Uno de los jóvenes detenidos el domingo por el disparo que dejó con un diagnóstico de paraplejia a un comerciante de zona oeste quedó en prisión preventiva al ser imputado este miércoles por graves delitos en el Centro de Justicia Penal. Tomás D., de 20 años, fue acusado de robo calificado, intento de homicidio calificado y las lesiones gravísimas causadas a Daniel R., herido con un disparo por la espalda cuando persiguió a dos asaltantes para reclamarles que les devolvieran un neceser que preparaba para irse de vacaciones ese mismo día. La bala le impactó en la médula espinal y quedó paralítico.
“Mi papá actuó como pudo. Le habían sacado una pavada y logró que se la devolvieran, pero el pibe le disparó igual, sin piedad y por la espalda. Como familia nos destrozaron”, había dicho a este diario el domingo Diego, uno de los hijos del comerciante Daniel R., de 65 años, a quien el incidente le cambió la vida. Por el ataque fueron detenidos a las pocas cuadras y tras arrojar dos armas dos jóvenes. Uno es D., de 20 años, y el otro, un adolescente de 17 que quedó a disposición de un juzgado de Menores.
El mayor de los dos no tenía antecedentes ni anotaciones penales previas. A las 8 de este miércoles participó de una audiencia ante la jueza Silvia Castelli, quien dictó la prisión preventiva de D. por el plazo legal de dos años. El fiscal Federico Rébola lo imputó como coautor de un intento de robo calificado, una tentativa de homicidio calificado criminis causa (es decir, cometido al no haber podido concretar el robo) y lesiones gravísimas, además de la portación ilegal de un arma de fuego.
El ataque ocurrió el domingo a las 10.30 cuando R. fue a un negocio de su barrio, en Perú y Cochabamba, a comprar un repuesto de una máquina de afeitar. Es el dueño de un negocio de deportes de Pellegrini y Provincias Unidas y ese día tenía previsto salir de vacaciones con su esposa hacia Mar del Plata, donde habían reservado una habitación en el hotel Dos Reyes. Llegó al negocio en su bicicleta, valuada en unos 200 mil pesos, y se quedó charlando un rato en la esquina con la dueña.
En ese momento, según testimonios volcados a la investigación, llegaron dos jovencitos delgados que intentaron robarle la bicicleta al comerciante. Uno de ellos exhibió un arma, el otro hizo un gesto como que tenía un arma en la cintura. R. resistió el robo y forcejeó con los ladrones, que le efectuaron un disparo al rostro pero el arma se trabó. “El más chico le exhibe un arma. Le gatilló en la cara y el disparo no salió”, dijo un testigo. Los asaltantes no lograron sustraerle la bicicleta, pero sí un neceser de mano con la inscripción Chester Ice que contenía un desodorante, cuatro fibrones y una lapicera.
Tal como se relata en la imputación, el comerciante subió a su bicicleta y persiguió a los ladrones por Perú y luego por Pellegrini hasta alcanzarlos en el cruce de la avenida con Ecuador. “El los persigue en la bicicleta unas 4 o 5 cuadras y les dice que para qué se van a hacer detener innecesariamente, que le devuelvan las cosas. Le tiran el neceser, él lo agarra, se sube a la bici para volver y ahí por la espalda lo ejecutan, le tiraron un solo tiro”, declaró el hijo de la víctima en la causa judicial.
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R. recuperó sus pertenencias, pero al darles la espalda a los ladrones y cuando estaba a punto de retirarse del lugar, uno de ellos le disparó. Según la imputación judicial, el autor del disparo era D., quien le efectuó “una detonación por la espalda con el fin de darle muerte por no haber alcanzado el fin propuesto”. El disparo fue realizado con un revólver calibre 22 largo marca Pehuen. El joven fue detenido luego de que vecinos que presenciaron el ataque llamaran al 911 para avisar que el comerciante estaba herido y tenido en el piso, inmóvil pero consciente.
En un patrullaje por la zona, D. fue detenido en Misiones y las vías luego de descartar el revólver calibre 22 que según la pericia era apto para el disparo. El adolescente siguió corriendo por Misiones hasta llegar a la colectora oeste, donde arrojó al frente de una casa un revólver calibre 38 corto de color plateado. La pericia balística detectó que su funcionamiento es nulo.
R. sufrió una herida de bala sin orificio de salida que le afectó la médula y la movilidad de las piernas. Fue asistido en el Hospital Clemente Alvarez y derivado a un hospital privado. Le diagnosticaron una “lesión medular aguda traumática, secundaria a herida de arma de fuego y fractura de húmero”. Se constató una paraplejia, es decir una pérdida de la movilidad de las piernas, con una "inutilidad de trabajo permanente”. Su testimonio aún no fue volcado al legajo judicial porque, según los médicos, “no se encuentra en condiciones neurológicas de prestar declaración”.
Su hijo contó el lunes a este diario que Daniel estaba “en shock”, que al principio creía que sólo tenía un "peso" en las piernas y recién ese día comenzaba asimilar el anuncio de los médicos de que no podrá volver a caminar.