Ariel Lisandro Leguizamón, el joven de 25 años asesinado a balazos el domingo por la noche en barrio Itatí, arrastraba una renguera como consecuencia de un accidente en moto que había tenido algunas semanas atrás. Esa característica aparece como el punto en común con un primo suyo que había sido baleado la madrugada anterior y también tenía dificultades para caminar. Era a él, aseguraron en el barrio, a quien buscaban los homicidas y por lo cual indican que se trató de un error. La víctima era vendedor ambulante de comida y participaba en un centro comunitario del Movimiento Evita.
Un homicidio ordenado desde la cárcel, organizado y ejecutado con las herramientas de quienes administran el narcomenudeo, pero para resolver una bronca personal. Ese parece ser, de acuerdo al comentario de vecinos y allegados de la víctima, el trasfondo del crimen por error de Ariel Leguizamón. Cuentan que su primo se había metido en problemas con una persona vinculada a la venta de drogas que está privado de la libertad y que desde allí digitó el ataque fatal. Una bronca que ya había tenido un antecedente: la madrugada del domingo el muchacho, de 30 años, había recibido un balazo en un pie que luego ante las autoridades atribuyó a un intento de robo.
Por ese ataque quedó con dificultades para caminar, al igual que su primo Ariel, pero en este caso porque hace aproximadamente un mes tuvo un accidente cuando llevaba a su pareja al trabajo en una moto recién comprada. "Fueron a tirarle a él porque a la persona que buscaban renguea y confundieron a mi hijo por culpa de un bastardo", contó a La Capital Lisandro, el padre de Ariel. "Mataron a mi hijo, era un re trabajador, cómo me consuelo, mirá lo que me dejó", lamentó el hombre mientras sostenía en sus brazos a su nieto más chico, el hijo de un año de la víctima.
Una ráfaga por la noche
Según la versión preliminar del hecho difundida por la Fiscalía Regional, de acuerdo a los primeros avances de la investigación que lleva adelante el fiscal Patricio Saldutti, el homicidio ocurrió a las 20.30 del domingo. A esa hora el 911 recibió el aviso de un hombre herido en Centeno al 2500 que luego fue trasladado en un auto particular al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). Allí fue identificado como Ariel Lisandro Leguizamón y falleció mientras era atendido por dos heridas de gravedad en el pecho y en la espalda.
Llegada la noche del domingo en la zona de Centeno al 2500 todavía había personas en la calle. Entre ellos parte de la familia Leguizamón, que se disponían a cocinar un pollo al disco para cerrar el fin de semana largo. Ariel, a pesar de sus dificultades para caminar, quiso colaborar y juntó algunas ramas para prender un fuego. De eso se ocupaba cuando lo atacaron a balazos. "Como él estaba lastimado y rengueaba no se pudo esconder", contó a La Capital Natalia, una tía del muchacho.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Quienes vieron algo contaron que fueron tres motos con dos ocupantes encapuchados en cada una. Algunos, incluso, hablaron de un auto con vidrios polarizados que iba adelante como marcándoles el camino. El recorrido fue por Centeno desde Pueyrredón a Rodríguez, donde casi al llegar a la esquina comenzaron a gatillar. La policía recogió en el lugar 8 vainas servidas calibre 9 milímetros y 5 de calibre 40. Los impactos quedaron la mayoría en la pared de una casa lindera a donde la familia Leguizamón se había reunido.
Ariel vivía en esa misma cuadra, junto a sus dos hijos y su pareja, en una casa de pasillo en el que en otras dos casas viven su madre y su primo. "Andaban buscando a su primo hermano que vive ahí. Según dicen se metió con la mujer de un transero que lo mandó a matar. Ya le habían dado un tiro, pero el dijo que le habían querido robar la moto", resumió un allegado a la familia sobre lo que asoma como posible trasfondo del ataque.
Natalia, una tía de Ariel, apuntó contra el comportamiento de los agentes policiales que llegaron al Heca a medida que los familiares de la víctima se fueron reuniendo para esperar novedades. "Más de 100 policías fueron a mirarnos cómo sufríamos. Les preguntamos por qué no hacen algo y nos dicen queno pueden hacer nada. ¿Pero para qué mierda son policías si cuando los llamamos dicen que no pueden moverse?", descargó la mujer.
Se manejan como quieren
"Se manejan como quieren, hacen de nosotros, del barrio y de la vida lo que quieren. No te podés descuidar ni un segundo. Pudieron haber matado a sus nenes", contó Natalia para extender lo sucedido este domingo a una problemática que el barrio Itatí atraviesa hace tiempo. Cada persona que dialogó con este diario tuvo presente el homicidio reciente de Nicolás Agüero, ocurrido el viernes pasado por la noche. El joven, de 24 años, fue asesinado a puñaladas y con armas de dos calibres distintos en un hecho que en un principio se comunicó como un intento de robo.
"Yo tengo un pibe de 15 años y no lo dejo salir, le digo que no lo quiero llorar en un cajón. Él se enoja, me dice que soy exagerada, pero yo no exagero. Hoy tengo a mi sobrino en un cajón", lamentó Natalia entre lágrimas. "Matan al que quieren. ¿No tienen familia, no tienen hijos, no tienen padres, no tienen una vida que nos quieren quitar la vida a nosotros?", se preguntó la mujer.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
El disgusto de esta familia en parte es íntimo por una pérdida personal, pero en su reclamo está también la visión de un barrio acerca de lo que sucede en la calle. En ese marco queda en el foco la sensación de desprotección con la que conviven los vecinos. "Ayer había un comando en Ovidio Lagos y Centeno, que no digan que no escucharon los disparos. Lo que pasa es que están ahí mirando a ver a quién le pueden sacar plata. Pero cuando pasan los delincuentes, que ellos saben quiénes son, los dejan pasar", criticó Natalia. "La policía no hace nada. Mangas de corruptos, dejen de sacar plata de los búnker y hagan justicia", agregó el padre de la víctima.
Un militante barrial
A diferencia de lo que sucede en otros sectores de la política, para ser militante barrial no se necesita demasiada investidura. Alcanza con un día decidir poner el cuerpo, como lo hizo en 2015 Ariel Leguizamón al acercarse al Movimiento Evita. Mediante su suegra, que lleva adelante el centro comunitario Luz, Esperanza y Vida en Doctor Riva al 2200, el muchacho se había puesto al hombro la producción de pan casero y otras actividades.
Este lunes por la mañana parte de la familia se reunió en la puerta del centro comunitario, donde dialogaron con La Capital y recibieron a vecinos que se acercaban a solidarizarse. "Era lo mejor, era un pibe sonriente, todo el tiempo diciéndonos cosas bonitas, preocupándose por sus hermanos. Él le organizó el cumpleaños de 15 a su hermana hace poco", contaron.
"Era un chico lleno de vida, se construyó la casa vendiendo pan en la calle", recordó Gladis, su suegra. "Si le pasó esto a él, le puede pasar a cualquier otro", agregó la mujer. Luego compartió lo que le queda de esperanza: "Lo único que pido es que el fiscal nos de una respuesta, que mueva cielo y tierra. Si tenés plata se mueve Rosario completo y en dos horas encuentran al delincuente. Nosotros no tenemos plata, pero somos seres humanos como todos, gente humilde y trabajadora. Queremos justicia".