevivió.
Iban a ser las 20.30 del domingo cuando los disparos resonaron en los pasillos de Ludueña. Según pudo relatar la sobreviviente del ataque ella estaba parada en la puerta del pasillo cuando vio llegar a cuatro personas a bordo de dos motos de cilindrada alta. Los conductores pasaron a toda velocidad por el pasillo y arremetieron a tiros.
La mujer, identificada como Mariela M. de 35 años, se abalanzó sobre su hija pequeña y fue entonces que recibió un balazo en la espalda. En la misma ráfaga fue herido de muerte Misael Leonardo Godoy, un chico de 17 años. Cuando los médicos del Sies llegaron a la escena constataron que el joven, ya fallecido, tenía heridas de bala en el cráneo y el pecho. Los investigadores del caso, bajo las órdenes del fiscal Adrián Spelta, relevaron la escena del hecho y levantaron 11 vainas servidas.
Lo que trascendió entre los vecinos y testigos es que la víctima fatal no era del barrio. En tanto le confirmaron a este diario que hacía un tiempo la novia del joven se había mudado desde zona sur a Ludueña, por lo cual se presume que Misael había ido a visitarla.
La mujer herida por su parte sí vive en la zona. Hasta el momento no hay certezas acerca del móvil del hecho, pero en Ludueña se cree que el ataque iba dirigido hacia ella.
Una escuela llora
Los estudiantes y el personal docente y no docente de la Escuela N.º 407, ubicada en 5 de Agosto y España, barrio Las Flores, quedaron conmocionados y doloridos por la noticia del asesinato. El chico cursaba en esa institución el 5º año en la tecnicatura en Maestro Mayor de Obras. “Siempre te terminabas riendo con él. Quiero quedarme con eso, pero es terrible lo que viven estos chicos”, sintetizó en diálogo con La Capital Marilina Sequeira, docente de Lengua de la escuela.
Sequeira fue maestra de Misael en los tres primeros años de la secundaria. “Era el grandote bueno, el grandote respetuoso. Ayer estuve escuchando los audios que me mandaba por WhatsApp. No me entra en la cabeza lo que pasó”, lamentó.
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“No podemos comprenderlo, es terrible. Estamos todo muy conmocionados porque era un chico muy querido por todos los maestros y compañeros. Los porteros, los preceptores, la vicedirectora, la directora, están todos diciendo que lo vamos a extrañar. Era un chico muy respetuoso, nunca una respuesta de mala manera”, contó Marilina con la voz entrecortada por la tristeza. “Es la vida truncada de un pibe que era un amor, que tenia mucho potencial”, agregó.
A lo largo de la mañana a esta docente no dejaron de llegarle mensajes en recuerdo de Misael. “El que siempre me encontraba en los recreos y me saludaba con el puño en la pandemia. El que hacía punta para colaborar, para hacer algo, para leer. El compañero para reírse”, decía uno de ellos. "¿Vio profe? Llegué a 5º", recordó otra docente que le dijo el chico cuando se volvieron a encontrar este año en ese camino escolar interrumpido por la violencia.
Terreno en disputa
La zona de Humberto Primo y Camilo Aldao en la que mataron a Misael ha sido escenario de otros hechos con características similares que dan cuenta del contexto social en el que sucedieron. Un militante social con arraigo en esa zona del barrio le confirmó a este diario que el lugar donde ocurrió el crimen es un viejo terreno en disputa por el negocio de la venta de drogas a pequeña escala.
Sin embargo los conflictos por el narcomenudeo no explican toda la complejidad de la violencia que se vive en esta zona de Ludueña y en muchos otros barrios. Como así tampoco explican del todo a las muertes de jóvenes que caen sin estar implicados en ese entramado. Quienes viven en este contexto expresan como principal preocupación el fácil acceso a las armas por parte de quienes están ligados a la venta de drogas, pero destacan que todo estalla cuando estas personas se desenvuelven a los tiros ante cualquier problema menor.
Así ocurrieron asesinatos que tuvieron como antesala discusiones simples que terminaron a balazos, como fue el crimen de Kevin Aguirre en febrero de 2017 en Humberto Primo y Felipe Moré, a metros de donde ocurrió este último crimen. O el asesinato de Mario Barbosa en agosto de 2018, precisamente en Humberto Primo y Camilo Aldao. En ambos casos los balazos fueron consecuencia de discusiones previas.
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También ocurren ataques que tienen como víctimas fatales a personas que no eran los blancos de las balas, como todo indica que ocurrió en el caso de Misael Godoy. Lo que trascendió por los pasillos de Ludueña desde la noche del domingo es que los balazos que mataron al chico estaban dirigidos a la mujer que resultó herida. Sobre ella recaen los rumores que la ligan a la venta de drogas como parte de una familia que está en constante disputa con otras.
En Ludueña ya no resuenan solo los apodos habituales cada vez que ocurre un hecho de estas características. A “Diente” o “Milanesa”, los nombres recurrentes detrás de estas disputas, ahora se le suman otros. “Son nuevos muñecos que se están disputando el territorio”, indicó el militante social a este diario. “Acá gana el que tiene plata. Están pagando desde 15 mil pesos para arriba a los pibes por salir a tirar tiros”, agregó.