En Rosario los hechos violentos impactan duro pero ya no sorprenden, con la excepción de aquellos que contienen una paradoja fuerte. El playón municipal ubicado en la zona del pasaje Sanguinetti y Rouillón se creó como un espacio público destinado a todas las edades. Las infancias tienen subibajas, toboganes y otros juegos. Para los más grandes hay una cancha con aros de básquet y arcos de fútbol, a su vez rodeada de bancos para quienes prefieren sentarse a descansar. Lo bautizaron El Playón del Encuentro, un lugar que suele reunir el movimiento vecinal, pero que la noche de este miércoles fue donde a Laureano Lionel Pena, de 16 años, lo encontró la muerte. Una versión extraoficial indica que el agresor le preguntó si vendía, en alusión a drogas ilegales, y cuando el joven dijo que sí, la respuesta fueron tres balazos que resultaron mortales.
Este jueves por la mañana El Playón del Encuentro fue más bien un desierto. Algunos vecinos ya habían tapado con arena el manchón de sangre que había dejado la víctima en el piso de tierra, al costado de uno de los bancos. En ese marco, apenas una persona se asomó ante la presencia de La Capital y le agregó a este crimen reciente una versión distinta: dijo que el chico ligó los balazos de rebote, aunque no especificó si los disparos fueron dirigidos a alguien en específico. Indicó además que Laureano vivía en una de las torres del Fonavi que se levanta al sur del playón, donde minutos después algunos familiares sumidos en la angustia prefirieron no hacer declaraciones. En lo que va del año ya son 24 los menores de edad asesinados a balazos en el departamento Rosario.
Horas antes, fuentes de la policía habían sugerido otra versión: que Laureano había sido asesinado en medio de un enfrentamiento entre dos grupos. Así las cosas, la única certeza hasta el momento es que el chico recibió tres disparos, quedó agonizando en el suelo hasta que llegó una ambulancia y lo trasladó al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde murió minutos más tarde.
Desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA) indicaron que distintos llamados al 911 de parte de vecinos dieron aviso de detonaciones de arma de fuego y que al arribar personal de la policía se encontró con el chico tendido en el suelo. En la escena del crimen se levantaron tres vainas servidas. La investigación quedó a cargo del fiscal Gastón Ávila, quien ordenó una serie de medidas a la Brigada de Homicidios.
Lo investigadores advierten que el crimen ocurrió alrededor de una zona conflictiva. A partir de ahí aparecen los obstáculos al momento de intentar esclarecer el hecho: versiones que se cruzan, testigos que aportan información pero luego se niegan a declarar. Lo mismo ocurrió este jueves cuando La Capital buscó hablar con vecinos: predominó el silencio y la cautela. Es un contexto frecuente alrededor de crímenes relacionados a actividades ilegales o cuando la víctima vivía en la zona.
Tal fue el caso de Laureano Pena, que vivía en una de las torres del Fonavi ubicado a metros del playón donde ocurrió el crimen. Se pudo saber que el chico no solía frecuentar ese lugar y que a veces se lo veía jugando al fútbol en la canchita. En tanto, fuentes extraoficiales deslizaron la versión de un contexto de venta de drogas como móvil del crimen. "¿Vos vendés?", indicaron que preguntó el agresor cuando tuvo a Laureano de frente. Cuando el chico dijo que sí, y sin mediar palabras, el homicida le disparó.
Zona de venta
Este jueves la única vecina que habló con La Capital aseguró que en el último tiempo la zona estaba tranquila. Pero también recordaba uno de los últimos antecedentes violentos en la zona. Fue el asesinato de Brian Sebastián Calegari, de 28 años, baleado desde una moto en la zona de Espinillo al 3600 en abril de 2021. El joven, que residía en el barrio, estaba con su hermano sentado en la vereda cuando fue alcanzado por los disparos efectuados desde una moto. Calegari intentó escapar, pero se desplomó a los pocos metros.
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En aquella oportunidad los vecinos dijeron que los tiros eran "cosa de todos los días". Sin embargo, no profundizaron en un conflicto determinado alrededor del crimen de Calegari. En ese marco de conmoción e incertidumbre, los familiares de la víctima fueron agredidos a balazos horas después del homicidio, cuando estaban en una casa velatoria ubicada en Biedma y Espinillo. Dos hombres que pasaron en moto cerca de las 19 dispararon contra un vehículo estacionado en la puerta y por fortuna no hubo personas heridas.
Al paso del tiempo, con el avance de la investigación, el hecho comenzó a esclarecerse. En octubre de 2021 fue imputado Franco G, un joven del barrio que tiene a dos hermanos que fueron asesinados. Sobre finales de aquel año también quedó involucrado Facundo L., otro vecino de la zona, quien fue aprehendido en un allanamiento realizado a una cuadra de donde había ocurrido el homicidio.
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El apellido Calegari volvió a ser noticia en ese sector del sudoeste rosarino en agosto de este año, cuando en una serie de allanamientos en la zona quedó detenida por tenencia de drogas una tía de Brian. Los operativos se realizaron en el marco de la investigación del homicidio de Ariana Anahí Lucero, de 20 años, asesinada a balazos el 16 de mayo pasado. La joven era familiar de uno de los imputados por el crimen de Calegari.
A la tía de Calegari, identificada como Sandra C., de 51 años, la detuvieron en su casa de Seguí al 5900. El fiscal Gastón Ávila la acusó de mantener retenida en esa vivienda durante más de quince días a una familiar obligándola a vender drogas. Quedó presa tras ser imputada por privación de la libertad coactiva.